Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/206/19
Ciudad de México, 07 de noviembre de 2019
Antes de la llegada de los españoles a lo que ahora es México las bebidas alcohólicas, entre ellas el pulque, estaban restringidas a ceremonias religiosas o a festividades especiales. En contraste en épocas recientes los mexicanos consumen alcohol de manera episódica y en grandes cantidades, lo cual ha generado que en 20 años las pérdidas de salud por enfermedades asociadas al consumo de este tipo de bebidas no hayan disminuido, señaló María Elena Medina-Mora doctora honoris causa por la UNAM.
Durante la conferencia “El alcohol antes y después de 1519” que tuvo lugar en El Colegio Nacional, la investigadora se refirió a los datos de la Encuesta Nacional de Adicciones de 2011 y la de 2016, éstos indican que el porcentaje del consumo diario de alcohol en población de 12 a 65 años pasó, para el caso de los hombres de 1.4 a 4.5, y para las mujeres de 0.2 a 1.4. Mientras que el consumo excesivo (más de cinco copas) aumentó de 20.9 a 29.9 en hombres y de 4.1 a 10. 3 en mujeres.
Para la integrante de la Academia Mexicana de Ciencias en el país el aumento en el consumo del alcohol ha sido explosivo y existe poca percepción acerca de las consecuencias del abuso de estas bebidas, entre ellas enfermedades y violencia.
Además, a diferencia de lo ocurrido en la época precolombina en donde había un método de control efectivo, el rechazo social generalizado, para limitar la cantidad de alcohol que se tomaba, las normativas de hoy en día son limitadas y carecen de controles de vigilancia a fin de garantizar su cumplimiento.
En el caso del pulque, era un producto restringido a ceremonias y fiestas. En ese entonces los gobernantes aztecas tenían mecanismos para sujetar su consumo al ritual religioso. Sin embargo, tras la Conquista y con la introducción de las festividades del calendario cristiano, el discurso normativo del alcohol careció de medidas efectivas y además prevalecieron los intereses de mercado.
La destilación aportó un medio capaz de transformar una parte de la cosecha en una mercancía de fácil almacenamiento y transportación, de esta manera las bebidas destiladas llegaron a ser un producto importante en el comercio colonial.
Lo anterior, agregó la especialista en salud mental y adicciones, se debió a un contexto histórico particular, en el cual se rompió el equilibrio entre la embriaguez permitida y los controles para limitar el abuso. “No sólo fue posible adquirir bebidas como el vino, la cerveza o el aguardiente; también se adoptaron nuevos hábitos de consumo ocasional, pero excesivo, en especial en las fiestas”.
Además de las modificaciones en la cantidad de alcohol ingerido por los mexicanos, también se ha transformado la predilección por ciertas bebidas. En el caso del pulque, la Encuesta Nacional de Adicciones de 1998 indicaba que el promedio nacional de consumo de esta bebida en México, en una población urbana de 18 a 65 años, era del 3.1%.
Así, aunque el pulque se sigue tomando, principalmente en el centro del país, ha ido perdiendo lugar ante la cerveza, en especial entre los jóvenes. De acuerdo a esa misma encuesta el 67.6% de hombres y 28.89% de las mujeres que bebían alcohol, la preferían.
Ante este panorama, la doctora María Elena Medina-Mora dijo es relevante destacar el impacto en la salud por el abuso de las bebidas embriagantes, ya que nivel mundial el 32.1% de las muertes violentas en los hombres y el 20% en las mujeres están relacionadas con el alcohol, y el consumo de éste también es un factor de riesgo asociado a más de 200 enfermedades, una ellas es la cirrosis.
“Entonces si se busca reducir el número de muertes o los factores de riesgo de padecer diversas enfermedades, es necesario tomar en cuenta la evidencia disponible y actuar en consecuencia, es decir desarrollar políticas públicas adecuadas para tal fin”, resaltó la investigadora.
Noemí Rodríguez González
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