Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/063/14
México, D.F., 22 de febrero de 2014
Dentro de las 237 hectáreas que conforman la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, un ecosistema urbano único en el Distrito Federal, se encuentra una planta muy peculiar llamada Begonia gracilis; y es que una de las características de esta planta es que engaña a sus polinizadores.
En general, para que las plantas con flores sean fecundadas necesitan de un mediador que lleve los gametos masculinos, insertos en el grano del polen, a los órganos femeninos. La begonia produce flores masculinas y femeninas en plantas separadas. Los polinizadores buscan alguna recompensa en las plantas, este puede ser polen o néctar. En el caso de la Begonia gracilis sólo le interesan las masculinas, sin embargo, las flores femeninas se parecen mucho a las masculinas y engañan a los bichos haciéndoles creer que encontrarán polen en ellas.
“El propósito de observar las interacciones entre la planta y los polinizadores es detectar cuáles son los procesos que moldean a éstas y su evolución” explicó el doctor César Domínguez director del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La interacción entre organismos está mediada por señales que les permiten sobrevivir y reproducirse. En el caso de las begonias, si la estructura reproductora masculina llamada androceo indicara de acuerdo a su tamaño la cantidad de polen que tiene, los polinizadores sólo acudirían a las flores masculinas con un androceo grande; sin embargo las begonias femeninas han logrado desarrollar un mecanismo de percepción visual que engaña a los polinizadores.
Al interactuar los organismos generan una oportunidad de intercambiar señales, el asunto está en cómo las interpretan. “La honestidad es una cosa relativa, es un juego que cambia todo el tiempo, y nosotros investigamos la evolución de la deshonestidad o la evolución de los engaños en las plantas”, explicó el investigador.
La estrategia de las begonias femeninas para atraer a los polinizadores, consiste en imitar a las masculinas y manipular la percepción del polinizador, haciendo que el androceo parezca más grande.
Para analizar la eficacia biológica de esta estrategia, los investigadores del Instituto de Ecología crearon tres “poblaciones artificiales” con más de 300 begonias cada una. En donde manipularon la percepción del androceo colocando corolas artificiales hechas con papelitos post-it rosa de diferentes tamaños en begonias silvestres.
Cuando la corola hecha por papel es grande, las estructuras masculinas aparentan ser más pequeñas, pero cuando la corola es pequeña, el androceo parece mucho más grande de lo que en realidad es.
Los resultados demostraron que los polinizadores visitaban más a las flores con corolas pequeñas, ya fueran femeninas o masculinas, sobre todo a aquellas en las que el tamaño aparente de los órganos reproductivos era más grande.
“Específicamente, evaluamos el papel de la imitación y la explotación de los sesgos sensoriales en el éxito reproductivo de los machos de estas plantas, evaluada por la cantidad de visitas de polinizadores, y en las flores femeninas por la probabilidad de reproducirse”, concluyó el doctor César Domínguez.
Lo anterior es una prueba de las distintas estrategias para sobrevivir en las plantas.
Mariana Dolores
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