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El Sol de México
24 de marzo de 2014
Organización Editorial Mexicana
CIENCIA Y TECNOLOGÍA
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Quién imaginaría que las calderas volcánicas producen el 25% de la energía geotérmica del país. Esas depresiones en la Tierra, que miden entre 3 y 40 km de diámetro, son lugares propicios para la generación de energía geotérmica porque reúnen dos condiciones fundamentales: agua y calor, este último proviene del remanente de la cámara magmática, un lugar que alguna vez albergó magma pero que aún prové el calor necesario para desarrollar un sistema hidrotermal.
“Este sistema puede durar cientos de miles de años dependiendo del continuo aporte de ambos elementos: agua y calor. Además, es necesario que haya cierta permeabilidad dentro del reservorio para poder hacer circular los fluidos del sistema hidrotermal”, explicó el doctor Gerardo Aguirre Díaz, del Centro de Geociencias de la UNAM.
Las calderas volcánicas no son volcanes pero son el resultado de erupciones muy violentas y de gran magnitud. Actualmente, las calderas que se encuentran produciendo energía geotérmica en México son: Los Humeros en Puebla; Los Azufres en Michoacán y La Primavera en Jalisco. También se están estudiando otros prospectos en el país como son la caldera de Ceboruco, Nayarit; la de Acoculco, Puebla; Piedras de Lumbre, Chihuahua; Tres Vírgenes, Baja California Sur; Tacaná y El Chichón en Chiapas.
Estas estructuras volcánicas son remantes de un pasado geológico y se localizan dentro del Cinturón Volcánico Mexicano (CVM), en donde se han reconocido alrededor de 20 calderas con tamaños que van desde los 3 hasta los 35 km, y los rangos de edad varían entre 7.3 millones de años hasta mil años d.C.
Sin embargo, “la principal razón para estudiar estas calderas es para conocer mejor el vulcanismo que formó la provincia del CVM y su evolución. Además, es importante estudiar algunas calderas con reciente actividad por los peligros que pueden tener para la población. No obstante, estas mismas calderas son importantes por sus beneficios económicos a través de la generación de electricidad, e incluso por los productos emitidos por las calderas del Cinturón y que han sido explotados desde hace siglos, como por ejemplo la piedra cantera utilizada para la construcción como piedra ornamental, y los materiales sueltos de ceniza y pómez que son explotados como arena y grava para la construcción o fabricación de tabiques”, explicó Aguirre Díaz.
El estudio de las calderas involucra varias técnicas y diversas disciplinas como física, biología, arqueología y matemáticas, más el trabajo fundamental es el geológico para determinar las características físicas de los depósitos, establecer los parámetros de las erupciones. Para comprender la historia completa de las calderas se necesita “realizar mucho trabajo de campo para recopilar la información de los estratos, medir espesores, medir componentes, la distribución de los productos de la caldera, tomar muestras de roca, de cenizas y todo esto apoyado con fotografías aéreas, imágenes de satélite, mapas topográficos y modelos de elevación digital”, agregó el investigador integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
El geólogo ha desarrollado un modelo de vulcanismo fisural para comprender mejor la formación de las calderas en la Sierra Madre Oriental. De acuerdo con este modelo la combinación entre las erupciones y las fallas tectónicas que afectan a la Sierra, han formado depresiones conocidas como calderas tipo graben. Actualmente, el experto estudia la caldera tipo graben de Guanajuato y su relación con los ricos yacimientos minerales en esa zona.
Gerardo Aguirre Díaz está creando una clasificación para calderas de colapso que involucre el origen, ambiente tectónico y estructura de la caldera, la cual será publicada este año junto con otro libro que hablará sobre las calderas de colapso del CVM.
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