Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/116/12
México, D.F., 6 de junio de 2012
El Castillo de Chapultepec, uno de los escenarios que se eligieron en la Ciudad de México para contemplar el último Tránsito de Venus de nuestro tiempo, recibió la tarde del 5 de junio del 2012 a cientos de visitantes, niños, jóvenes y familias que atiborraron las conferencias y los telescopios para divisar este raro fenómeno astronómico, el cual volverá a ocurrir dentro de 105 años.
El ambiente fue de gran expectación. Las casi tres horas que duro el avistamiento desde el territorio mexicano no fue limitante para que los entusiastas visitantes permanecieran desde el inicio del fenómeno hasta que el sol se ocultó en el horizonte. Un espontáneo aplauso de los asistentes al final de la jornada fue el colofón de despedida.
El Castillo de Chapultepec recobró por unas horas uno de los usos que ha tenido en sus más de tres siglos de existencia y que no se ha repetido más, el de observatorio astronómico, el primero que hubo en el país, en 1878.
Para la especial tarde en el Alcázar se impartieron conferencias de temas astronómicos, en la Pérgola se instalaron telescopios y en el auditorio del castillo los asistentes observaron a través de una pantalla la imagen en vivo del paso de Venus por el disco solar, señal que brindaron el planetario de Torreón, Coahuila, y el telescopio de San Pedro Martir, en Baja California.
El Tránsito de Venus comenzó a las 17:05 y concluyó cerca de las 19:30 horas local.
El sol se abrió paso entre las nubes
Aun cuando había pronóstico de lluvia en la capital mexicana, ésta no se presentó, al menos en la zona de Chapultepec, pero un sistema de nubes impidió la observación a los asistentes que con protectores solares en mano se disponían a observar al astro rey, y otros realizaban filas para ver a través del telescopio a Venus, un punto, un lunar en movimiento que cruzó la parte superior del Sol, por encima de su ecuador. El fenómeno consiste en la alineación del Sol, Venus y la Tierra.
En medio de esa nubosidad el Sol pudo abrirse paso, apenas dos ventanas que por breves momentos permitieron divisarlo pleno, cegador, provocando que el público se arremolinara aún más en torno a los telescopios y sacara de prisa las micas protectoras. Un último momento de observación, el más largo de la tarde, fue precisamente cuando la estrella se ponía en el horizonte y Venus se había adentrado ya en el disco solar.
Fueron casi tres horas en las que nadie se quejó pese a la espera en una tarde que resultó placentera, con un clima agradable. El Tránsito de Venus bien valía la pena, pues para observar nuevamente este fenómeno astronómico deberán esperar hasta el 2117.
La divulgación de la ciencia, de fiesta
El Transitó de Venus, cuya duración total fue de seis horas y 40 minutos, resultó un excelente marco para la divulgación de la ciencia en el área de Astronomía. Antes de iniciar la observación y durante la misma los organizadores del evento programaron una serie de conferencias para brindar información relacionada con el fenómeno astronómico.
El programa de pláticas inició con la exposición “Historia de los Tránsitos de Venus” por Daniel Flores, del Instituto de Astronomía, quien recordó que estos tránsitos se observaron en 1631, 1639, 1761, 1769, 1874 y 1882, pero que estos pasos de Venus se dieron igualmente en épocas tempranas y se observaron en Babilonia y en 1641, 1520, 1512, 1406, todos años antes de nuestra era.
Para consuelo de las próximas generaciones, dijo, se tendrá la recompensa de ver los Tránsitos de Mercurio: 9 de mayo de 2016, 11 de noviembre de 2019 y 13 noviembre de 2032.
A esta conferencia le sucedieron las de Guía para el Tránsito de Venus, Agujeros negros y Evolución del universo y las galaxias. El público, integrado por niños y jóvenes en su mayoría, y por adultos, participó en sesiones de preguntas y respuestas.
Para la observación del último Tránsito de Venus de nuestro tiempo participaron entre otras instituciones la Academia Mexicana de Ciencias, la UNAM, la Embajada de Francia, la organización Noche de las Estrellas, Cosmos, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
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