Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/219/18
Ciudad de México, 21 de septiembre de 2018
Los acontecimientos violentos tienen repercusiones en memorias, recuerdos y emociones de las personas, de ahí la relevancia de estudiar lo que suscitan los movimientos sociales que surgen tras diferentes actos violentos, como es el caso de la muerte de seis personas y la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero, en septiembre de 2014.
El movimiento social por Ayotzinapa fue masivo, en él se involucraron personas de diferentes organizaciones, hubo manifestaciones constantes en las calles durante meses, actividades en las escuelas y universidades, así como en diferentes puntos de la Ciudad de México, principalmente, lo que lo hace un movimiento que merece ser estudiado, consideró Anna María Fernández Poncela, de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco.
Otro ejemplo de estas actividades son las multitudinarias marchas en varias ciudades del país y del extranjero, “el pase de lista a los 43 en las escuelas cuando el profesor hacía lo propio en su salón, los dibujos de niños y niñas que se pegaban en la puerta de su escuela, los performances en centros comerciales o de afluencia pública, las veladoras en las calles, los carteles de los 43 pegados en el metro, el número dibujado sobre anuncios publicitarios, los gritos en el transporte público por parte de grupos de estudiantes, entre otras”, refirió Fernández Poncela en entrevista.
La doctora en antropología cultural por la Universidad de Barcelona señaló que las personas no se moverían si no hubiera emoción, ya que suele derivar en una acción y en un determinado comportamiento, por ejemplo, del enojo se pasa a la indignación, que se puede expresar en la búsqueda de la justicia, por lo que la especialista se ha enfocado más allá de lo que pasó, en analizar la respuesta a lo que ocurrió.
Al interior del movimiento social por Ayotzinapa, se generaron en las personas emociones como solidaridad, pertenencia, identidad, mientras que frente a aquello por lo que estaban luchando (el suceso en el año 2014) sintieron enojo, miedo, sorpresa, incredulidad, susto, tristeza, duelo y enojo, destacó la investigadora, quien también estudió la experiencia del movimiento estudiantil #YoSoy132 en México en el año 2012.
Así, la integrante de la Academia Mexicana de Ciencias ha centrado una parte de su estudio en identificar los sentimientos, las percepciones y opiniones expresadas por algunos jóvenes estudiantes participantes en el movimiento social por Ayotzinapa, y por la ciudadanía en su conjunto; además, ha indagado sobre los sentimientos de niños y niñas respecto del tema.
Anna María Fernández realizó una encuesta a 600 personas de la Ciudad de México e hizo entrevistas tanto a jóvenes involucrados en el movimiento (30 estudiantes) como a no involucrados (12 entrevistas a jóvenes no estudiantes y no participantes en el movimiento).
Adicionalmente, trabajó con niños, adolescentes y jóvenes de primaria, secundaria, bachillerato y universidad para, a través de sus dibujos, saber cómo fue su mirada detrás de los hechos y hacia el movimiento, la cual y de manera general, fue a partir de las noticias que se presentaron en los medios de comunicación y de sus experiencias vivenciales directa o indirectamente.
En cuanto a la delimitación temporal de la investigación, partió de la última semana de septiembre de 2014, hasta mediados de 2015, para poder tener una mirada general sobre los hechos y el movimiento.
Entre los resultados que Fernández Poncela encontró, a partir del análisis cuantitativo y cualitativo de la encuesta y de las entrevistas que llevó a cabo, está que la mayoría de la población consultada (73.7%) consideró a este movimiento como honesto, mientras 19.4% no lo creyó así, 6.9% no supo qué opinar al respecto; fueron las y los jóvenes los que pensaron más en su honestidad.
Las demandas principales e iniciales del movimiento fueron: “Presentación con vida de los normalistas” y “Castigo a los culpables”, mismas que apoyó 92.4% de la población consultada a través de la encuesta, en tanto que 7.3% dijo no estar de acuerdo con las mismas.
Y aunque de manera general las valoraciones positivas fueron mayoritarias, también las hubo negativas al descalificar el movimiento por ocasionar disturbios, violencia y problemas relacionados con la vialidad, mencionó la antropóloga.
El trabajo de Anna María Fernández Poncela pretendió mostrar las características, objetivos, opiniones y valoraciones del movimiento de protesta por Ayotzinapa, a partir de las voces y miradas de sus protagonistas, y de la ciudanía en general, al considerar que es una manera de subrayar la importancia de algunos hechos sociales y las emociones implicadas en ellos.
Noemí Rodríguez González.
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