La Jornada
26 de septiembre de 2013
Redacción
José Luis Ruvalcaba lideró la creación del artefacto, que permite hacer análisis in situ
El científico del Instituto de Física realizó trabajos en la copia del penacho de Moctezuma
Halló que las plumas se mantienen en su lugar mediante unos hilos elaborados con cobre
Luego de años de permanecer fuera de la mirada pública, la pieza conocida como El penacho de Moctezuma volvió recientemente a ser foco de atención. Primero por su reaparición en las vitrinas del Museo Etnológico de Viena (ahora Museo del Mundo) en diciembre pasado tras un minucioso proceso de restauración que duró ocho años. Luego, por una conferencia sobre los estudios a los que se le sometió entre 2010 y 2011, ofrecida por la especialista en arte plumario María Olvido Moreno en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Paralelalmente a la pieza original se ha analizado una réplica del penacho, aunque poco se ha hablado de ella en los medio. Esa copia se exhibe en la sala mexica del Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México. Uno de esos estudios lo realizó el doctor José Luis Ruvalcaba, investigador del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (IFUNAM), sobre la composición de los elementos metálicos y que servirá para tomar las medidas de conservación adecuadas de esa y otras piezas.
La copia del penacho de Moctezuma se elaboró en 1940 por iniciativa y patrocinio de Abelardo Rodríguez, quien fue presidente de la República de 1932 a 1934. Según el libro El penacho del México antiguo, publicado a finales del año pasado y en el que participó María Olvido como coordinadora, la réplica ha pasado por una serie de cambios a lo largo de su historia: desde montajes en sitios diferentes, hasta modificaciones a la pieza misma con fines de restauración, como sustituciones, añadidos, retoques y repintes.
La restauración más reciente fue en 1958, cuando se le agregaron nuevas plumas y se le sustituyeron partes de metal dorado que la adornaban en un primer momento –y que hasta la fecha no han podido ser identificadas– por auténticos tejuelos de oro (torrecillas, discos, medias lunas y pequeños cuadrados), se lee en el libro.
“El remplazo de las decoraciones metálicas por oro surgió de una iniciativa legislativa, muy probablemente, para darle mayor valor a la réplica y hacerla lo más parecida a la pieza original; no tanto pensando en cuestiones de conservación”, agregó José Luis Ruvalcaba, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
El análisis de las partes metálicas se realizó mediante un equipo portátil de fluorescencia de rayos X desarrollado en el IFUNAM bajo el liderazgo del especialista universitario. Esta investigación fue parte de un trabajo más amplio que realizó Ruvalcaba con piezas del Museo del Templo Mayor y cuando se exhibió la copia en la exposición Moctezuma II. Tiempo y destino de un gobernante en 2010.
El dispositivo portátil permite hacer estudios in situ y de manera no destructiva, lo cual fue fundamental, pues se trataba de una pieza muy delicada, comentó el especialista.
“El equipo se aproxima a las zonas de interés y produce un haz de rayos X, el cual excita a los átomos del material y hace que emita una señal –la cual es diferente dependiendo del elemento químico que se esté analizando. Las señales que salen de las partes metálicas son captadas por un sensor y enviadas a una computadora que las procesa y presenta en forma de gráfica. Así se puede saber la composición y concentración de los materiales con los cuales se elaboró el objeto”.
Oro puro
Todos esos elementos analizados fueron prácticamente oro puro, aseguró el especialista. Lo cual fue una buena noticia en principio, porque confirmó que los recursos dados en aquella época para su remplazo sí se utilizaron para dicho propósito, y porque el oro es un material prácticamente inmutable que no se deteriora fácilmente, lo cual es benéfico para su conservación, agregó.
La réplica también tiene hilos metálicos que mantienen las plumas en su lugar, de los cuales se desconocía su composición, pero gracias al estudio que dirigió Ruvalcaba se supo que están hechos de cobre.
“Esta información es importante para desarrollar medidas de conservación adecuadas. Debido a que son materiales que se pueden corroer y causar el deterioro de la la pieza en el futuro, se tiene que vigilar constantemente que los alambres estén en buen estado; si la pieza se mantiene estable, durarán mucho tiempo, pero si hubiera cambios importantes, como de humedad, entonces su condición actual se podría alterar”, concluyó.