Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/150/09
México, D. F., 29 de octubre de 2009.
- Durante la última sesión del II Foro de Energía Reforma Energética para un Futuro Sustentable, se concluyó que éstas son el futuro de la energía
- El agave tiene un enorme potencial como materia prima para la producción de etanol: Alfredo Martínez
- Falta una organización que planee integralmente la investigación en fuentes renovables de energía: Arturo Morales
- Costos competitivos y baja emisión de CO2, las virtudes de la energía geotérmica: David Nieva
- Buena parte de la tecnología que puede ayudar a resolver los problemas está ya en el mercado: Odón de Buen
- Participantes de la mesa Los retos en materia de ciencia y tecnología para la transición energética. Al micrófono, Manuel Barquín, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y moderador de este encuentro.
Foto: AMC
Imágenes en alta resolución
Si bien existen muchos obstáculos tecnológicos en materia de energías renovables, el verdadero reto para los grupos de investigación consiste en trabajar de manera integrada, para no duplicar esfuerzos, coincidieron especialistas durante la última sesión de trabajo del II Foro de Energía Reforma Energética para un Futuro Sustentable, organizado por la Academia Mexicana de Ciencias, la Universidad Nacional Autónoma de México, el gobierno de Tabasco y la Academia de Ingeniería.
Otro de los pendientes identificados fue lograr que los desarrollos tecnológicos se escalen a nivel industrial y comercial, situación urgente en virtud de que muchas tecnologías en energías renovables ya se encuentran en el mercado y, de no desarrollar las propias, México tendría que adquirirlas en el corto y mediano plazo.
En su oportunidad, Alfredo Martínez Jiménez, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, comentó que el agave, tiene un alto potencial para la elaboración de bioetanol, debido a que consume poca agua y su cultivo abarca prácticamente todo el país, lo que lo hace aún más atractivo; contrario a lo que sucede con la caña de azúcar, insistió, cuya producción es la más cara del mundo.
Martínez Jiménez comentó que se ha descartado al maíz como opción, pero otros cultivos pueden ser de utilidad para el desarrollo de los productos bioenergéticos, como el sorgo o los residuos agroindustriales, el aserrín y el pasto de rápido crecimiento, entre otros, sin involucrar a la industria alimentaria, pero aclaró que es necesario seguir estudiándolas.
Indicó que el reto es demostrar que es viable desarrollar estas tecnologías a nivel comercial, pero se necesita hacer más investigación a fin de reducir los costos de producción, y aseguró que el verdadero reto es integrar tecnologías, aspectos sociales, rurales, agrícolas, políticos, ecológicos y científicos pero, sobre todo, económicos.
El doctor en biotecnología afirmó que nuestro país tiene la capacidad y debe desarrollar tecnologías de primera y segunda generación de productos bioenergéticos, como el bioetanol, y no debe quedarse rezagado en este tema que ya se estudia en muchas partes del mundo.
Explicó que el biodiesel es una opción viable en la transición energética, que se puede hacer sin poner en riesgo la seguridad alimentaria del país, y la cual no sólo generaría empleos, sino que promovería el desarrollo rural. El especialista detalló que el contenido energético del etanol es similar al del diesel.
Durante la mesa Los retos en materia de Ciencia y Tecnología para la transición energética, Alfredo Martínez, coincidió con la propuesta de otros especialistas sobre la importancia de crear un Centro de Investigación Nacional en Energías alternas y de Bioenergía.
Más adelante, Arturo Morales, investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN, propuso la creación de un organismo que planee la investigación en fuentes renovables de energía, con la participación de las instituciones líderes en investigación en esta área, la Secretaría de Energía y el CONACYT.
Solo ocasionalmente, advirtió, se han establecido relaciones entre los centros de investigación y las dependencias gubernamentales o los industriales, por lo cual se pronunció a favor de crear vínculos entre instituciones de investigación, a pesar de la ausencia de un plan nacional eficiente.
El especialista en celdas solares consideró necesario establecer políticas adecuadas para el uso de las energías renovables, a fin de evitar esfuerzos aislados, alejados de la realidad o faltos de continuidad que no se concretan en una industrialización de las nuevas tecnologías.
Sin una adecuada vinculación con la industria, las investigaciones en energías renovables únicamente lograrán prestigio académico sin ningún impacto real en la sociedad, advirtió.
Sobre la Ley de Fuentes Renovables de Energía opinó que no está relacionada con una política de Estado, en virtud de que tanto los poderes Ejecutivo y Legislativo, como los gobiernos de los estados, desconocen la importancia de la diversidad energética, de donde se desprende que dicha ley sea limitada en sus alcances.
Una verdadera ley de fuentes renovables de energía, dijo, tendría que impulsar medios para el establecimiento de una industria nacional en fuentes renovables de energía, primero desde el Estado para después impulsar la participación de particulares, como han hecho otros países líderes en energías verdes.
En su exposición, David Nieva, investigador del Instituto de Investigaciones Eléctricas, habló sobre las potencialidades de los recursos geotérmicos para la producción de electricidad, donde México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial.
El especialista en procesos de fijación de nitrógeno, recordó las virtudes de este tipo de energía confiable y continua, entre ellas la baja emisión de CO2 y los costos competitivos.
Explicó que, con todas sus virtudes, la energía geotérmica tiene numerosos retos tecnológicos por resolver, entre ellos la barrera de los 10 millones de dólares que deben gastarse antes de saber si una zona tiene un recurso geotérmico explotable.
En su intervención, Odón de Buen Rodríguez, presidente de la empresa Energía, Tecnología y Educación A.C. (ENTE) comentó que es papel de la ciencia el perfilar las grandes prioridades en el tema de las energías renovables para que el Poder Ejecutivo establezca políticas públicas, que deben estar definidas por quien sepa hacer mejor las propuestas.
El especialista comentó que si bien es cierto que debemos buscar alternativas de aplicación urgente para afrontar la escasez de petróleo y hacer funcionar la economía, el problema es decidir cuáles son las opciones del gran abanico de posibilidades que ya existen en el mercado.
Lamentó que el Poder Ejecutivo no sepa cómo traer el conocimiento y, a los que lo tienen, los ve como enemigos, les tienen miedo o no los quieren oír, por lo que las decisiones en el sector energético están atrapadas en otra lógica política, indicó.
Aseguró que la transición energética en México es compleja y requiere de distintos aspectos, como el conocimiento de los recursos, mercados, empresas, entre otros, pero el panorama no es alentador debido a que el tiempo está encima y ya se han agotado los recursos.
Tras la última sesión de trabajo Rafael Loyola, coordinador del II Foro Energético, dio a conocer la relatoría y algunos puntos de acuerdo alcanzados, Asimismo, dio a conocer que la Academia Mexicana de Ciencias editará un libro electrónico basado en las discusiones del foro, el cual estará disponible en línea para la consulta del público en general.