Hace una década se extinguió glaciar del Popocatépetl; a los del Iztaccíhuatl les quedan 2 años

La Crónica de Hoy
5 de noviembre de 2012
Isaac Torres Cruz

Academia

El Popocatépetl aún es cubierto por una capa de nieve de forma estacional y después de alguna nevada o precipitación. Sin embargo, su glaciar se extinguió hace más de una década, si bien por el los efectos del cambio climático, también por su actividad volcánica, y erupción, así como estar rodeado por dos grandes urbes que contribuyeron a una cumbre cada vez más seca en el volcán.

De acuerdo con Hugo Delgado Granados, investigador del Departamento de Sismología y Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM, aunque no se encuentra en actividad volcánica como la montaña vecina, el Iztaccíhuatl está al borde de considerar sus glaciares extintos de igual manera y dejar el “cíhuatl” (blanco) para un paisaje invernal y algunas nevadas.

El especialista en glaciares refiere que desde 2001 las masas de hielo del Popo, en su ladera norte, dejaron de fungir como glaciares por lo que fueron declarados extintos.

Y si bien vemos nieve allá arriba de vez en cuando, el científico explica que “glaciar” se define como una masa de hielo con un régimen de alimentación y pérdida. La alimentación tiene que ver con una precipitación sólida y la pérdida con la fusión natural, explica.

Pero adicionalmente son masas de hielo que tienen movimiento. “A partir de 2001 sus masas de hielo dejaron de moverse y expusieron secciones en la masa de hielo, donde se ve el basamento, la roca, y quedó aislada. Esto propició que perdieran el régimen de alimentación”.

Interesantemente (o paradójicamente), señala, los productos volcánicos ahora se acumulan de una manera tan importante que se vuelven un espesor importante de material encima de los cuerpos de hielo. Lo que antes provocaba el efecto de fusión del hielo ahora sirve como aislante.

“Hay hielo porque la cantidad de material volcánico encima es tan grande que lo está, en cierta medida, protegiendo. Pero es hielo que ya no tiene movimiento y no es regenerado por una nueva nevada”.

Para el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, sin ser glaciólogos podemos ver un día que el volcán amanece blanco y al pasar un par de días más verlo descubierto. La nieve que cae no es manifestación de glaciar, sino precipitación sólida, como cuando hay nieve en el Ajusco.

“La gente me pregunta ‘cómo pueden declararlos extintos si todavía vemos nieve’, pero si bien la hay, un glaciar debe permanecer, ser perenne”.

En el caso del Izta, el científico señala antes la necesidad de entender el término de la isoterma cero grados: la línea en altitud en la cual existe una temperatura que permite la preservación del hielo debajo de los cero grados.

Esta isoterma ha aumentado con el paso de los años. Así, en el Iztaccíhuatl y el Valle de México, la isoterma está alrededor de los 4 mil 940 metros. Los glaciares de la mujer dormida están a 5 mil metros, “ya sólo le queda unos cuantos metros para que la isoterma 0° alcance ese nivel. Después de esto desaparecerán”.

Al ritmo al que vamos, enfatiza, la isoterma cero grados dejará a la mujer dormida sin manto blanco entre 2015 y 2020. “Ya no habrá glaciares de acuerdo a los patrones que vemos y es irremediable. Una consecuencia clara del cambio climático, donde hielo perenne ya no permanece”.

CAMBIO DEL PAISAJE. Este proceso tiene varias implicaciones que eventualmente se observarán, si bien no tan evidentes a corto plazo, hay algunas que ya pueden avizorar la sequía.

El científico, quien además es un apasionado del montañismo deportivo, apunta que regularmente el derretimiento estacional de estos glaciares generaba arroyos incluso en tiempos de secas, que se filtraban para recargar los mantos acuíferos. Ese aporte desaparece gradualmente.

“Los arroyos cargan cada vez menos agua, la recarga ya no es muy significativa. Pero estos cuerpos de agua siguen trayendo líquido en épocas de lluvias, pero en las de secas ya no”.

Por otra parte, la nieve que se renovaba de los glaciares tiene un color claro que permite reflejar la radiación, pero la roca desnuda absorbe esa misma lo que incrementa la temperatura ambiente, que lo resienten no sólo los montañistas sino la biodiversidad del lugar.

“Hay especies que invaden zonas donde antes no habitaban, las condiciones de vida son más agradables; también se mudan los arbustos, musgos y plantas, aunque este ascenso tendrá un límite”.

En el Pico de Orizaba el hielo también va a la baja, pero su retroceso glaciar es más lento, lo que podría relacionarse por su cercanía al mar o porque no está rodeado por grandes urbes como el Izta y el Popo, donde existen industrias y ciudades pobladas que emiten gases de efecto invernadero. La temperatura en la cuenca de México ha aumentado.

“Tenemos una suma de efectos en la última década que han acelerado rápido el deshielo y en estos picos las masas de hielo son delgadas y vulnerables, un recurso natural ya no renovable.”

DESPRENDIMIENTO. Estas consecuencias causadas por el ambiente son un efecto local del cambio climático que ha dejado huella de su proceso en los últimos días, ya sea con el huracán que azotó las costas de Nueva York o la gran fusión del hielo ártico y el engrosamiento del antártico sucedidos en los últimos días.

“Estos efectos en los polos es lo mismo pero guardando la dimensión. Si bien en el Ártico terminó el verano, que es cuando mayor fusión hay, el fenómeno sobrepasó expectativas. En esta parte del planeta se espera que en la siguiente década desaparezca su capa de hielo durante el verano”.

En la Antártida, añade, acaba el invierno, cuando mayor conservación de masa hay, pero también alcanzó niveles más altos de los que se esperaban. Esto es resultado de la variabilidad climática global.

“¿Pero qué tanto de ese hielo subsistirá el próximo el verano antártico? Posiblemente veremos el desprendimiento de grandes plataformas de hielo, como ha sucedido en los últimos años. Esto al igual que el huracán en Nueva York y los glaciares aquí, son parte del mismo fenómeno de variabilidad climática, que nos juega procesos desconocidos en intensidad y temporalidad en estos fenómenos, son irregulares”.

En este sentido, el científico puntualiza que nuestro planeta está cambiando y no nos queda de otra más que adaptarnos. “Pero además de adaptarse a los cambios debe de haber un respeto a la naturaleza y el medio ambiente y crear conciencia en la niñez, quienes deben entender el respeto de su entorno para que en el futuro puedan disfrutarlos”.

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