Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/039/17
Ciudad de México, 20 de febrero de 2017
En el 2015 se realizó, a través de la Iniciativa Arrecifes Saludables, una evaluación del estado del Sistema Arrecifal Mesoamericano, también conocido como Gran Arrecife Maya, en el que se concluyó que del 70% al 80% de los arrecifes coralinos de los sitios estudiados se encuentran en un estado que va de regular a mal, solo el 9% presenta un buen estado, y uno de estos es el Arrecife Limones, ubicado en el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos en Quintana Roo.
El Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM) se extiende más de mil kilómetros a lo largo de las costas de México, Belice, Guatemala y Honduras, y es la segunda barrera arrecifal más grande del mundo. El SAM es una región caracterizada por arrecifes de borde, de barrera y atolones, además de cayos, islas, humedales costeros, lagunas arrecifales y costeras, praderas de pastos marinos y bosques de manglar.
Con el objetivo conocer el estado de los arrecifes coralinos del SAM y las estrategias de manejo que los seres humanos están aplicando para su conservación, se realizó el Reporte del estado de salud del Sistema Arrecifal Mesoamericano, en el que se evaluaron cuatro indicadores clave en 248 sitios –86 en México, 94 en Belice, 8 en Guatemala y 60 en Honduras– los cuales fueron monitoreados entre 2013 y 2014.
Uno de los cuatro indicadores que conforman el Índice de Salud Arrecifal, que se desarrolló para este informe, es la cobertura de coral, ya que son estos animales los que construyen los arrecifes, pero también son susceptibles a diversos factores de estrés como el cambio climático, el desarrollo costero o la contaminación. “Si hay menos corales disminuye la capacidad de construir arrecifes, proveer de hábitat a diversas especies y además se pierden múltiples servicios ecosistémicos”, explicó el doctor Lorenzo Álvarez Filip, de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
Otro indicador es la cantidad de macroalgas que, si bien siempre han estado asociadas a los arrecifes, en las últimas décadas a lo largo del SAM y en general en el mar Caribe han incrementado; lo anterior puede estar determinado por la contaminación, el aporte de materia orgánica proveniente del drenaje o de los fertilizantes, lo que favorece su crecimiento. Y cuando en un arrecife el nivel de algas es alto, estas empiezan a dominar el espacio y no dejan que los corales crezcan o se recuperen.
Entonces, reducir la contaminación y la sobrepesca, especialmente de herbívoros clave como los peces loro que mantienen los arrecifes limpios, puede contribuir a la disminución de las macroalgas y promover así el crecimiento coralino.
Los otros dos indicadores tienen que ver con la cantidad de peces. El primero es la biomasa (peso estimado en relación al tamaño) de peces herbívoros que se comen las algas del arrecife. El otro indicador es la biomasa de peces de importancia comercial y peces carnívoros, ya que su presencia muestra la capacidad de los arrecifes para proveer recursos pesqueros. Un arrecife con peces de importancia comercial, como los meros o pargos, mantiene las redes tróficas saludables.
Al integrar estos cuatro indicadores se establecieron cinco calificaciones acerca del estado de salud del SAM: muy bien, bien, regular, mal y crítico. “En la categoría muy bien esperamos ver muchos peces, coral y pocas algas, mientras que en un estado crítico muchas algas, pocos peces y poco coral”.
Así, el informe del 2015 concluye que en el SAM la cobertura de coral ha mejorado, sin embargo, las macroalgas han aumentado. Mientras que los peces herbívoros siguen aumentando y la cantidad de peces de importancia comercial es mayor que en 2006. En lo que respecta al Arrecife Limones, señala que este tiene una de las más grandes y sanas coberturas del coral cuerno de alce en el SAM.
El Arrecife Limones
El Arrecife Limones, ubicado en el Parque Nacional de Arrecife de Puerto Morelos, tiene una gran población del coral Acropora palmata conocido como cuerno de alce, especie que perdió durante los años ochenta cerca del 80% de su población a causa de dos grandes epidemias.
En el estudio Assessment of Acropora palmata in the Mesoamerican Reef System, en el que participó el doctor Álvarez Filip, se evaluó el estado de las poblaciones del coral cuerno de alce a lo largo de los más de mil kilómetros de longitud del Sistema Arrecifal Mesoamericano. “En este trabajo comparamos 107 arrecifes que componen el SAM e identificamos que este coral se encontraba en el 20% de los sitios estudiados. En el Arrecife Limones se hallaron poblaciones saludables y abundantes, con más del 30% del arrecife cubierto por colonias de A. palmata”.
El coral A. palmata, especie enlistada para protección en la Norma Oficial Mexicana 059 –que agrupa a las especies incluidas en alguna categoría de riesgo– y clasificada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza en peligro crítico, es el principal constructor de arrecifes someros en el mar Caribe.
Los arrecifes de coral de aguas someras son estructuras formadas por restos calcáreos de diferentes organismos, principalmente de corales pétreos, que al depositar su esqueleto forman estructuras submarinas complejas que ofrecen refugio y alimento a otras especies. En el caso de A. palmata crece de forma ramificada como un árbol, y construye arrecifes relativamente rápido.
Además, este coral crece en una zona conocida como cresta arrecifal, que sirve de barrera natural ante tormentas y huracanes. “Tener un arrecife en el que el coral cuerno de alce se encuentra de manera abundante y saludable, hace necesario que nos concentremos en entender por qué presenta las características que observamos y así poder replicar dichas condiciones en otros arrecifes coralinos, y lo más importante: conservarlo”.
Amenazas locales
Los corales constructores de arrecifes mantienen una relación de simbiosis obligada con organismos del grupo de los dinoflagelados, que les ayudan a calcificarse de manera eficiente; ante los cambios en la temperatura del agua esta simbiosis se rompe y el coral se queda sin la energía necesaria para construir arrecifes, y con el tiempo el coral puede tener dificultades para reproducirse. Entonces, aunque el cambio climático no está necesariamente matando a los corales, sí los debilita.
En el caso de los arrecifes del Caribe mexicano, las amenazas locales que se suman al cambio climático son el desarrollo costero, la destrucción de hábitat asociado (pastos marinos, mangles, lagunas costeras) y en especial el inadecuado manejo de las aguas residuales.
En este sentido, las Áreas Naturales Protegidas que tiene el Caribe mexicano protegen el mar, pero no tienen la capacidad de controlar los efectos que vienen de la tierra, tal es el caso del desarrollo costero. Por ello, “si realmente queremos proteger los arrecifes de coral en el Caribe mexicano, tenemos que concentrarnos en disminuir las amenazas asociadas a la rápida tasa de desarrollo costero y al inadecuado manejo de las aguas residuales en la región; también debemos empezar a exigir los recursos y el personal necesario para garantizar la conservación de los arrecifes”, dijo el especialista en ecología y conservación de ecosistemas costeros en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias.
En la actualidad, el investigador quien colabora en la Iniciativa Arrecifes Saludables, trabaja en la reconstrucción histórica de los cambios en diferentes arrecifes del Caribe mexicano, incluido el Arrecife Limones, que ha sido designado como hábitat crítico y está cerrado al turismo y la pesca. Además, junto a otros especialistas, el doctor Álvarez Filip trabaja en el Reporte del estado de salud del Sistema Arrecifal Mesoamericano del 2017.
Noemí Rodríguez González.
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