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El Sol de México
29 de septiembre de 2013
JOSE LUNA
Organización Editorial Mexicana / El Sol de México
México
Ciudad de México.- En México, solo el 0.1% de la asignación presupuestaria nacional se emplea para la prevención o reducción del riesgo de desastre, en contraste con el 3.1% destinado a la atención, respuesta y reconstrucción, indicó Irasema Alcántara Ayala, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM.
La especialista en riesgos, vulnerabilidad y desastres señaló que se requiere de la sistematización de responsabilidades y tareas de toda la sociedad para alcanzar un compromiso individual y colectivo con la reducción del riesgo.
Con base al Informe Nacional del Progreso en la Implementación del Marco de Acción de Hyogo 2011-2013, que en nuestro país está a cargo del Sistema Nacional de Protección Civil, la especialista consideró se requiere de la articulación de acciones y visiones con las agendas de desarrollo a nivel local.
Pero aclaró que debe ser conforme los potenciales socio-territoriales, “además de que necesariamente deberá favorecer la reducción de la pobreza y garantizar un mejor entorno social”.
Entre las asignaciones que tendrían las instancias de Gobierno estaría incluir la protección civil y el manejo ambiental como una prioridad en el Plan Nacional de Desarrollo; contar con una planeación adecuada de la ubicación de los asentamientos humanos y de calidad de las viviendas. Así como mayor apoyo financiero para el desarrollo de los sistemas de monitoreo y vigilancia de todas las amenazas existentes y potenciales; así como medidas de tipo estructural como la construcción, mantenimiento y revisión de presas y diques para efectos de mitigación.
Cito ejemplo de países donde la gestión integral de riesgo de desastres es exitosa, aunque perfectible: Cuba, Colombia, Japón, por lo cual consideró que sería fundamental aprender y aprehender conceptos clave como organización, integración, práctica transversal, participación, articulación, desarrollo científico y tecnológico, corresponsabilidad, cultura, compromiso, autocrítica, continuidad y el de mayor trascendencia e impacto, ética.
La experta en geomorfología quien es además integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), expuso que la academia, la ciencia y sociedad en general tendrían que desarrollar sistemas de monitoreo y vigilancia de todas las amenazas existentes y potenciales
Así también, crear e implementar estrategias de comunicación y sensibilización; así como desarrollar y utilizar extensiva y permanente instrumentos de divulgación y capacitación para la gestión del riesgo.
Las acciones colectivas tendrían que considerar una planificación del uso del territorio y de sus recursos naturales, la práctica de su ordenamiento (regular los tipos de uso que se le darían) y el desarrollo de las comunidades acorde con su potencial socio-territorial particular, y no a intereses extrínsecos.
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