Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/158/19
Ciudad de México, 23 de agosto de 2019
Christiane Dosne Pasqualini es una mujer nacida en Francia, criada en Canadá y argentina por adopción. Llegó a los 22 años a Buenos Aires para trabajar junto al Premio Nobel, Bernardo Houssay. Se especializó en medicina experimental en leucemia, buscó la causa del cáncer en sus ratones de laboratorio y gracias a sus aportaciones se convirtió en 1991 en la primera mujer en ocupar un asiento en la Academia Nacional de Medicina de Argentina. Esta investigadora, madre de cinco hijos, es también musa y la heroína de Belén Pasqualini, artista que rinde un homenaje en vida a su abuela a través de Christiane. Un bio-musical científico.
Y aunque es una obra con mucha ciencia detrás, está dedicada a toda la gente apasionada por su quehacer y por su actividad, pero también para todos los que aún no encuentran esa pasión, porque invita a reflexionar y a responder la pregunta ¿qué me gusta hacer?
A veces pareciera que estamos un poco condenados a hacer lo que nos tocó, a trabajar de lo que se puede para sobrevivir y, yo creo que hay un compromiso grande con uno mismo. Estoy convencida que la mejor forma de pagarse el alquiler es haciendo lo que a uno le gusta, pero antes hay que hacerse esa pregunta incómoda —¿qué me gusta?— y salir a concretar la respuesta, que implica mucho esfuerzo pero también trae mucha satisfacción, sostuvo Pasqualini, licenciada en actuación, también música y compositora.
En entrevista con la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), narró que esta obra la escribió en 2013 después de que su abuela publicara el libro Quise lo que hice. Autobiografía de una investigadora científica, 2007. Y por cuestiones de la vida la pudo estrenar hasta 2017. Desde entonces ha hecho alrededor de 120 funciones en Argentina, Brasil, México, Colombia, Panamá y Estados Unidos.
El libro que escribió la abuela se llama así por una frase de Jean Paul Sartre: “Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”, “y mi abuela siempre fue una apasionada de su trabajo como investigadora en el ámbito de la leucemia, lo hizo siempre con mucho tesón trabajando doce horas al día y con cinco hijos en casa, nunca la escuché quejarse”
Quién es la abuela
Christiane Dosne Pasqualini nació el 9 de febrero de 1920 en Saint Denis, suburbio de París. Es hija de padres franceses que emigraron a Canadá en 1926. “Mis papás eran muy jóvenes y disfrutaban de sus cuatro hijos. Yo era la mayor, seguida de James, que nació en 1921, Francis, en 1923, y por último Sergine, en 1925. Mis papás tenían una consigna: Il faut être gai (hay que ser alegre). En casa, la palabra ‘no’ estaba vedada. Incluso aún hoy recuerdo las vueltas que debía dar para evitarla y sin embargo expresar una negativa”, narra en su libro autobiográfico la investigadora.
En ese mismo texto recuerda que desde muy chica supo que deseaba ser como su padre, que era ingeniero químico. “Él me contaba que había asistido a las clases de Marie Curie en la Sorbona, lo que me provocaba una extraña fascinación”.
Así, Dosne Pasqualini se inició precozmente en la investigación en biomedicina junto a Hans Selye en McGill University (Montreal), obteniendo un doctorado en medicina experimental en 1942. En ese año llegó a Buenos Aires con una Beca de la Federación Canadiense de Mujeres Universitarias para trabajar con Bernardo A. Houssay, quien ganó el Premio Nobel en 1947 en el área de Fisiología y Medicina. También trabajó en Santiago de Chile con Alejandro Lipschütz y con C.N.H. Long en Yale University (EE.UU.). Entre sus amigos de entonces destacan personajes como Alfredo Lanari, Eduardo Braun Menéndez, Luis Leloir, Vicente Cicardo y Alfredo Pavlovsky.
A través de las páginas de su autobiografía científica, varios retratos notables se perfilan, sobre todo el de su compañero de toda la vida, el doctor Rodolfo Pasqualini. De gran actuación médica, fundó el Instituto Nacional de Endocrinología, fue profesor titular de la Universidad de Buenos Aires en Clínica Médica y autor de importantes libros de texto universitario. Juntos formaron una gran familia: cinco hijos, diecisiete nietos, veintidós bisnietos.
Christiane Dosne Pasqualini supo llevar adelante la vida doméstica y la académica en una época en que las mujeres despuntaban apenas en su profesión. Asimismo, acompañó la profesionalización de la ciencia que gracias a la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) por el científico Houssay en 1958, permitió que la mujer pudiera acceder a los más altos niveles de la investigación. Escritora incansable, con más de cuatrocientos trabajos publicados y miembro del Comité Editorial de la revista Medicina (Buenos Aires) desde 1967.
“Diría que mi vida es doble, ya que por un lado se encuentra la de mi entorno familiar, y por otro, la de mi trabajo. Estas son dos prioridades bien determinadas. Ahora, a los 91 años, sigo al pie del cañón –aunque más lentamente–, disfrutando de mi trabajo, de mis hijos, de mis nietos, de mis bisnietos, de mis discípulos y de mis amigos. La coronación de una buena vida. ¿Por qué no contarla?”, escribió mi abuela y fue la misma pregunta que yo me hice al adaptar la obra, y en un principio pensé que esto le interesaría a mi familia y a algunos amigos, pero no fue así, porque “la pasión es universal”.
Con dos atriles con dibujos, un piano, un juego de luces, libros, premios, testimonios, cinco canciones (cuatro de ellas escritas por Belén), la obra fluye en una hora, contagiando esa alegría por vivir haciendo lo que uno quiere.
“Es una obra que si eres científico le encontraras una quinta pata de humor. Hay chistes para científicos, de la obsesión, de la paranoia de un científico, de la adicción al experimento, del vínculo del científico con su búsqueda, con su quimera infinita de aportar algo a la gran catedral del conocimiento que es la ciencia”.
Pero el que no es científico, no se siente expulsado en ningún momento, porque es una historia universal, que habla de un personaje apasionado por la ciencia, tan es así que describe su casamiento en términos de hipótesis científica, enumera lo que llevaba puesto el día del casamiento como si fuera la descripción de un experimento.
“Mi abuela luchó un montón para que la dejaran investigar en ámbitos muy machistas. Pero cuando le he preguntado si se considera una feminista, me ha dicho que no, pero porque ella está más en la vanguardia de lo que una podría imaginar, porque ni siquiera se puso a pensar en soy mujer y tengo derecho, simplemente se puso metas y no permitió que nadie se le pusiera en el camino, hombres o mujeres —que se corra todo, yo voy a mi meca—.”
En resumen, Belén cuenta la pasión de su abuela a través de su propia pasión, el teatro. Es una obra que logra emocionar, conmover y contagiar el espíritu de esa mujer que este año llegó a los 99 años, quien “debió titular su autobiografía Hice lo que quise, porque nada ni nadie pudo jamás detenerla, y por fortuna eso es contagioso y duradero, como lo atestigua una pléyade de discípulos, escribió en el prólogo del libro el investigador Marcelino Cereijido”, integrante de la AMC.
La obra Christiane, que ganó 3 Premios Hugo 2017 (Mejor Libro de Musical / Mejores Letras de Musical argentino / Mejor Espectáculo Musical para un solo Intérprete) se presenta en la Ciudad de México en tres fechas 24, 31 de agosto y 1 de septiembre en el espacio cultural Juana Cata.
Elizabeth Ruiz Jaimes.
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