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Analizan vías para controlar presencia de la mosca mexicana de la fruta

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/007/19
Ciudad de México, 11 de enero de 2019

  • Durante y después de la cópula el macho excreta sustancias en las hembras que regulan su comportamiento y podrían ser clave para optimizar el control de esta plaga en el campo mexicano.
Con el objetivo de controlar eficazmente la natalidad de la mosca mexicana de la fruta, se implementa la técnica del insecto estéril, la cual consiste en producir masivamente al mosquito macho en una planta y cuando alcanza un cierta edad es esterilizado mediante rayos gamma para luego ser liberado en los cultivos para que se aparee con las hembras silvestres y estas no tengan huevos fértiles.
Con el objetivo de controlar eficazmente la natalidad de la mosca mexicana de la fruta, se implementa la técnica del insecto estéril, la cual consiste en producir masivamente al mosquito macho en una planta y cuando alcanza un cierta edad es esterilizado mediante rayos gamma para luego ser liberado en los cultivos para que se aparee con las hembras silvestres y estas no tengan huevos fértiles.
Foto: autor Andrés Díaz Cervantes, cortesia de la doctora Diana Pérez Staples.
Imagen en alta resolución

La mosca mexicana de la fruta, especialmente la especie Anastrepha ludens, es un insecto plaga que ocasiona daños a los frutos que siembran los productores de mango y cítricos. Su distribución natural es el territorio mexicano, algunos países de Centroamérica y el sur de Estados Unidos. Su capacidad de adaptación y reproducción ha convertido a estas moscas en un problema para el campo ya que parasita a las frutas; una hembra puede poner hasta dos mil huevos y su ciclo de vida es de 40 días máximo.

Hay distintos métodos para controlar su proliferación, siendo la técnica del insecto estéril la más efectiva por ser amigable con el medio ambiente, la cual consiste en producir masivamente al mosquito macho en una planta y cuando alcanza una cierta edad es esterilizado mediante rayos gamma para luego ser liberado en los cultivos para que se aparee con las hembras silvestres y éstas no tengan huevos fértiles.

Este método se desarrolló en 1947 y ha mostrado ser efectivo para diversos tipos de insectos plaga; no obstante, se busca encontrar procedimientos más competitivos que permitan que el macho tenga mayor empuje sexual antes de liberarlo para copular. En el Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada (Inbioteca) de la Universidad Veracruzana, Diana Pérez Staples trabaja con diversas especies de Anastrepha, estudia la fisiología y comportamiento sexual de esta plaga agrícola.

“Me interesa estudiar en el laboratorio los procesos que ocurren durante y después de la cópula de estas plagas. Se ha observado que durante la reproducción sexual el macho transmite a la hembra espermatozoides y otros componentes que son generalmente péptidos, como componentes de las glándulas accesorias, órganos localizados hacia los lados del oviducto común y por debajo de los ovarios”, comentó la integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

Esas secreciones que transmiten los machos a las hembras le producen cambios importantes después de la cópula, por ejemplo, apagan la receptividad sexual femenina, le transmiten un tipo de sustancias antiafrodisiacas y/o sustancias que incrementan la oviposición de las hembras, lo que significa que las hace más propensas a poner huevos, explicó la doctora.

Pérez Staples agregó que estos péptidos pueden cambiar a las hembras, por ejemplo, su comportamiento olfativo para que no respondan a las feromonas sexuales de los machos y que en lugar de ello respondan a los aromas de las frutas. “Esos comportamientos, en un contexto de plagas, son importantes porque tienen connotaciones para el desarrollo de trampas, manejo de plagas y desde el punto de vista de la teoría de selección sexual es interesante entender cómo es que los machos manipulan a las hembras”.

La idea es que para las hembras silvestres el macho estéril sea más atractivo y, por tanto, se controle más eficientemente la natalidad de la mosca mexicana de la fruta. La investigadora, quien fue beneficiaria de la Beca Unesco-L’Oréal para Jóvenes Investigadoras en Ciencias de la Vida (2006-2008), suele trabajar con productores de mango de Veracruz para hacer colecta de individuos en campo, así como probar nuevas técnicas de control.

“Nuestra investigación se basa en la observación de conductas. Obtenemos el material biológico en la fábrica Moscafrut —especializada en el control y erradicación de las moscas de la fruta con la técnica del insecto estéril— y en el laboratorio observamos su comportamiento tras probar distintos tratamientos. Estudiamos los componentes de las glándulas accesorias, y la respuesta en las hembras. También tratamos con aromaterapia al macho para que se incremente su competitividad sexual o algún tipo de hormona para que madure más rápidamente que el macho silvestre”, comentó.

Diana Pérez Staples participó en el equipo encabezado por el doctor Francisco Díaz Fleischer, también adscrito al Inbioteca e integrante de la AMC, en el patentamiento en 2017 de una trampa para atraer a moscas de la fruta. Consiste en una estación, semejante a un bebedero para colibríes, que administra insecticida por más tiempo que las trampas que se encuentran en el mercado. Hoy este grupo trabaja en un prototipo para venta, pues la idea es que se comercialice en unos años.

Luz Olivia Badillo.

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