Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/071/19
Ciudad de México, 3 de abril de 2019
La historia es una disciplina científica perfectible. Al pasar de los años una obra es revisada por otros investigadores con nuevos conceptos y teorías, nuevas miradas, fuentes y sensibilidades para tratar lo que ya se ha investigado. Por tanto, “la historia no es definitiva y en eso radica su gracia, quien quiera convertir a la historia en una narración inmutable lo que está haciendo es desvirtuarla, destacó el doctor Arturo Taracena Arriola, del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS) de la UNAM.
Doctor en Historia por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Francia, Taracena ha trabajado desde hace años sobre la historia regional, primero de Guatemala de donde es originario, y después de la península de Yucatán, en donde radica desde 2006.
Así, trasladó los conocimientos y las propuestas que tenía sobre el concepto de “región histórica” en sus trabajos previos sobre Los Altos —que se creó como estado independiente en 1838 en el occidente de Guatemala y que dos años después fue incorporado a dicho país, manteniendo sus habitantes un fuerte regionalismo hasta la fecha —al estudio de la península de Yucatán, entendida esta como región histórica. Y “no solo porque son dos regiones que produjeron regionalismo de larga duración, sino porque ambas actuaron con espíritus separatistas de los estados nacionales en formación como eran Guatemala y México durante las décadas de 1830 y 1840”.
Por ello, el objetivo de los trabajos del historiador guatemalteco acerca del regionalismo yucateco buscaba entender sus características y la dificultad de la Península para integrase a la nación mexicana en la primera mitad del siglo XIX, así como intentar dar una explicación adicional al papel que este fenómeno histórico tuvo en el origen de la denominada Guerra de Castas en 1847.
El integrante de la Academia Mexicana de Ciencias mencionó en entrevista que, por lo general, los estudios de historia en países latinoamericanos se han hecho desde una mirada centralista, por lo que la historia de las provincias, de los estados o de los departamentos son poco tratadas de forma subalterna en aras de la narración nacionalista dominante.
De ahí su interés por rescatar miradas e interpretaciones de esos ‘olvidados’ en nuestras sociedades y entender la complejidad de toda construcción del estado nacional. “De esa manera, poder ahondar en la relación entre historia, memorias, olvidos y silencio en lo concerniente a territorios y habitantes ‘periféricos’”.
De Héroes Olvidados. Santiago Imán, los Huites y los Antecedentes bélicos de la Guerra de Castas, es uno de los libros de historiografía de Yucatán que Taracena Arriola ha escrito como resultado de su investigación, el cual obtuvo el Premio Nacional en Historia y Etnohistoria “Francisco Clavijero” en el 2014, otorgado por el INAH. “En él me interesó entender qué se recordaba de este personaje yucateco, sobre todo, del grupo social que lo apoyó en su carrera militar: los huites, mayas cimarrones que habitaban la montaña alta del oriente peninsular, así como entender el discurso regionalista que le permitió a Imán lograr su apoyo y que participasen en la defensa militar de Yucatán frente a la invasión del ejército centralista entre 1842 y 1843”.
Antes, Taracena Arriola publicó en el 2010 la obra De la nostalgia por la memoria a la memoria nostálgica. La prensa literaria en la construcción del regionalismo yucateco, 1841-1906, en la cual trató de entender al grupo social, en este caso la elite yucateca que produjo el discurso regionalista dominante en la Península, cuyas repercusiones políticas son evidentes en la conducción del poder político y la administración de Yucatán en la primera mitad del siglo XIX y, a la vez, entender la prolongación en el tiempo de la ideología regionalista peninsular en el seno de la república mexicana.
Acerca de las herramientas metodológicas que un historiador utiliza, comentó, son las propias de la disciplina, pero en las últimas décadas la historia se ha revitalizado tomando elementos teóricos y metodológicos de otras disciplinas de las ciencias sociales, como son antropología, geografía, economía, etcétera, por lo que la aproximación histórica hacia la comprensión de los hechos y de los actores que en estos actúan se ha vuelto más integral.
Es así como la historia, al ser una disciplina científica, no solo se organiza con conceptos, teorías y métodos, sino que además con la rigurosidad en el trato de las fuentes que se consultan.
“Es importante encontrar un universo en las fuentes que sea lo suficientemente representativo y diverso para poder obtener generalidades, tomando en cuenta que toda fuente tiene un sesgo porque es producto de individuos e instituciones”, dijo el investigador. Es el caso de los documentos, que fueron escritos desde el Estado o desde lo privado por personas con una determinada percepción del mundo, del poder y de los hechos. El historiador o la historiadora está obligado, por ende, a contrastarlo, así como a tener presentes diferentes fuentes, como las iconográficas (que a veces dicen más que un documento o aún lo contradicen), las orales, las cartográficas, etcétera.
Además del diálogo entre fuentes, el especialista sugiere tomar distancia de ellas en la medida de lo posible para lograr acercarse a la objetividad, porque el escrito que el historiador redacta también tiene cierta subjetividad: primero, porque está hecho a partir de la decisión de elegir unas fuentes y no otras; segundo, de dar más importancia a ciertos elementos de ellas con el fin de respaldar su argumentación; tercero, porque actúa como individuo con ideología e idiosincrasia.
Desde 2014, luego de una década de investigar el regionalismo yucateco y siguiendo el consejo de su maestro, el doctor Ruggiero Romano, de plantearse nuevos retos teóricos y metodológicos en su quehacer histórico, Taracena Arriola pasó a investigar, en el contexto de la celebración de los 75 años de la llegada de los refugiados republicanos españoles a México y, en general, a América Latina, el caso tardío de Guatemala entre 1947 y 1954 con la característica de que la mayoría de esos refugiados españoles terminó estableciéndose en México a raíz de la caída del presidente Juan Jacobo Árbenz Guzmán.
En esta nueva investigación tuvo que trabajar con archivos de Francia, España, México, República Dominicana y Guatemala, y realizar entrevistas en esos países más Chile, pues su propósito era rescatar la memoria por medio de entrevistas a los sobrevivientes o a sus hijos y continuar haciendo historia del pasado con vocación de presente; “no estudiar el pasado por el pasado, sino para entender el presente”.
Taracena Arriola, que se ha especializado en la historia política y social de los siglos XIX y XX en temáticas como construcción del estado nacional, ciudadanía, relaciones interétnicas y movimientos sociales, actualmente trabaja en el CEPHCIS-UNAM el surgimiento de los movimientos sociales armados en Guatemala que tuvieron participación de grupos mexicanos de izquierda de México en la década de 1960.
Noemí Rodríguez González.
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