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Cáncer cervical: Papilomavirus al desnudo (tercera y última parte)

A Ciencia cierta
6 de septiembre de 2005
Luis Marat ílvarez Salas*

El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) es un organismo descentralizado de interés público, con personalidad jurí­dica y patrimonio propios. Para realizar sus funciones recibe un subsidio que le fija el gobierno federal en su Presupuesto de Egresos. Además, es apoyado con aportaciones de empresas de participación estatal o privadas, organismos descentralizados, instituciones extranjeras, del sector industrial y de particulares.

El Departamento de Genética y Biologí­a Molecular (DGBM) del Cinvestav ocupa un lugar relevante en la historia del cáncer cervical en México. Aquí­ se ha estudiado al virus del papiloma humano (VPH) y su relación con el cáncer cervical desde hace casi 20 años ¿Qué se ha producido? Tanto tiempo ha dado la oportunidad de levantar una verdadera escuela de los VPH en México, que ha generado recursos humanos que ahora forman grupos de investigación independientes tanto en el Cinvestav como en varias instituciones nacionales.

Anteriormente habí­amos concluido que la detección temprana, vacunación y educación son las mejores alternativas para prevenir el cáncer cervical. Sin embargo, ¿qué hacemos con las miles de pacientes con infecciones activas de VPH y cáncer cervical? En los últimos cinco años en el DGBM hemos producido ácidos nucleicos terapéuticos (ANTs) destinados a combatir la infección por VPH, resultando en la inhibición de tumores en modelos animales. Algunos de estos ANTs se conocen colectivamente como moléculas antisentido, ya que bloquean la expresión de genes al impedir su traducción en proteí­nas. Tenemos tres tipos diferentes: las ribozimas, que llevan su propia maquinaria de destrucción de mensajeros virales; los oligonucleótidos antisentido, que hibridan pasivamente con los mensajeros virales bloqueando su traducción; y los ARN interferentes, que dirigen una maquinaria celular de destrucción de mensajeros hacia el virus. Estas nuevas tecnologí­as son tan prometedoras que ya han sido patentadas, y en algunos casos están ya en fases clí­nicas.

Por su costo relativo y corto tiempo de implementación, la detección temprana es la más viable. Sabemos de la colposcopí­a y el Papanicolau, pero es necesario asistir al ginecólogo. Las terapias actuales son costosas y se prestan a la charlatanerí­a ¿Qué tiene que decir el Cinvestav? Otro tipo de ANTs se refiere a los aptámeros, que son ácidos nucleicos con alta afinidad por otras moléculas (ligandos) y que se obtienen por un proceso de selección dentro del laboratorio. Los aptámeros pueden ser modificados por ingenierí­a genética para dar una señal cuantificable con muy pocas cantidades de ligando, lo que brinda la oportunidad de producir kits de detección sumamente sensibles y a muy bajo costo.

¿Por qué estas tecnologí­as no se encuentran ya disponibles en México? La respuesta es angustiosamente la misma: bajos presupuestos para investigación y un marcado desinterés por los productos de la ciencia. Existe la percepción de que invertir en ciencia y tecnologí­a es ¡tirar el dinero!, o bien, que la mayor parte de los investigadores en México no hacemos ¡ciencia aplicada! ¡Como si realmente supieran de lo que hablan!

Es cierto, para que la ciencia dé tecnologí­a hay que invertir muchí­simo dinero, pero el balance final es muy favorable. Vea usted a nuestros vecinos del norte, que nos quieren vender una vacuna contra VPH que pudimos haber desarrollado nosotros mismos hace 10 años.

Sin embargo, no empezamos de cero. Si el gobierno federal subsidia la casi totalidad de la investigación cientí­fica en México, ¿por qué no utiliza lo que produce? Polí­tica, falta de difusión y plena ignorancia son factores a considerar. Pero, ¿se imagina usted, amigo lector, lo popular que serí­a un Presidente que supiera utilizar el talento cientí­fico nacional?

*Investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados.
En este espacio de la Academia Mexicana de Ciencias escriben integrantes de la comunidad cientí­fica.

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