Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/001/18
Ciudad de México, 1 de enero de 2018
Algunos de los niños que asisten a la escuela muestran marcadas diferencias para aprender, las cuales pueden estar relacionadas con aptitudes sobresalientes y/o talentos específicos, o bien con otras condiciones, entre las que se encuentran los problemas intelectuales, de lenguaje o de aprendizaje. Guadalupe Acle Tomasini, de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrolló hace once años el modelo ecológico de riesgo/resiliencia en educación especial, cuyo objetivo se ha centrado en disminuir los factores de riesgo a nivel individual, escolar, familiar y social de alumnos de primer ciclo de primaria con requerimientos de educación especial, con un enfoque primordialmente preventivo.
En 1994 más de 300 participantes representantes de 92 países, entre ellos México, y 25 organizaciones internacionales se reunieron en Salamanca, España, con el fin de promover la educación para todos, tras examinar cambios necesarios en la política para favorecer el enfoque de la educación integradora, concretamente capacitando a las escuelas para atender a todos los niños, incluyendo a los que tienen necesidades educativas especiales.
La Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas Especiales: acceso y calidad, organizada por el gobierno español en cooperación con la UNESCO, aprobó la Declaración de Salamanca, en la que se acordó que todos los niños que presentaran requerimientos de educación especial tendrían que ser integrados en las escuelas regulares. A partir de este acuerdo cada país estableció las formas en las que iba a organizar la atención a estos niños, relató Acle Tomasini, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
“Desde entonces en el país se enfatizó la importancia de lograr la integración educativa para lo cual se reordenaron todos los servicios de educación especial, entre otros, en las Unidades de Servicios de Apoyo a la Escuela Regular y los Centros de Atención Múltiple, la finalidad de estos fue que los niños quedaran integrados y tuvieran acceso a cursar el plan de estudios regular”, comentó la investigadora.
En 2006, Acle Tomasini y su equipo de trabajo generaron el modelo ecológico de riesgo/resiliencia en educación especial, el cual está orientado al estudio de la interacción de los factores de riesgo y protección a nivel individual, escolar, familiar y social de alumnos de primer ciclo de primaria con requerimientos de educación especial que se encuentran en riesgo educativo por no ser identificadas ni atendidas sus necesidades educativas especiales.
Para ello, tomaron como base el modelo de ecología del desarrollo del psicólogo estadounidense Urie Bronfrenbrenner, que plantea que todos los seres humanos están relacionados con otros sistemas de manera interdependiente, además de que los humanos conforman un sistema en sí mismo.
Bajo este concepto, el niño está relacionado con su ambiente familiar, escolar y con la sociedad en su sentido amplio, por lo que se debe considerar que el alumno que tiene requerimientos de educación especial interacciona con los distintos actores de los ambientes en los que se desenvuelve, y si no son identificadas ni atendidas sus necesidades educativas especiales en edades tempranas o más tarde, pero de forma adecuada, quedarán en una situación de vulnerabilidad educativa que los pude llevar al rezago escolar, incluso a la deserción escolar, por esta razón la importancia del enfoque de la resiliencia.
A través de este modelo, indicó la doctora en antropología social, en las escuelas regulares “identificamos sus necesidades educativas especiales con base en lo cual establecemos programas de intervención orientados fundamentalmente hacia las habilidades y estrategias que requieren para aprender, estamos en constante comunicación con padres y maestros para incrementar los factores de protección, disminuir los de riesgo y lograr que estos niños tengan una escolaridad exitosa y se alcancen los fines de la inclusión educativa”.
Para identificar a los niños con requerimientos de educación especial, Acle Tomasini y sus colaboradores realizan pruebas formales y no formales con autorización de los padres, niños y autoridades escolares; posteriormente tienen una conversación con los maestros, ya que por su experiencia identifican las problemáticas de sus estudiantes. “Hacemos una validación ecológica y así clarificamos los factores de riesgo a nivel individual, familiar, escolar y social para poder establecer un programa de integración que atienda a niños, padres y profesores”.
En el artículo “Bridging the Gap between Theory and Practice: Ecological Risk/Resilience Model Contributions to Special Education”, publicado en la revista Creative Education en el 2016, se describen los resultados que la investigadora ha obtenido de la aplicación de su modelo ecológico de riesgo/resiliencia en educación especial.
En este trabajo se da cuenta que de 2006 al 2015 fueron evaluados 1022 niños de primer ciclo de primaria de cuatro escuelas de distintas zonas en la delegación Iztapalapa (50.49% hombres y 49.51% mujeres), el 51.86% de ellos estaba en primer grado, el 47.06% en segundo y el 1% en tercero.
Se identificó que un promedio de 54.5% (531) de niños evaluados presentaba requerimientos de educación especial, de los cuales el 2.45% se ubicó en la categoría de discapacidad intelectual leve; el 22.26% en bajo rendimiento intelectual, el 19.77% en problemas de conducta, el 22.97% trastornos del lenguaje escrito y hablado y discapacidades de aprendizaje, 9.22% en discapacidad del lenguaje, y el 23.35% con aptitudes sobresalientes. Estos datos permiten observar un panorama en el que un alto porcentaje de niños al iniciar su primaria está en riesgo educativo, dijo la especialista en psicología educativa y educación especial.
De los 531 niños que fueron identificados con alguna necesidad de educación especial, Guadalupe Acle incluyó a 305 en la implementación del modelo y logró integrarlos favorablemente en la escuela, y en vista de que la investigadora sigue trabajando en algunas de esas escuelas, pudo observar que esos niños no han desertado ni se han rezagado escolarmente, lo que ha permitido validar el impacto social y educativo de este modelo.
El modelo teórico que Acle Tomasini desarrolló ha sido puesto en práctica por los estudiantes del programa de la residencia en educación especial del Programa de maestría y doctorado en psicología de la UNAM, en el que ellos eligen la categoría de educación especial con la que desean trabajar y crean los programas de acuerdo con las necesidades de los niños.
Por ejemplo, para abordar los problemas de lenguaje los estudiantes de posgrado han optado por desarrollar cuentos para que los niños expresen ideas y corrijan su lenguaje. Otros han trabajado con niños sobresalientes y se han enfocado en planes de enriquecimiento del pensamiento creativo y cognitivo. Unos más han abordado los problemas de conducta y se han centrado en actividades que permitan a los niños respetar reglas y tener una autorregulación emocional, mientras que algunos han retomado los postulados de la propuesta del psicólogo estadounidense Howard Gardner sobre inteligencias múltiples y los han aplicado con niños que presentan bajo rendimiento intelectual, explicó la doctora Acle.
Noemí Rodríguez González.
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