ESTUDIOS GEOFÍSICOS PROVEEN INFORMACIÓN PARA DETECTAR HUNDIMIENTOS

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/284/13
México, D.F., 10 de agosto de 2013

  • Investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM detectan hundimientos en el subsuelo de San Antonio Tecómitl que ocasionan fracturas en edificaciones y viviendas
En los estudios de resistividad eléctrica, se rodea el perímetro que se va a analizar con electrodos, como los que se observan en la imagen.
En los estudios de resistividad eléctrica, se rodea el perímetro que se va a analizar con electrodos, como los que se observan en la imagen.
Foto: Cortesía del doctor Chávez Segura.
Imagen en alta resolución

La vida de millones de habitantes del valle de México se desarrolla sobre sedimentos lacustres resultado de condiciones geográficas a las que se adaptaron muy bien los pobladores de la Gran Tenochtitlán, pero que se modificaron radicalmente tras la llegada de los españoles, quienes rellenaron la cuenca para edificar la ciudad colonial de la Nueva España; la consecuencia de estos cambios se observan todos los días: por un lado, hay inundaciones; por otro, toda la ciudad se hunde de manera diferencial debido a la extracción de agua para consumo humano.

René Chávez, especialista en el área de Exploración Geofísica, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, realiza exploraciones en el subsuelo con el fin de encontrar anomalías relacionadas con zonas minadas, túneles, ruinas arqueológicas, fracturas o subsidencias en zonas urbanas. Dependiendo de los objetivos del estudio, se diseñan y planean los métodos y el equipo a utilizar.

En San Antonio Tecómitl, en Milpa Alta, donde se llevó a cabo la más reciente investigación de los doctores René Chávez y Andrés Tejero, y los maestros Gerardo Cifuentes y Esteban Hernández, “se rompió una tubería de agua, empezó a deslavar material arcilloso, llegó a la superficie y afectó a una manzana de casas que presentaron fracturas en sus cimientos, techos y muros. Hicimos un estudio geofísico para determinar la extensión del daño y llevamos a cabo una zonificación para determinar el número de casas afectadas”, explicó el doctor Chávez.

El terreno estudiado tiene una extensión de 50 x 50 m² y se encuentra en la Zona II que es de transición, es decir, en el sitio hay poca consolidación de arcillas y arenas debido a que colindaba con los antiguos lagos del Anáhuac, y a que se encuentra bordeado por la Sierra Chichinautzin (aledaña a la población). Además, durante la época de lluvias el terreno se reblandece y pierde resistencia, lo cual impide que sea un lugar habitable, por lo que las autoridades decidieron reubicar a los habitantes de esta zona y las casas fueron demolidas.

Las Tomografías de Resistividad Eléctrica

Las Tomografías de Resistividad Eléctrica son una herramienta útil en el estudio del subsuelo de zonas urbanas. Permiten explorar los primeros 50 metros y dan información sobre las características del subsuelo. Con los datos obtenidos se realiza una modelación en 3D para mapear la zona afectada y detectar las variaciones de la resistividad.

El doctor René Chávez explicó cómo se empleó esta técnica en Tecómitl: En el perímetro estudiado “inyectamos una corriente eléctrica a través de una serie de electrodos insertados en la superficie. El equipo utilizado se programa para efectuar las mediciones. El método se basa en la Ley de Ohm, y deben existir dos electrodos de corriente que cierran el circuito, como si fuera una herradura”.

Los datos que arrojan estas mediciones indican la resistividad eléctrica del subsuelo que posteriormente pueden ser graficadas tridimensionalmente. El color azul indica baja resistividad y la probable presencia de agua, el color rojo puede mostrar si existen materiales de relleno o la presencia de una cavidad (este último representa el mayor problema pues es cuando hay hundimientos), de acuerdo con el investigador.

Una forma de evitar el abandono de una vivienda sería que todas las casas y edificios se construyeran sobre la capa dura del suelo, que se encuentra a 20 metros de profundidad, como explicó Chávez: “anclar los cimientos de un edificio a esa profundidad resolvería muchos problemas, pero desafortunadamente es muy costoso, y en las viviendas de interés social que se construyen en las periferias el presupuesto es limitado”.

Uno de los beneficios más evidentes de estos estudios es que le indican a las autoridades y a la población dónde se puede construir. El problema es que estos estudios se deberían de hacer antes, no después, cuando ya hay asentamientos urbanos.

Luz Olivia Badillo


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