Olimpiadas Internacionales de Física en México

La Crónica de Hoy
22 de julio de 2009
Luis F. Rodríguez

Opinión

Supe de la existencia de las Olimpiadas Internacionales de Física por vez primera cuando un colega me comentó que un resultado científico mío había sido utilizado para preparar uno de los tres problemas que constituyen la parte teórica de esas competencias. Cuando me metí a internet para ver cómo habían planteado el problema, me quedé azorado. ¿Cómo era posible que un problema tan difícil se les presentara a jóvenes que apenas estaban en la preparatoria?

El problema en cuestión había sido incluido en la olimpiada celebrada en 1998 en Islandia, y si a mí me costaba trabajo explicárselo a mis colegas astrónomos con muchos años de experiencia, me costaba aún más trabajo comprender cómo era que una fracción importante de los jóvenes competidores había logrado resolverlo.

Con el paso del tiempo entendí la situación. Los jóvenes preparatorianos de todo el mundo que logran participar en estas competencias del conocimiento son excepcionales, con un nivel de preparación que corresponde al de jóvenes de mayor edad y escolaridad.

Pasados unos años, mi hijo se interesó en la física y logró formar parte del equipo mexicano y participar en la olimpiada de Corea en el año 2004. Pudo ganar una mención honorífica. Con la edad, los adolescentes tienden a hacerse independientes de sus padres y debo de agradecer que el interés de mi hijo por la física nos acercara mucho, y que gracias a esto pasáramos muchas horas juntos discutiendo problemas de la materia que podrían aparecer en la olimpiada (de hecho, con la participación de toda la familia).

Para entonces, comencé a darme cuenta de que estas olimpiadas pueden verse como otro indicador del estado de la educación de un país. Las naciones asiáticas, convencidas de la importancia de la educación como un elemento para mejorar su nivel de vida, logran los puestos más altos, seguidas de los países tradicionales del primer mundo que cuentan con sistemas de educación ya consolidados. México sistemáticamente había quedado en la mitad inferior de la tabla. Para nuestro consuelo, superamos a algunos países de América Latina y a los de África.

Pero el destino me tenía deparado el involucrarme cada vez más con las olimpiadas de física. En el año 2008 formé parte del comité académico de la Olimpiada Iberoamericana de Física que se celebró en Morelia, Michoacán. Me tocó preparar uno de los tres problemas que formaron la parte teórica de la competencia. En esta olimpiada iberoamericana participaron 18 países. México obtuvo una medalla de plata, dos de bronce y una mención honorífica, una de nuestras mejores actuaciones, pero quedamos claramente por debajo de países como Brasil (el ganador absoluto) y España.

En el año 2008 acepté ser candidato a la Presidencia de la Sociedad Mexicana de Física, con la conciencia de que si salía electo me tocaría participar en la organización de uno de los compromisos más grandes que ha aceptado la sociedad. Se trataba de la organización del máximo evento en cuanto a este tipo de competencias: la Olimpiada Internacional de Física, que se celebraría en Mérida, Yucatán, del 11 al 19 de julio de 2009. Resulté electo presidente y encontré que había personas de la Sociedad Mexicana de Física que llevaban literalmente más de una década en la preparación del evento, el cual había sido otorgado a México en 1996. Como presidente de esta olimpiada a nivel nacional estaba el destacado científico potosino José Luis Morán López. De esta manera, participamos más de doscientos físicos mexicanos en la organización. A mí me tocó específicamente supervisar los problemas teóricos que forman la competencia. Había gente del país trabajando en muchos aspectos de la organización: miembros de comités, calificadores, encargados de logística y boletín diario, guías, amigos de las instituciones académicas, prensa y de la industria turística, entre otros. Todos pusieron una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para lograr un evento exitoso. Varias instituciones financiaron los gastos locales, de manera destacada la Secretaría de Educación Pública, el Conacyt, la UNAM, la Academia Mexicana de Ciencias, el Cinvestav, el Gobierno del Estado de Yucatán, la Universidad Autónoma de Yucatán y la Fundación Carlos Slim.

Finalmente, llegó el gran día de la inauguración, el 11 de julio de este año, y al día siguiente se realizó el examen teórico. Participaron un total de 72 países. Dos días después tuvo lugar el examen práctico, con dos hermosos experimentos ópticos. Mientras los jóvenes competidores realizaban el examen experimental, un equipo de 100 correctores trabajaba calificando el examen teórico y lo discutía con los profesores de cada país que acompañan a los equipos. El proceso se repetiría para el examen experimental. Cada equipo que compite está constituido por cinco jóvenes y dos profesores y la competencia es intensísima y extenuante.

Pero no todo fue trabajo y los jóvenes también pasaron horas placenteras conversando con los competidores de otros países y con sus guías locales, e hicieron amistades que, quién sabe, quizá duren para siempre. También conocieron las milenarias ruinas mayas, las cálidas aguas de nuestros mares y la condimentada comida de nuestras cocinas. El programa académico se complementó con varias excelentes pláticas de expertos tanto de México como del extranjero, que seguramente ampliaron su visión de la física. Una de estas pláticas fue impartida por Joseph Taylor, quien recibió el Premio Nobel de Física de 1993, por su confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales predichas por la teoría de la relatividad de Einstein.

Todos juntos mostramos al mundo que gente de muchos países, culturas y maneras de pensar puede reunirse y hacer cosas buenas y compartir momentos de emoción y cordialidad.

Para este año, el equipo mexicano se preparó más duro que nunca y todos tuvimos la satisfacción de ver que por primera vez en estas competencias se materializó para México la obtención de medallas. Dos de los jóvenes mexicanos, Edgar Andrés Sánchez García y David Eduardo Hernández Sánchez, obtuvieron sendas medallas de bronce.

Propios y extraños coincidieron en que éstas fueron unas olimpiadas de física muy bien realizadas en todos los aspectos. Esperemos que no nos pase como en las olimpiadas deportivas que organizamos tan brillantemente en 1968 y donde alcanzamos nuestra mejor actuación con 9 medallas ganadas, pero que desde entonces no hemos podido igualar, mucho menos superar esa actuación. Si logramos conjuntar trabajo duro, organización, y apoyo económico de las instituciones, los miembros de la Sociedad Mexicana de Física estamos convencidos de que en las olimpiadas de física continuarán mejorando progresivamente.

consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx


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