Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/090/19
Ciudad de México, 2 de mayo de 2019
La implementación de técnicas biométricas en América Latina para tener un mayor control migratorio en fronteras internacionales, aeropuertos, estaciones de ferrocarril y de autobuses son objeto de estudio de académicos como Fernando Neira Orjuela, quien observa en estas tecnologías una opción para conocer la trayectoria del migrante en el territorio y tener mayor capacidad de protegerlo.
Los gobiernos recurren a estos sistemas biométricos para identificar, verificar y clasificar la identidad de las personas, sobre todo, de aquellas que podrían representar un peligro potencial, como terroristas y migrantes no deseados.
En años recientes se ha usado la tecnología para registrar las huellas dactilares, rostro, iris, firma y geometría de la mano de un individuo —rasgos inmodificables de cada ser humano—, pero en el caso europeo y en Estados Unidos, incluso se pide a las aerolíneas que proporcionen información anticipada del pasajero, incluyendo los datos de sus tarjetas de crédito.
“Bajo el esquema del Pacto Mundial de las Migraciones Segura, Ordenada y Regular, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se busca que estos sistemas permitan captar al migrante que pretende cruzar el territorio, identificarlo con su huella dactilar e iris de tal manera que se le pueda seguir durante todo su recorrido por México y se sepa quién es, buscando evitar que ingresen personas que tuvieran algún tipo de conflicto con la ley”, indicó el catedrático del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM.
El debate está en si estos datos sensibles caen en las manos equivocadas o se convierten en un elemento que justifique la discriminación, restrinja libertades civiles y contribuya al aumento de la cultura de la vigilancia.
México, como Estado miembro de la ONU, al haber firmado este documento el pasado 13 de julio de 2018, se ha comprometido a mejorar la gestión de la migración a nivel local, nacional, regional y mundial; de cara al reto que representa recibir a miles de migrantes centroamericanos.
El integrante de la Academia Mexicana de Ciencias señaló que hace unos años alrededor de 500 mil personas centroamericanas viajaban por el territorio nacional pero las políticas estadounidenses de persecución, separación de familias y riguroso control de quienes piden asilo político han disminuido esta cifra, al grado que se habla de llegar a un punto de migración cero.
“Los flujos migratorios que atraviesan el territorio mexicano son cercanos a las 300 mil personas; sin embargo, persiste la idea de que aumentan los migrantes centroamericanos que pretenden pasar por México para llegar a Estados Unidos”, comentó el doctor en estudios de población por El Colegio de México.
La política antiinmigrante implementada desde la administración del presidente Barack Obama y vigente en la presidencia de Donald Trump ha trasladado el conflicto migratorio a México. “En ese sentido, la biometría va a comenzar a jugar un papel cada vez más relevante. Estos procesos no son inmediatos por los costos de los equipos, pero creo que conforme haya más claridad en su operación vamos a ver mejores resultados en términos de protección de migrantes y protección de estos flujos”, comentó.
El especialista en demografía hizo hincapié en que han cambiado las formas y los protagonistas porque de ser flujos que venían por conteo o grupos pequeños ahora son caravanas, lo cual ha generado al migrante mayor protección, porque le ayuda a no ser extorsionado por agentes migratorios o a ser agredido por grupos delictivos, pero, por otro lado, ha generado una reacción de poco apoyo de algunos sectores de la sociedad mexicana.
En el pasado se veía que viajaban jóvenes principalmente; ahora, dijo Neira Orjuela, se trasladan familias enteras e incluso niños solos, menores de edad, lo cual hace del panorama migratorio algo muy complicado porque estos sujetos son más vulnerables y orillan a tomar nuevas medidas.
En este escenario, México pasa a ser un actor protagónico en el manejo de la migración, y lo llevará a ser un referente para que otros países sigan sus enseñanzas y sus experiencias. “Somos todo un laboratorio para la región. Creo que tiene mucha importancia la firma por el Pacto Mundial sobre la Migración Segura, Ordenada y Regular en el mundo porque México se comprometió a la protección de los derechos humanos de los migrantes y ha comenzado a jugar un papel protagónico para la región”, destacó.
Entre las acciones que el gobierno mexicano ha comenzado a adelantar para cumplir con dicho pacto, está el Plan de Desarrollo Integral (PDI), respaldado por un fondo, en el que participan Estados Unidos, Canadá, Japón, la Unión Europea, Honduras, El Salvador y Guatemala, el cual pretende financiar proyectos en Centroamérica y, por ende, reducir la migración proveniente de los países que la integran.
Para el PDI México tiene proyectado invertir fondos para los próximos cinco años a la región centroamericana bajo cuatro ejes: origen, tránsito, destino y retorno. El plan consistirá en proyectos energéticos, agrícolas, educativos y sanitarios en Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, informó el investigador.
Luz Olivia Badillo.
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