EN MATERIA DE CIENCIA, EL DF DEBE CONTINUAR SU RUMBO

Por Ricardo A. Cantoral Uriza*

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Foto: Luis Contreras/AMC

Quiero empezar por agradecer la presencia de colegas, amigos y familiares, personas con quienes tejemos sueños de esperanza en un mejor futuro para la ciudad, el país, nuestra gran Latinoamérica y el mundo entero. Todas y todos ustedes quienes con su sola compañía y profunda mirada, nos alientan a seguir en estas lides. En nombre de las y los premiados quiero agradecer en primer término a esta bella Ciudad de México y a nuestros gobernantes, quienes con una visión de estado supieron impulsar la Ciencia y la Tecnología para el servicio de la sociedad como nunca antes se había visto en la historia nacional.

En esta ocasión, nos reunimos en el MIDE a festejarles y a festejarnos, pues 15 investigadores premiados de diversas áreas, especialidades y tradiciones de escuela, de muy distintas instituciones y países, se les ha honrado con el «Premio Ciudad Capital 2012, Heberto Castillo Martínez: por la generosidad de compartir el conocimiento«. Distinción concebida desde el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (lCyT DF) e impulsada por el Gobierno de la Ciudad. Tan alto honor nos obliga a continuar trabajando, investigando, transformando, transfiriendo, compartiendo conocimiento y dando a nuestra ciudad, nuestro país, nuestra latinoamérica y nuestro mundo, más soluciones para los retos que plantea su crecimiento y desarrollo.

1. Algo de historia:

Es bien sabido que son pocas las ciudades en el mundo que poseen una historia tan rica y antigua como la Ciudad de México. Es una urbe cuya zona metropolitana ha albergado importantes asentamientos humanos desde hace más de dos mil años, tiempo en el que se desarrolló una de las más importantes revoluciones agrícolas de la humanidad al domesticar en sus tierras el maíz, el tomate, la calabaza, el chile o el chocolate, así como otras importantes especies de animales y vegetales que a la postre constituyen parte fundamental de la dieta, no sólo en América sino en amplias regiones de Europa y Asia.

La Ciudad de México, fundada sobre el antiguo México-Tenochtitlan, cuyo nombre significa «en el ombligo de la Luna», se asienta en una zona lacustre que motivó a sus pobladores a la innovación e invención como hábito, pues se habría de encarar una gran cantidad de retos derivados de su singular posición geográfica y de su compleja estructura política y social. Se innovó en la producción agrícola chinampera, para multiplicar por varios factores el rendimiento habitual en la siembra de flores, vegetales y hortalizas, se construyeron ductos para el traslado del agua desde regiones remotas, y se estableció todo un sistema de comunicación acuática de gran envergadura; se desarrolló fuertemente la herbolaria así como el estudio de la astronomía, las matemáticas y el comercio. Esa es nuestra primera lección de historia, vivimos en una ciudad con clara vocación de progreso.

Para testificar lo anterior un dato quizá menos conocido, en la Ciudad de México se fundó la primera sociedad científica de América, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística impulsada por Valentín Gómez Farías, quien con una visión prospectiva impulsó su creación en 1833, lo que significó fuera la cuarta sociedad en su tipo en el mundo entero.

Al minuto actual, podemos afirmar que esta, nuestra Ciudad, no sería la misma, sin esa historia y sin las acciones de política social que ha impulsado esta administración, la creación deI ICyT-DF, entre otros, fue clara muestra de políticas públicas de avanzada que caracterizaron las acciones y las obras del gobierno encabezado por Marcelo Ebrard. Esta tradición innovadora sólo pudo ser entendida y continuada por gobiernos progresistas que supieron aquilatar la fuerza de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación para el desarrollo de la Ciudad y para el pleno ejercicio de los derechos de sus habitantes.

En síntesis, se tuvo la visión de largo aliento de hacer de la Ciudad de México, una «ciudad inteligente», además del ICyT se innovaron acciones educativas a través de la Secretaría de Educación, se dio fuerte impulso a la actividad turística y la inversión nacional y extranjera, se fortalecieron y mejoraron los programas sociales de gran envergadura y con estas acciones se recuperó la importancia y jerarquía añorada.

Es en ese tenor que fue concebido el Premio Ciudad Capital para articular las necesidades fundamentales del Gobierno con las vocaciones institucionales de educación e investigación científica y tecnológica, al tiempo que se reconocen los aportes en la solución de problemas en el ámbito de las Tecnologías Urbanas, la Salud, el Medio Ambiente, la Innovación y la Educación Científica para el desarrollo sustentable.

Se articuló el problema con los actores, se dio a la ciudadanía una luz de esperanza ante los problemas del transporte, cambio climático, desarrollo social, mejora educativa mediante políticas públicas exitosas.

2. Primer eje: experiencia inédita de una «ciudad inteligente»

Dicen los propios documentos de fundación que el lCyT es una institución gubernamental creada con el objetivo de resolver los problemas de la ciudad mediante el uso de la ciencia y la tecnología… su misión es la de coadyuvar al fortalecimiento de las capacidades científicas, tecnológicas y de innovación de las instituciones y centros de investigación radicados en el Distrito Federal. Fungir como enlace articulador entre las dependencias del Gobierno del DF, los grupos de investigación científica y tecnológica y los sectores social, educativo y empresarial. Lograr que, mediante la aplicación de los avances de la ciencia y la tecnología, se construyan oportunidades de desarrollo personal de calidad que permitan elevar el bienestar de toda la población de la Ciudad de México. Contribuir a incrementar una cultura científica en la sociedad y a mejorar los procesos de aprendizaje de la ciencia de los niños, niñas y jóvenes de la Ciudad de México.

3. Segundo eje: la visión de los premiados y la ciudad

Ahora bien, les cuento que tuve la fortuna de conocer al Ingeniero Heberto Castillo en esferas distintas: como un agudo polemista en temas energéticos, un autor de libros especializados en ingeniería con fuerte sustento matemático y un líder social único. Puedo narrar con orgullo que siendo estudiante de la Vocacional 3, del Instituto Politécnico, con más preguntas que respuestas asistí a una conferencia – debate entre Heberto y un funcionario de Pemex del que no recuerdo el nombre… ¿por qué será? Pude constatar la manera inteligente y aguda en la que, con calculadora en mano, echaba por tierra los números alegres del funcionario en turno, a quien, a decir verdad, las cuentas nomás no le cuadraban»: «si esa fuese la producción de barriles de petróleo al día- decía Heberto, no habrá bodega en todo México donde estos quepan», calculaba y calculaba para rematar diciendo, el número de metros cúbicos necesarios no los tendrán «ni yendo a bailar a Chalma», a mitad de conferencia todos sabíamos distinguir «quién era quién».

En otra ocasión cayó en mis manos un libro con los cálculos estructurales de Castillo Martínez sobre la tridilosa y pude testificar, ya como estudiante de matemáticas avanzadas el singular y versátil manejo que tenía de la modelación matemática. Su hallazgo revolucionó la construcción de «grandes áreas sin soporte visible» como lo testifican los enormes tendidos del ahora World Trade Centre de avenida Insurgentes. Mi admiración creció cuando supe que estos escritos científicos y tecnológicos los hizo el ingeniero Castillo en la cárcel de Lecumberri apresado después de su participación en el movimiento estudiantil del 1968. Leí después un ensayo suyo sobre Newton, Pasteur y el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) que en mis años de estudiante marcó una mirada de que la ciencia y la tecnología se ligan al desarrollo cuando se ponen al servicio de la sociedad.

Sin duda, a este premio se honra con el nombre de Heberto Castilllo, un intelectual comprometido con su patria, por lo que bien cabe la frase: «Por la generosidad de compartir el conocimiento«. De este modo los premiados queremos agradecer al lng. Castillo, al Lic. Ebrard, al Dr. Julio Mendoza, el habernos permitido recibir un reconocimiento de la Ciudad a nuestra obra, un reconocimiento a la labor colectiva realizada desde nuestras instituciones con una verdadera vocación por descubrir lo nuevo, por participar de las soluciones a los grandes problemas abiertos, ya sea en nuestros laboratorios o cubículos, consultorios o talleres, salones o en el campo mismo. Recibimos hoy día una alta distinción y asumimos un mayor compromiso, nos premian por los logros, la obra, pero también, por la generosidad de compartir el conocimiento.

4- Tercer eje: conservar el rumbo

Sólo me resta echar una mirada hacia el futuro: volver al futuro los sistemas complejos tienen dinámicas autogenerativas, mecanismos iterativos que producen resultados sorprendentemente diversos, divergentes incluso. Dicho en términos llanos, la gobernanza que caracteriza a este gobierno, a esta administración, ha permitido la participación de los actores como protagonistas. Así vimos cómo desde el ICyT, como instrumento de gobierno, se tornó acción cotidiana la colaboración interinstitucional para la resolución de tareas complejas, se alcanzó una verdadera articulación con sectores empresariales y de gobierno compartiendo fines y estrategias y permitiendo en un círculo virtuoso, mejorar sensiblemente a la Ciudad y la vida de sus habitantes. Hizo de nuestra urbe una Ciudad inteligente… estos logros aun deben ser reforzados, un cambio de rumbo en estos momentos significaría matemáticamente una catástrofe en el sentido de René Thom.

Estos próximos meses habrá que tomar rumbo, decidir sobre los asuntos por impulsar y mantener, por los que habrá que mejorar y profundizar, es por ello que quiero pedirles, en nombre de mis colegas, dado que el lCyT logró desde su fundación grandes éxitos estos deben continuar su rumbo, para que la visión de partida a buen puerto. En todo caso, hagamos que la experiencia virtuosa del Instituto sea mejorada por la Secretaría de Educación y otras dependencias de gobierno, pero sobre todo, queremos que sepan que en estas labores, seguirán contando con nuestro decidido apoyo.

Ciudad de México, ciudad de la esperanza.

*Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias

Texto leído por el autor durante la entrega del «Premio Ciudad Capital 2012, Heberto Castillo Martínez: Por la generosidad de compartir el conocimiento«. El título es de la redacción.


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