La Crónica de Hoy
9 de abril de 2012
Isaac Torres Cruz
Academia
Algún día de los últimos 30 años, Mauricio Tapia Ibargüengoitia, viajaría 250 kilómetros desde la ciudad de Ensenada hasta la sierra de San Pedro Mártir, sede del Observatorio Astronómico Nacional y del telescopio óptico más grande del país que tenemos desde entonces. Algún otro, permanecería en el sitio y aprovecharía ese magnífico cielo para hacer astronomía toda la noche: emplear el telescopio de dos metros para ver en infrarrojo la formación de estrellas jóvenes en nubes estelares dentro de nuestra galaxia.
El investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, que tiene bajo su cargo el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), explica que en estos cúmulos las temperaturas y presiones son tan grandes que, por su propia gravedad, el material es contraído en una bola que es cada vez más densa, al punto que se originan reacciones nucleares. Éstas detienen el colapso de la nube y forman las estrellas.
“Pero hay una física muy complicada detrás que no entendemos: las estrellas no se forman una a una sino en cúmulos, miles de estrellas simultáneamente, lo que provoca que las nubes grandes al contraerse se fragmenten para formar estrellas”, explica en entrevista el científico, también presidente de la Sección Regional Noroeste de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), que comprende los estados de Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa y Sonora.
El astrónomo analiza la morfología y cinemática de cómo ocurre esta formación de estrellas, que de jóvenes irradian y comienzan a interaccionar con el medio que les rodea de manera muy particular. Él observa en longitudes de onda infrarroja, por medio de imágenes y espectroscopia, estas regiones para tratar de entender todo el proceso que da lugar a la formación y cúmulos tempranos que generan estrellas moleculares de nuestra propia galaxia.
OBSERVATORIO. Tapia Ibargüengoitia realizó su licenciatura en la UNAM, después su maestría y doctorado en la Universidad de Sussex y la Universidad de Edimburgo, respectivamente. Siempre enfocado a las observaciones infrarrojas.
Durante ese tiempo, en los años setentas, en México se concretaba el proyecto de construcción del telescopio más grade que ha tenido México, el telescopio de 2.1 metros de San Pedro Mártir.
Ya en los ochentas, la política del Instituto de Astronomía daba énfasis a impulsar investigación en el OAN en San Pedro Mártir, donde la UNAM invirtió mucho, y requería a su vez de recursos humanos e investigadores jóvenes para su operación, Tapia fue uno de los pioneros. En 1981, cuando él llegó al observatorio, había poco menos de cinco investigadores, hoy en día son más de 30.
El observatorio está abiertos a la comunidad científica que solicita tiempo de telescopio para hacer diversas investigaciones. La astronomía observacional en los espectros electromagnéticos óptico e infrarrojo son las ventanas de frecuencia con las que opera el OAN.
Cada semana de investigación-observación va acompañada de meses de análisis en los centros de investigaciones. Estando abierto a la comunidad 350 noches al año, ha permitido estudiar casi todos los tópicos de investigación en astronomía moderna que hay, desde el sistema solar y cuerpos menores en él, hasta observaciones de galaxias lejanas.
“Como es un telescopio pequeño hay ciertas limitantes en la investigación cosmológica en objetos muy lejanos, pero aún así podemos hacer estudios de nuestra galaxia en longitudes de onda en visible e infrarrojo para ver cómo se forman las galaxia, las condiciones físicas del medio interestelar de nuestra propia galaxia, su estructura, e incluso algunos objetos más lejanos”.
CIELOS DE SAN PEDRO. Durante las últimas décadas, el investigador ha realizado su trabajo empleando el telescopio de San Pedro Mártir, pero también datos de otros más grandes en los observatorios chilenos y los ubicados en las islas Canarias, en Europa. Todos estos sitios, junto con otros en Hawái, tienen las características privilegiadas en el cielo necesarias para hacer astronomía observacional. Sin embargo, en esa región del noreste del país no se han generado tantos proyectos y consorcios astronómicos como los anteriores, aunque hay un par muy importante en desarrollo.
“Desde los años setentas quedó claro que los observatorios tenían que construirse en lugares seleccionados del planeta, con condiciones naturales para una observación eficiente de los objetos celestes”. Características como regiones altas, ausencia de contaminación atmosférica y lumínica, aislados de ciudades; con poca nubosidad y mínima cantidad de vapor de agua en la atmósfera. Además de que fueran sitios accesibles.
Se han seleccionado pocos sitios que cumplen con estas características, además de San Pedro Mártir: Los Andes en Chile, donde se encuentra el Observatorio Austral Europeo y varios más estadunidenses, entre otros. La cima del volcán Mauna Kea en Hawái y la isla de la Palma en las Canarias, Europa.
Son proyectos tan caros, recordó el científico, que se tienen que generar consorcios internacionales para su inversión. La competencia es ardua, para hacerse de los proyectos, dijo, e incluso intervienen factores políticos: un inversor en EU, por ejemplo, preferiría el Hawái que otro sitio. Aún así, San Pedro Mártir sigue siendo un fuerte candidato y ha sido finalista de muchos proyectos, pero hasta la fecha han sido pocos los que han progresado para instalar nuevos instrumentos.
“Desde los ochentas hasta ahora no hemos tenido un telescopio de mayor alcance en San Pedro Mártir, aunque se ha renovado la instrumentación periférica que es muy importante, en ocasiones tan cara como el mismo telescopio. Pero si queremos observar objetos más débiles y lejanos necesitamos uno más grande”.
Así, se gesta desde mediados de la década pasada el proyecto de instalar un telescopio de 6.5 metros en conjunto con la Universidad de Arizona y la Universidad de California en San Pedro Mártir. Y si bien aún no tiene un financiamiento asegurado, acotó el investigador, será sin duda el siguiente paso para la astronomía observacional en el país.
“Existe otro proyecto más pequeño: un conjunto de tres telescopios, que junto con Taiwán y EU se busca instalar en el OAN para estudiar cuerpos celestes más allá de Neptuno. El proyecto Taos II podría iniciar su construcción en breve en San Pedro Mártir. Más allá de estos, existen muchas ideas sobre cómo aprovechar este sitio único, pero no más proyectos concretos”.