Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/170/13
México, D.F., 5 de mayo de 2013
En México no solo es bajo el aprovechamiento y desempeño de los estudiantes de educación básica y media en matemáticas, en términos generales el panorama lamentablemente no es tan distinto en el aprendizaje y enseñanza de la historia, y en este caso en historia de México, reconoció Alfredo Ávila Rueda, coordinador nacional de la Olimpiada Mexicana de Historia (OMH).
El investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que los estudiantes tienen deficiencias en esta asignatura y también es frecuente que sientan un rechazo por esta materia.
“Esto se debe en buena medida a que en educación básica y media se piensa que el estudio de la historia es solo cuestión de memorizar datos y fechas, algo que los propios profesores promueven y que los programas de la SEP han tratado de evitar, pero es muy difícil modificar la vieja costumbre de memorizar”, destacó.
El especialista en estudios del siglo XIX sostuvo que el aprendizaje de la historia es más que aprender textos de manera memorística, pues fundamentalmente es análisis, compresión de procesos sociales, de los cambios que se dan en el tiempo y espacio, pero sobre todo, aprender a leer a nuestra sociedad y realidad, y ofrecer respuestas a partir de los datos con los que se cuentan. “Esto es algo que nosotros queremos impulsar en la Olimpiada Mexicana de Historia”, afirmó.
Dijo que una de las formas en las que intentan llevar este ejercicio a la realidad ocurre en la última etapa de la OMH, que organiza la Academia Mexicana de Ciencias, cuando se busca privilegiar y apelar a la comprensión de la lectura de fuentes originales y a la capacidad de los alumnos para elaborar un ensayo histórico, haciendo de lado una prueba de memoria.
Análisis de textos en la olimpiada
Este sábado, en el primer examen de la final nacional de la VII Olimpiada Mexicana de Historia, que se lleva a cabo en Querétaro, Querétaro, donde concursa casi un centenar de jóvenes entre 12 y 16 años de edad, los estudiantes realizaron cuatro lecturas correspondientes a las épocas prehispánica, colonial, y de los siglos XIX y XX.
Fue así que debieron elaboraron breves ensayos con base en sus conocimientos y a partir de las lecturas como El conejo en la cara de la luna. Ensayos sobre mitología de la tradición mesoamericana de Alfredo López Austin; “Los santos malogreros y malogrados de la Nueva España” de Antonio Rubial, en Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano, coordinado por Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina.
Además de Fragmentos editados del capítulo de Claudia Agostini, “Las delicias de la limpieza: la higiene en la ciudad de México”, publicado en el volumen IV de Historia de la vida cotidiana en México, coordinado por Anne Staples; y el artículo “A la mujer” publicado por Ricardo Flores Magón en el periódico Regeneración, el 24 de septiembre de 1910; obras que corresponden a cada una de las épocas históricas que aborda el concurso.
Alfredo Ávila Ruela consideró que llevar a cabo ejercicios de esta naturaleza tienen su grado dificultad: “Hay que tener en cuenta que para tener una correcta o por lo menos una manera más adecuada de la apreciación de las transformaciones en el tiempo, hay que tener algo tan simple como años. Hay que tener cierta edad para saber cómo van los procesos; en la olimpiada nuestros estudiantes tienen como máximo 16 años, su experiencia vital todavía es muy corta, sin embargo es posible que tengan suficiente capacidad para hacer análisis de texto”.
El investigador sostuvo que en las etapas previas de calificación de la OMH, el mejor promedio de respuestas lo tienen los estudiantes en la época prehispánica y siglo XIX. Para explicar esto, dijo, hay varias razones, la más importante, es que siempre se ha subrayado en la historia de nuestro país al periodo prehispánico como el que da identidad a México.
“En el caso del siglo XIX, sostuvo Ávila Rueda, es el siglo de los héroes y la historiografía nacional tiende a resaltar esta visión heroica del pasado pues es un aspecto que está muy presente en la enseñanza.
“En cambio, la época de la Colonia es una en la que desde un punto de vista simple es como en la que no pasó nada, los alumnos saben algo sobre Sor Juana Inés de la Cruz, de la Conquista. Y del siglo XX, salvo la Revolución Mexicana, a los alumnos les parece que todavía no es historia, que los sucesos de la segunda mitad son cosa de periódicos o de análisis político, y no de historia”.
Por otro lado, Alfredo Ávila indicó que la importancia de estudiar historia ya sea por un interés profesional o personal, tiene que ver con que en esta materia somos nosotros. “Saber y conocer de historia es una manera de autoconocimiento, no podemos entender cómo somos si no sabemos de dónde venimos, qué hemos sido; esto sucede incluso a nivel personal cuando se nos pregunta ¿quién eres?, ¿qué haces?, y la respuesta es contar un poco de nuestra historia, y como sociedad pasa lo mismo”.
Fabiola Trelles Ramírez
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