Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/218/14
México, D.F., 21 de junio de 2014
- El libro “El grafógrafo” constituye la pieza medular del proyecto literario y las grandes obsesiones del autor, afirma Claudia Gutiérrez Piña
- Claudia Gutiérrez, investigadora de El Colegio de México y ganadora de uno de los Premios de la Academia Mexicana de Ciencias a las mejores tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades.
Foto: Cortesía de la doctora Gutiérrez Piña.
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“El grafógrafo” de Salvador Elizondo, libro publicado en 1972, conformado por textos que oscilan entre la forma narrativa, la poesía, el ensayo y el teatro, fue tema de investigación de Claudia Gutiérrez Piña, por el cual obtuvo uno de los Premios a las mejores tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2013 que otorga la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
En opinión de la investigadora del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México, en esta obra “se condensan las grandes obsesiones del escritor, así como los recursos que definen su estilo; por lo tanto, ´El grafógrafo´ se lee como la pieza medular del proyecto literario del autor”.
Explicó que en su tesis titulada: “La estrategia escritural en ´El grafógrafo´ de Salvador Elizondo” desarrolló el análisis de la obra completa y que particularmente es en ese libro donde desembocan los grandes hallazgos del camino que Salvador Elizondo emprendió como artista.
Salvador Elizondo fue un escritor mexicano (1932-2006), que escribió obras de poesía, ficción y ensayo literario; también incursionó en el cine. Colaboró en las principales revistas y suplementos culturales, y tradujo del alemán, inglés, italiano y francés las obras de múltiples autores, y también su obra fue traducida a otros idiomas. Por su calidad recibió el reconocimiento de autores nacionales y extranjeros. Fue miembro de El Colegio Nacional.
“Desde mi lectura, ´El grafógrafo´ significa el mayor logro en función del proyecto elizondiano, el cual es orquestado por la escritura autorreflexiva, es decir, el someter el gesto escritural a la condición de objeto y medio”.
La escritura de Elizondo se realiza a la vez que se piensa y se ve a sí misma, como indican las famosas primeras líneas del texto que da nombre al libro: “Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo…”, un libro, destacó la investigadora, plagado de ecos.
“Impera en él un efecto de repeticiones y movimientos reflexivos que se sostienen por este principio: escribir que se escribe. Bajo esta óptica, el libro reproduce la dinámica general del proyecto literario del autor, de ahí que sea su pieza medular”, reflexionó Gutiérrez Piña, quien tuvo como tutora de tesis a la doctora Yvette Jiménez de Baez, integrante de la AMC.
Claudia decidió estudia a Salvador Elizondo porque se trata de uno de los escritores mexicanos del siglo XX más propositivos. A su proyecto literario se le ha llamado una escritura “obsesiva”, como refirió el narrador Daniel Sada. “La obra de Elizondo cuenta con una considerable crítica, pero es cierto que la gran mayoría de estos estudios se han centrado sólo en una parte de su producción, me refiero principalmente a ´Farabeuf´, libro que es, sin duda, un parteaguas en la narrativa mexicana”.
La investigadora destacó que la obra elizondiana cuenta con líneas que aún no han sido exploradas, como por ejemplo la fase temprana del escritor, su producción de poesía o la vena autobiográfica que se filtra en su escritura.
La premiada por la Academia comentó que tuvo inquietud por acercarse a la obra de Salvador Elizondo por la fascinación que generó en ella la lectura de “El grafógrafo”, aunque reconoció que los textos del autor en general no son sencillos, particularmente el libro que se cita y en el que se acentúa esa condición de enigma que caracteriza su prosa. “El crítico siempre inicia su camino guiado por una intuición que reclama ser explicada”.
La forma en que estudió el proyecto literario de Salvador Elizondo se rigió por el análisis de su obra en el orden cronológico de su publicación, “con la intención de ir revelando su proceso, es decir, cómo y cuándo se gestan sus grandes temas, sus recursos literarios y cómo estos se van desarrollando”.
Explicó que trató de mostrar la obra del autor como él mismo la concebía: un sistema autónomo, ya que se significa por sí mismo; y un sistema continuo, que inicia cuando se gesta en la figura del autor la vocación literaria y termina con su última novela.
En el proceso, la científica social se encontró con un proyecto de escritura sin paralelo en la literatura mexicana: “La propuesta estética de Elizondo es, sin duda, una impecable realización intelectual, pero ante todo es una manifestación poética plena. Con esta convicción, “El grafógrafo” se formula en un movimiento que transforma el sentido de la búsqueda en un movimiento circular, un girar alrededor de su núcleo generador, espiral mareante, signos en rotación. Espejo de la dinámica general que encierra la obra elizondiana”.
El trabajo de investigación lo inició Gutiérrez Piña en el 2010, en uno de los cursos que tomó en El Colegio de México con Luz Elena Gutiérrez de Velasco, una de las pioneras en el estudio de la obra de Salvador Elizondo. Fue en ese espacio y en ese tiempo que el proyecto tomó forma. Para la investigación y escritura de la tesis de doctorado invirtió un poco más de tres años.
La investigadora pretende continuar profundizando en la producción de Elizondo porque con su trabajo de posgrado se dio cuenta que quedan líneas abiertas, y le interesa seguir en el campo de estudio de la literatura mexicana.
Del reconocimiento que le concede la AMC por la calidad de su tesis doctoral, expresó que “es un aliciente, ya que obsequian a los ganadores la certeza de que los esfuerzos que se depositan en estos proyectos, no son sólo académicos, sino también de vida, tienen su propio eco”.
Claudia Gutiérrez Piña será reconocida el próximo 26 de junio durante la ceremonia de Inicio del 55 Año Académico de la Academia Mexicana de Ciencias.
Elizabeth Ruiz Jaimes