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CUANDO LA LUNA ESTA EN CUARTO CRECIENTE, SE VE MEJOR

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/240/11
México, D.F., 2 de diciembre de 2011

  • Reto México 2011, una oportunidad para disfrutar de nuestro satélite
La Luna por Paulo Estrada. Concurso de astrofotografía que organizó el Instituto de Astronomía de la UNAM en 2010.
Foto: La Luna por Paulo Estrada. Concurso de astrofotografía que organizó el Instituto de Astronomía de la UNAM en 2010.
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Vista desde los primeros tiempos de la historia de la humanidad; observada y estudiada desde la antigüedad, luego en la edad media y el renacimiento hasta llegar a nuestros días, la Luna, el satélite natural de la Tierra, mantiene en los seres humanos una especial atracción capaz de seguir motivando investigaciones científicas e inspirar la imaginación de los seres humanos en otros ámbitos.

Usada por civilizaciones y culturas como una herramienta para interpretar su influencia sobre la vida en la Tierra, la Luna será protagonista de un evento a nivel nacional el próximo 3 de diciembre, cuando se lleve a cabo Reto México 2011, el cual tiene por objetivo reunir el mayor número de telescopios apuntando al mismo objeto en el mismo momento.

El doctor José Franco, integrante del comité organizador del evento y vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias, indicó que esta actividad tiene como principal sustento fomentar la divulgación científica a través de la observación astronómica.

Añadió que con eventos de este tipo se pretende despertar en los niños y jóvenes una vocación científica, y que con ese interés no sólo se busca se incline por la Astronomía, sino por otras ciencias como Física, Matemáticas, Química e ingenierías.

Reto México 2011, 3 de diciembre, una fecha elegida científicamente

Aun cuando sobre la Luna existe abundante literatura científica, vale la pena recordar algunos datos sobre ella para poder disfrutar de su observación el día establecido por la organización de Reto México 2011, 3 de diciembre, fecha que, por cierto, fue elegida científicamente.

El Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM hizo un estudio sobre el comportamiento del clima en los últimos 50 años en el país. A partir de los resultados se realizó una investigación para saber cuál era la época en que menos milímetros cúbicos de precipitación se registran en el territorio mexicano, y en función de ello organizar un evento como Noche de las Estrellas o Reto México.

De esta forma, se eligió que el día más adecuado era el más cercano al 30 de noviembre y lo más cercano a una luna creciente. En esta fecha se podrá observar además de la Luna, las nebulosas de Orión y Pegaso, así como Júpiter y sus lunas si el cielo está completamente despejado, informó el especialista en instrumentación astronómica Alejandro Farah, del Instituto de Astronomía de la UNAM.

Así, tenemos que la Luna es uno de los 167 satélites hasta hoy contabilizados en el sistema solar. Mercurio y Venus son los dos únicos planetas que no tienen lunas; Júpiter tiene 63, mientras que la Tierra posee una al igual que Plutón (aunque este dejó de ser considerado planeta por la Asamblea General de la Unión Internacional Astronómica Internacional en el 2006).

Nuestro satélite tiene unos 4.5 mil millones de años de edad y está (en promedio) a 384 mil 400 kilómetros de distancia de la Tierra. En su rostro visible se observan cráteres, tierras altas, bajas planicies, rocas y polvo. Se sabe que su existencia produce las mareas en la Tierra, estabiliza la inclinación del eje terrestre y reduce de manera gradual la velocidad de rotación de nuestro planeta.

“La Luna se creó por la misma razón por la que se han creado los planetas, por atracción gravitatoria, y así como la Tierra gira alrededor del Sol, los satélites giran alrededor de los planetas por consecuencia de un balance energético, que es un equilibrio entre la masa y la atracción gravitatoria, y gracias a ello es que existe este balance entre estos dos cuerpos”, dijo el especialista en la generación de instrumentos de nueva tecnología para observatorios.

El doctor Farah añadió que la Luna se creó igual que la Tierra. El material de todo lo que conocemos y vemos (una mesa, una grabadora, una ensalada, nosotros) se formó en el centro de las estrellas, que son los “hornos” donde se crean los átomos que conforman todo.

“Cuando explota una estrella, el material que la conforma se dispersa y poco a poco por atracción gravitatoria se vuelve a juntar en diferentes configuraciones. Es así como la Luna y la Tierra se formaron. La mejor manera de describir el tamaño de la Luna es por su masa, la cual es casi ochenta veces menor que la de la Tierra con un diámetro de la cuarta parte de la misma”

El investigador destacó algunos aspectos interesantes de la Luna como:

1) No hay una época del año que se vea más cerca. La Luna tiene ciclos apegados a los de la Tierra, por lo cual se puede observar en cualquier época del año en su perigeo (el punto más cercano de su órbita) y en su apogeo (el más lejano).

2) Creemos verla más grande cuando se mira en el horizonte, lo que en realidad no pasa. Lo que ocurre es una ilusión óptica que sucede principalmente porque nuestro cerebro puede comparar la Luna, o cualquier otro objeto celeste, con el entorno cercano.

3) El periodo de rotación sobre su eje y de traslación alrededor de la Tierra son matemáticamente muy aproximados, lo que provoca que siempre veamos el mismo lado de la Luna.

4) La Luna es 400 veces más pequeña en diámetro que el Sol, pero está 400 veces más cerca, por lo cual aparentemente desde la Tierra podemos disfrutar de los eclipses totales de Sol. Una gran coincidencia matemática.

Alejandro Farah comentó que los cráteres, ocasionados por el choque de meteoros y asteroides y que llevan los nombres de grandes astrónomos como Kepler o Copérnico, y los mares son de las características más destacadas de nuestro satélite, que tuvieron como idea primigenia la que concibió Galileo Galilei, quien al ver por primera vez con telescopio la Luna pensó que las zonas que llamó mares en verdad lo eran, pues a través de un telescopio de una no muy buena óptica se ven azulosas, por eso una de esas regiones se llama Mar de la Tranquilidad. Hay que decir que Galileo no estaba tan equivocado, ya que hoy día es bien conocida la existencia de agua bajo la superficie lunar.

“Estudiar la luna actualmente ya no implica nada más saber cómo se mueve, cuál es su rotación; es decir, un poco lo que hizo Galileo. Hoy, los estudios que se hacen sobre nuestro satélite están enfocados, por ejemplo, a descubrir la presencia de agua y tipos de materiales que hay bajo la superficie. Hay que pensar que en algún momento la Luna podría ser una escala de viajes interplanetarios para lo cual es necesario instalar una estación espacial y conocer la mejor ubicación para la misma.

“Hay que recordar una cosa que es importante de la ciencia básica: no sabemos por qué se estudia tal o cual cosa o fenómeno, pero hay que hacerlo para entender. La ciencia básica se tiene que desarrollar por el simple hecho que nos hace cambiar el pensamiento humano. Los estudios sobre la Luna son un ejemplo de ello”.

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