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9 de octubre de 2013
Jacqueline Ramos / Notimex
México.- Más allá de los nubarrones y la pertinaz lluvia, la meta de la Noche de las Estrellas se cumplió: mirar al cielo.
La baja temperatura y en general el clima adverso no impidió que entusiastas observadores de los objetos celestes gozaran juntos de este homenaje a la noche.
La organización de un evento como éste, que se efectúa de manera simultánea en 50 sedes del país, requiere de un largo proceso y por ello se elige el día desde tiempo atrás, con la idea de que sea óptimo para la observación; pero la naturaleza tuvo otro plan.
Este sábado, las tres sedes de la Noche de las Estrellas se vistieron de etiqueta en Ciudad Universitaria, el Instituto Politécnico Nacional y el Museo Tecnológico de Chapultepec desde temprano, porque las actividades empezaron prácticamente desde las 13:00 horas.
Para niños y adultos hubo talleres, conferencias, películas de la bóveda celeste, pláticas con especialistas y todo ello acompañado del entusiasmo de participantes y organizadores.
Entre ellos estuvo un taller de robótica y otro de astronomía para invidentes, con el nombre de “Tocando el cielo”, para entender cómo es el cielo con las manos.
Para los amantes de la música estuvo Susana Harp y su espectáculo “Aguadiosa”, concierto relacionado con la ecología, el agua y el medio ambiente.
Entrevistado en la zona de “las islas” de CU, el presidente de la Academia Mexicana de las Ciencias, José Franco, uno de los impulsores de esta actividad desde que nació hace cinco años, reconoció que el número de participantes depende del clima.
Franco, quien en su momento estuvo al frente del Instituto de Astronomía de la UNAM, recordó que hace seis años se dio el primer evento de “calentamiento” en el Zócalo y fue el Eclipse de Luna en febrero de 2008.
Ahora no se trató de romper ningún récord Guinness por el número de telescopios apuntando hacia la Luna al mismo tiempo. Sólo había que mirar al cielo. Y se hizo aunque sólo fuera para observar nubes que descargaban lluvia.
“El Distrito Federal es siempre el lugar con mayor número de participantes del país”, señaló José Franco, bien abrigado como la gran mayoría de los niños y adultos que se dieron cita en la máxima casa de estudios.
Para coronar el evento estuvo una banda mixe de música. Y es que la zona mixe de Oaxaca fue la invitada especial, como el año pasado fue la cultura maya. “Tenemos ya la obligación de jalar hacia nosotros a las culturas originarias y compartir con ellos este tipo de eventos”.
Poco a poco, estableció, “nos iremos yendo al resto de las comunidades. Ello es de dos vías: nosotros les transmitimos la parte occidental del conocimiento del cielo y los mixes nos hablan de cómo se llaman sus constelaciones y qué es lo que ven en el cielo y para qué lo utilizan”.
El IPN no se quedó atrás. Su sede se ubicó en el estadio de béisbol de la Unidad Profesional “Adolfo López Mateos”, en Zacatenco.
Ahí estuvieron especialistas del IPN que, además de impartir conferencias, guiaron a los asistentes en la observación de la Luna, Saturno, la Vía Láctea y algunas constelaciones.
Juan Rivas Mora, director del Centro de Difusión de Ciencia y Tecnología del IPN, destacó en el lugar que según algunas estadísticas en México existen aproximadamente cinco mil propietarios de telescopios.
Este año el lema de la Noche de las Estrellas, extraído del Popol Vuh, es “Sólo estaban el mar en calma, y el cielo en todo su esplendor”. El evento, indicó en entrevista, ya cuenta con arraigo en la sociedad mexicana y se ha convertido en el escenario ideal para que la comunidad se acerque a la ciencia.
Esta quinta emisión se vincula con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para celebrar el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua, con el lema “El Universo y el agua: sumérgete en el cielo”.
Así entonces el objetivo se cumplió: mirar al cielo, mirar el océano obscuro y recordar que problemas, alegrías, tristezas deben ubicarse en su dimensión si se piensa en la inmensidad del Universo.
NTX/JRR/HTV
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