A Ciencia cierta
28 de febrero de 2006
Adrián Gimate-Welsh*
El Premio Nobel Octavio Paz, crítico de los regímenes autoritarios, escribió en Democracy and Dictatorships in Latin América, en 1982: ¡un país sin elecciones libres es un país sin voz, sin ojos y sin brazos!.
México disfrutó en el 2000, después de una prolongada transición a la democracia, de las condiciones mínimas institucionales y procedimentales para una elección libre y competitiva.
El triunfo del 2 de julio algunos lo atribuyen a la campaña mediática de Vicente Fox; otros lo ven como resultado del prolongado trabajo del Partido Acción Nacional en los distintos ámbitos de la federación.
El activismo político de la iglesia -como ahora el obispo Onésimo- y el exhibicionismo religioso de Fox -comulgando los domingos, acompañado de su madre- son ingredientes importantes que, aunados a la imagen empresarial, el vaquero y defensor de los valores familiares hacen de la figura de Vicente Fox la alternativa política idónea frente a la adustez y falta de creatividad mediática de sus adversarios más cercanos: Labastida y Cárdenas.
Figuras conocidas sucumbieron ante el rapsoda guanajuatense: Adolfo Aguilar Zinser, Porfirio Muñoz Ledo, Jorge Castañeda y muchos más devienen defensores del voto útil. La estrategia mediática fue simple. La democracia es alternancia. La alternancia es Fox. Esto apoyado en los resultados de las encuestas.
Un voto para Cárdenas es un voto para que el PRI siga en los Pinos. Perdida la batalla discursiva de la alternancia, Cárdenas se ve en la necesidad de postularse como ¡el cambio verdadero! (cf. Magú, La Jornada, Las Prielecciones/II).
Para el priísta Francisco Labastida, transitar el camino del ¡cambio! significó, sin duda, someterse a la estrategia argumentativa foxista: la necesidad del cambio, pero Labastida no representaba el cambio, sino la continuidad. De ahí que su mensaje ¡Cambio con rumbo! resultara vacío de contenido.
El mapa cognitivo estaba trazado en el electorado. Los oponentes de Fox jugaron el juego que el panista les había trazado. Cada vez que Cárdenas hablaba del ¡cambio verdadero! o Labastida del ¡cambio con rumbo! lo que hacían era reforzar el mensaje de Fox: ¡la necesidad de cambio!, reforzaban la predicación ¡yo (Fox) represento el cambio!.
*Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
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