Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/021/19
Ciudad de México, 31 de enero de 2019
En México, el crecimiento urbano y la expansión de los asentamientos humanos hacia las laderas generan condiciones de riesgo ante la ocurrencia de procesos de remoción en masa (PRM). Si se toma en cuenta que la ocurrencia de PRM en sitios poblados se traduce en la existencia de amenazas, mismas que en combinación con la vulnerabilidad y exposición de las comunidades generan riesgos de desastre, es evidente, por tanto, la necesidad de contar con investigaciones sobre PRM en nuestro país.
Irasema Alcántara Ayala, especialista en geomorfología, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias explicó que los procesos de remoción en masa ocurren cuando una ladera se vuelve inestable como resultado de la interacción de una serie de factores en el relieve, por ejemplo, cuando los materiales formadores de la ladera (suelo o roca) se ven afectados por diferentes cambios, que pueden ser internos o externos.
Este tipo de procesos involucran el desplazamiento de distintos tipos de material ladera abajo, por lo que existen diferentes movimientos con una amplia variedad y complejidad.
De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), las consecuencias de los desastres registrados en México durante las décadas de los ochenta y noventa involucraron 506 pérdidas de vida anuales, y daños materiales de 700 millones de dólares.
De manera contrastante, en el periodo comprendido entre 2000 y 2014 las pérdidas de vida anuales ascendieron a 186, es decir, hubo una relativa disminución de las víctimas fatales. Sin embargo, los daños materiales se incrementaron tres veces y se estimaron en 2,147 millones de dólares. Dichas pérdidas están vinculadas a la existencia de diversos niveles de vulnerabilidad y exposición de la sociedad mexicana.
“La ciencia es el insumo principal para el establecimiento y puesta en marcha de políticas públicas en material de reducción del riesgo de desastres que consideren la compleja dinámica entre la vulnerabilidad, la exposición y las amenazas. Por ello, se requiere actualizar los estudios de nuestro territorio, los cuales incluyen evidentemente a la población en su conjunto”, señaló Alcántara Ayala.
El cambio climático
Además, si se consideran los escenarios de cambio climático propuestos, el incremento de la precipitación, que es el principal mecanismo desencadenante de procesos de remoción en masa en nuestro país, generaría cambios en la frecuencia, distribución estacional y número de PRM.
El incremento en la precipitación implicaría mayor caudal en los ríos, que llevaría al aumento de la erosión de las márgenes de los ríos, a la socavación y a la inestabilidad. De manera adicional, las variaciones en el clima pueden afectar indirectamente las prácticas agrícolas y forestales, lo cual puede generar un impacto a escala local representado en la ocurrencia de PRM en laderas definidas, o bien, su impacto puede trascender a escala regional en el ámbito de la tipología, la distribución y frecuencia de PRM.
La especialista apuntó que entender los factores de riesgo debe considerarse como punto de referencia y parámetro esencial para la planificación e instrumentación de todo proyecto de desarrollo, regulando y supervisando el cumplimiento de la prohibición de construir en zonas de riesgo, para atenuar los costos ambientales, sociales y económicos.
La variedad de amenazas a las que está expuesta la sociedad es muy amplia y tiende a aumentar, por lo que los proyectos de desarrollo requieren programas de gestión integral del riesgo de desastres en los que se contemple el ordenamiento del territorio para asegurar la sostenibilidad de las acciones.
Datos insuficientes
Irasema Alcántara, doctora en geografía por el King’s College de la Universidad de Londres, subrayó que a pesar de existir algunos esfuerzos en la generación de inventarios de PRM en México, hay un retraso considerable en la sistematización de registros, y esto se debe a la falta de iniciativas financiadas que se ocupen de dicha tarea, así como a la ausencia de un grupo nutrido de especialistas, pero también a la complejidad de estos procesos, los cuales pueden desencadenarse por precipitación, sismicidad, actividad volcánica -incluso actividades humanas, como el caso de la minería, entre otros- y la documentación precisa de la ocurrencia de dichos procesos es difícil de realizar, ya que las consecuencias de los eventos mencionados se incluyen en el ámbito de las inundaciones, los sismos o las erupciones volcánicas. “Todo ello hace difícil tener un inventario detallado de PRM para todo el territorio”.
Los procesos de remoción en masa no se pueden prevenir, son parte de la evolución natural del relieve, aunque es importante resaltar, dijo la investigadora, los efectos negativos de las actividades antrópicas en las laderas. En algunos casos donde hay estudios fundamentados para laderas con signos de inestabilidad o potencialmente inestables, las obras de mitigación de tipo estructural pueden ayudar a aminorar el impacto o retrasar la ocurrencia de los PRM. No obstante, tarde o temprano la ladera se caerá a causa de diferentes fuerzas y por efecto de gravedad.
Dado lo anterior “es urgente establecer estrategias de comunicación del riesgo de desastre por inestabilidad de laderas para que la población vulnerable y expuesta a dichas amenazas cuente con conocimientos que le permitan tomar decisiones para salvaguardar la vida, así como sus bienes, y más aún importante, aporten a las comunidades los elementos básicos de sensibilización y concientización acerca de la construcción social del riesgo de desastre y de la necesidad de no construir más riesgos en nuestro entorno como resultado de diversas prácticas que van en detrimento del uso adecuado y del ordenamiento del territorio”, sostuvo la especialista.
Añadió que, en el ámbito de la amenaza, es decir exclusivamente de los PRM, se requiere contar con estudios detallados de las propiedades de los materiales formadores de las laderas desde una perspectiva de mecánica de suelos y de rocas, así como generar cartografía básica a detalle, estudios geológicos, hidrológicos, de vegetación, climáticos, estructurales, sísmicos, entre otros.
Alcántara Ayala expuso la necesidad de realizar investigación integrada del riesgo de desastres que incluya el análisis de los factores que condicionan el riesgo —vulnerabilidad y la exposición de las comunidades—y el estudio de percepción y comunicación del riesgo. “Es fundamental señalar la relevancia de generar esfuerzos para reducir el riesgo de desastres por PRM existente y también evitar construir nuevos riesgos”.
Elizabeth Ruiz Jaimes.
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