Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/021/09
México, D. F., 14 de febrero de 2009
El Códice de Dresden incluye una tabla elaborada por los mayas para la predicción de eclipses, lo cual da muestra notable de los avances en el conocimiento astronómico de esta civilización, explica Jesús Galindo Trejo, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas, en su artículo La astronomía prehispánica en México, publicado en el más reciente número de la revista Ciencia, órgano de difusión de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
En esa publicación, que dedica esta edición al Año Internacional de la Astronomía, Jesús Galindo Trejo dijo que el calendario mesoamericano, resultado de la práctica astronómica prehispánica que estuvo vigente por casi tres milenios, tenía dos cuentas. Una de ellas constaba de 365 días divididos en 18 periodos de 20 días, más cinco adicionales, por otro lado, se encontraba la cuenta ritual de 260 días, organizada en 20 trecenas.
Uno de los fenómenos astronómicos ampliamente estudiado por los pueblos prehispánico con ayuda de su calendario fue el de los eclipses. Galindo Trejo explicó que la brillantez y regularidad del Sol era un reflejo de un orden cósmico estable y continuo; los eclipses, al opacar al sol, rompían con este orden y regularidad, y eran considerados un mal augurio sobre el mundo.
Por todo esto, el poder entender cuándo sucedería un eclipse se convirtió en tema de profundo análisis para los sacerdotes-astrónomos mayas. En tres de los códices mayas que aún se conservan, se pueden apreciar representaciones de eclipses, en particular el Códice de Dresden, que posee varias cuentas vinculadas claramente a eclipses.
El físico y matemático universitario afirmó que la tabla como la que contiene el Códice de Dresden, debió haber sido resultado de una cuidadosa y paciente labor de observación, porque al relacionar las fechas del calendario ritual, se encontró que dichas cuentas corresponden a 69 eclipses solares reales, 18 de los cuales se pudieron observar en tierra maya.
Jesús Galindo aclaró que aunque la tabla predecía los eclipses, no daba la certeza de que éstos fueran visibles en tierra maya, también indicó que los errores en las cuentas mayas nunca eran mayores a un día completo.
Venus fue otro de los cuerpos celestes reconocido como una importante deidad y ampliamente estudiado por los observadores prehispánicos, esto debido a que se trata del objeto de apariencia estelar más brillante en el cielo.
La cuidadosa observación que los mayas hicieron de este astro al cual llamaron “estrella”, es decir, la estrella por excelencia, se revela de igual manera en el Códice Dresden que registra periodos venusinos relacionados con el año solar de 365 días, informó el científico.
Por otro lado, el arqueoastrónomo hizo una descripción pormenorizada de cómo los conocimientos astronómicos de las civilizaciones prehispánicas y su consecuente precisión para medir el tiempo, se vieron reflejados en la edificación de grandes estructuras arquitectónicas y de trazas urbanas orientadas hacia eventos celestes en los horizontes.
En este sentido, Jesús Galindo señaló que el calendario mesoamericano fue usado también para establecer alineaciones arquitectónicas. Un ejemplo de ello es la Plaza de la Estela en Xochicalco, que se construyó como un observatorio para calibrar la duración exacta del año solar.
El también astrofísico por la Universidad del Ruhr Bochum en Alemania, lo explica de la siguiente manera: el día del equinoccio de primavera y de otoño, un observador que estuviera parado en la estela vería salir el sol precisamente en el eje de simetría del templo de enfrente, en cambio, el día del solsticio de verano, el disco solar sale del vértice norte del templo y en el solsticio de invierno se eleva desde el vértice sur.
Otro ejemplo de estructuras arquitectónicas orientadas con el calendario mesoamericano es Cholula, donde la pirámide y la traza misma de la ciudad, tanto la prehispánica como la actual, están orientadas a la puesta solar en el día del solsticio de verano de acuerdo con el artículo.
Otras estructuras, como la Pirámide del Sol en Teotihuacan, no se alinean con base en eventos astronómicos importantes como el equinoccio o el solsticio, pero se sabe que los teotihuacanos escogieron la orientación de su gran pirámide para mostrar su pertenencia al sistema mesoamericano de medición del tiempo.
El miembro del Sistema Nacional de Investigadores indicó que otras estructuras que comparten la misma alineación que la Pirámide del Sol son el Templo Superior de los Jaguares en la Cancha del Juego de Pelota, en Chichén Itzá; la ventana central del observatorio de El Caracol, en la misma ciudad; la casa E del Palacio de Palenque; el Templo Mayor de Tula; el Edificio de los Cinco Pisos, en Edzná, y el edificio habitacional de la tumba 105, de Monte Albán.
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