Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/075/09
México, D. F., 8 de junio de 2009.
El desinterés de la sociedad, la desatención de los profesionales de la salud, la limitación en las condiciones de espacio y tiempo para tener intimidad, además de la falta de información, aunada a los prejuicios culturales que vinculan la sexualidad con la juventud, son las principales causas de que los ancianos no disfruten de una salud sexual con niveles óptimos, afirmó Eusebio Rubio-Aurioles, director general de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, A. C.
En el artículo titulado “Sexualidad y Envejecimiento”, publicado en el más reciente número de la Revista Ciencia, órgano de difusión de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), indicó que la mayoría de las personas de la tercera edad conservan interés en la actividad erótica, la cual consideran algo importante, pero aunque tienen problemas sexuales que pudieran ser tratados médicamente, no piden ayuda a los profesionales por considerarlo inadecuado.
El especialista en sexualidad humana afirmó que la edad parece no afectar la capacidad de amar o de enamorarse y citó el estudio de Seeman y colaboradores (2001), el cual demuestra que la presencia de ligas afectivas importantes es un factor que protege del deterioro cognitivo que sufren muchos adultos mayores. Sin embargo, anotó, existe una carencia importante de datos generados en estudios bien controlados respecto a los cambios de la capacidad amatoria.
La respuesta sexual, base física de la vida erótica, tiene cambios importantes determinados por la edad, pero la capacidad de significación erótica y de gozo permanecen sin ser afectadas. “Muchos adultos mayores se enfrentan a la pérdida de sus compañeros de vida y a la soledad, además de la idea equivocada de que la vida sexual es algo que debería haber acabado es lo que suele impedir que busquen relacionarse nuevamente”, comentó Rubio-Aurioles.
La idea del famoso “viejo rabo verde”, como un individuo extraño y peligroso, es un grave error de apreciación de la realidad humana, consideró el autor, y citó el Estudio Global de Actitudes y Comportamientos Sexuales de la empresa Pfizer (Pfizer 2002), que incluyó a más de 26 mil hombres y mujeres de entre 40 y 80 años, entrevistados en 29 países, del cual se desprende que el 83 por ciento de los hombres y 63 por ciento de las mujeres consideran importante, muy importante o extremadamente importante la vida sexual.
México, con un 79 por ciento, considera muy importante la vida sexual en adultos mayores, por encima de países como Estados Unidos, Canadá y Brasil, pero por debajo de Italia, Indonesia, Corea e Islandia.
En el estudio de Lindau y colaboradores (2007), agregó Rubio-Aurioles, quedó demostrado que la disminución de actividad sexual de los ancianos depende de su estado de salud, edad y disponibilidad de un compañero o compañera, pero no llega a desaparecer y los adultos mayores que continuaban con dicha actividad reportaron prácticas eróticas con frecuencia comparable a la de grupos de edades de entre 30 o 40 años.
Sin embargo, con el paso del tiempo, muchas de las disfunciones sexuales se hacen más frecuentes. Tanto en los hombres como en las mujeres hay una disminución del deseo sexual por los cambios hormonales; en el hombre es común la disfunción eréctil y en la mujer los problemas de lubricación pueden causar dolor durante la actividad sexual, además de dificultades para alcanzar el orgasmo.
“Atender las disfunciones sexuales del anciano es uno de los grandes pendientes de nuestro sistema de salud, y el derecho a la salud incluye la sexual, por lo que no existe ninguna justificación para negar este derecho. Se requieren cambios de tipo educativo y cultural sobre la sexualidad en la tercera edad que nos permitan gozar de este aspecto fundamental de la vida, cuando lleguemos a ella”, concluyó el especialista.
La Revista Ciencia puede consultarse en la página: http://www.revistaciencia.amc.edu.mx/
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