Cientí­ficos estudian a los futbolistas

TabascoHoy.com
12 de junio de 2006
Por Agencias

En un partido los futbolistas liberan endomorfinas y adrenalina que incrementan la capacidad visual, el umbral del dolor y la irrigación de sangre en los músculos; la ciencia explica cómo cambia el cuerpo

México, D.F.- Un control adecuado de la ansiedad o el estrés en Jared Borgetti, Guillermo Franco, Rafa Márquez o algún otro jugador de la Selección Mexicana podrí­a ser la diferencia entre anotar o fallar un gol durante la Copa Mundial de Futbol Alemania 2006.

Ese factor biológico también podrí­a ser decisivo para que algunas selecciones favoritas no trasciendan, y en contraparte, representativos que llegan a esta copa sin grandes expectativas, puedan pasar a los primeros lugares de la justa mundialista.

Y es que un estrés bien controlado -indican especialistas- aumenta de manera considerable la frecuencia cardiaca y la fuerza muscular en el futbolista, mejora la irrigación sanguí­nea y la energí­a del cuerpo, además de disminuir la sensación al dolor para no afectar el rendimiento fí­sico.

En cambio, una ansiedad excesiva puede alterar las habilidades espaciales: medir erróneamente la velocidad o trayectoria de un balón cuando se le pretende pegar o desviar, o incluso equivocar la fuerza o dirección al cobrar un tiro penal.

Trabajo Psicológico

De acuerdo con estudios, durante un campeonato mundial la preparación mental puede llegar a ser más importante que la fí­sica, porque un trabajo sicológico deficiente podrí­a originar que factores simples, como el color de la camiseta del rival o la apariencia de un contricante, disminuyan el rendimiento de un futbolista al sentir miedo.

Una investigación reciente de antropólogos de la Universidad de Durham (Inglaterra) reveló que los uniformes rojos brindan ventajas a quienes lo portan para ganar competencias. Esa conclusión surgió tras analizar los encuentros de la Eurocopa 2004 y otras competencias internacionales como la Liga de Campeones.

Esto, explica Alonso Fernández Guasti -fisiólogo del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav)-, se debe a que los humanos provenimos del mono, una especie cuyo sentido de la vista se encuentra muy desarrollado, por lo que ante la presencia de un color brillante como el rojo se crea intimidación, pues nuestro sistema biológico lo relaciona con agresividad de quien lo porta.

En otros casos, la intimidación tiene causas culturales: por ejemplo, «enfrentar a Brasil es como luchar contra un león para muchos jugadores, crea miedo y eso produce un bajo rendimiento en los contricantes, que piensan que al final de la contienda, hagan lo que hagan, van a sucumbir».

Aunque a simple vista no se percibe, los jugadores que intervienen en competencias tan importantes como un Mundial de Futbol, experimentan una transformación fí­sica y mental al ingresar en la cancha.

Durante un partido en el Mundial, explica Fernández Guasti, los jugadores por lo general liberan una cantidad importante de endorfinas en el sistema nervioso, que son compuestos que tienen actividad sobre los receptores opiáceos, es decir, provocan sensaciones placenteras y efectos analgésicos. Esa baja sensibilidad al dolor es muy importante para que los jugadores no disminuyan su capacidad fí­sica ante los golpes que reciben constantemente por los contrarios.

El efecto analgésico que proporcionan las endorfinas -explica- suele acabarse al concluir el partido; sin embargo, los golpes pueden doler más en quienes perdieron, porque en los ganadores el efecto sedante continúa hasta que pasa la euforia.

El investigador, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, explica que en los jugadores también se liberan hormonas a través de las glándulas suprarrenales, que a su vez promueven la ruptura de glucosa a nivel del hí­gado, para que el futbolista tenga mayor energí­a.

La frecuencia cardiaca se incrementa al igual que los flujos de sangre. En tanto, la segregación de una mayor cantidad de adrenalina provoca dilatación de los vasos sanguí­neos de diversos músculos, principalmente las piernas en el futbolista, para darle mayor fuerza y velocidad.

Al mismo tiempo, el sentido de la vista se agudiza y la comunicación con el cerebro se incrementa, de esa forma las habilidades espaciales, es decir, la medición mental de la velocidad, trayectoria y distancia del balón, los compañeros de juego y los contrarios, se vuelven más precisas.

El conocer el estado mental de los jugadores en momentos crí­ticos de un encuentro de futbol, se ha vuelto vital para algunos entrenadores nacionales.

Por ejemplo, en dí­as recientes, el entrenador nacional holandés, Marco van Basten solicitó a investigadores de la Universidad de Groninga, Holanda, que le adelanten los resultados de un estudio sobre la presión mental que sufren los jugadores durante el lanzamiento de penaltis, cuyos resultados están programados para darse a conocer después del Mundial.

Los investigadores analizaron la actitud y predisposición de los futbolistas de las selecciones de Suecia y Holanda durante la ejecución de tiros penales en la copas mundiales y europeas, con el fin de contrarrestar el llamado «sí­ndrome del penalti».

De esa forma, el que la Selección Mexicana pase a una segunda o tercera ronda del Mundial, podrí­a ser responsabilidad del manejo del estrés, y no exclusivamente de los buenos o malos planteamientos del entrenador nacional o los auxiliares técnicos.

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