La AMC busca más adeptos en ciencia y tecnología mediante robótica pedagógica

La Crónica de Hoy
27 de agosto de 2012
Isaac Torres Cruz

Academia

Juanita Hernández estudia informática y coordina a la vez un taller de computación auspiciado por la AMC en la región de Zinacantán, Chiapas. Ahí, enseña también a niños tzotziles robótica y a operar sus propios robots. La estudiante traduce a los pequeños el sentido de esta tecnología en su lengua materna, con lo que logran hacer cosas maravillosas y echa a volar su imaginación y sus capacidades mediante máquinas creadas por ellos mismos.

Esta es una pequeña ventana del programa de Computación para Niños y Jóvenes, impartido para niños y jóvenes en 15 estados, de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), y es también una muestra del alcance que ha logrado tener.

Este proyecto surgió en 1984 en el Museo Tecnológico de la CFE (Mutec) con el boom de las computadoras y la informática, donde se buscaba dotar a los niños de una formación sólida en la materia y derivar en que aprendieran a hacer uso de sus capacidades de abstracción matemática, modelación, programación y en su relación con la tecnología en particular, señala Enrique Ruiz-Velasco Sánchez, coordinador del programa e investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (Iisue) de la UNAM.

El programa imparte talleres a niños y jóvenes que estudian la educación primaria y secundaria. Estos talleres están situados en bibliotecas públicas, casas de cultura y de la ciencia, en colaboración con la Dirección General de Bibliotecas del Conaculta, gobiernos de los estados, municipios y universidades.

Este es uno de los primeros programas estructurados por la AMC, pero ha ido más allá del manejo de computadoras de escritorio, programas y desarrollo de un pensamiento lógico, que no es poca cosa. En entrevista, Ruiz-Velasco Sánchez describe el tren en el que se ha subido este programa, uno de grandes alcances en el conocimiento y cuya fortaleza podría quedar constatada en un récord Guinness próximamente.

Computación para Niños y Jóvenes de la AMC cuenta con el taller de robótica pedagógica móvil, que arrancó apenas el año pasado, cuyo sistema multiplica la envergadura del programa original para estructurarlo como uno de los más prometedores en el país para la divulgación de las ciencias y la tecnología.

TRAS LA ZANAHORIA. El taller, coordinado por Juan Manuel Sánchez Morales, tiene el objetivo de crear un robot mediante materiales reciclados, juguetes con un segundo aire, mucha creatividad e imaginación y un componente innovador: un teléfono celular. Esta innovación se refiere a la capacidad de movilidad que las creaciones de los niños y jóvenes tienen a través de los teléfonos celulares, ya no por una computadora, sino algo que es más accesible. Este es el terreno de la robótica pedagógica que Ruiz-Velasco ha trabajado desde hace muchos años, y es casi imposible que los que ingresan al taller no aprendan algo.

Por medio de celulares, a partir de modelos muy básicos, los niños pueden aprender desde concebir y programar su robot hasta operarlo vía remota. Se puede incluso participar desde varias localidades para manipular un robot.

Pero antes es necesario tener el robot. Hay que entender que desarrollar uno sin piezas prefabricadas, o legos y otros juguetes electromecánicos, no es cosa fácil. Es esta la parte más interesante de este trayecto por la ciencia y la tecnología.

“Con la robótica pedagógica los niños y jóvenes aprenden a integrar diferentes áreas del conocimiento y disciplinas: matemáticas, geometría, química, física, electricidad, electrónica, programación informática, inteligencia artificial y a colaborar en proyectos en grupo”, dice al miembro de la AMC.

El pretexto, “la zanahoria”, añade, es hacer el robot, pero lo más interesante es todo lo que pueden aprender para construirlo. De inicio se construyen con materiales de reciclaje bajo un principio de robótica verde. Además de iniciar a los niños en dichas áreas del conocimiento puede brindar nociones en otras áreas como la literatura, historia y aprendizaje de inglés, entre otros.

Antes de usar un motor, por ejemplo, deben entender cómo funciona. En todo lo que hay que aprender hay varios “altos” en el camino, como si fuera un tren didáctico con diferentes paradas.

Así, los niños suman y multiplican intuitivamente, desarrollan capacidades para programar en la base de un lenguaje, y, dependiendo el nivel, estudian cinemática, geometría o álgebra sin saberlo. Y echan a volar la imaginación: diseñan robots en formas de fantasmas, ruedas de la fortuna, arañas, “lo que se les ocurre”, todo con material de recuperación. “La meta construir un robot y para hacerlo se requieren de muchas áreas del conocimiento y la robótica pedagógica móvil las integra de manera natural y lúdica”.

El acceso a estos talleres es gratuito y puede realizarse desde las casas de cultura, bibliotecas e instituciones participantes en el programa. Es una vía diferente para hacer que los niños se inicien o estudien de manera formal ciencias en el futuro y si no, simplemente aprenden de manera casi irremediable su función e importancia.

“La tecnología es importante, bonita y se trabaja de manera lúdica, pero sistémica. Posteriormente, independientemente de lo que quieran estudiar los niños y jóvenes, se darán cuenta de que ciencia y tecnología son factibles de ser estudiadas y no como las verán ajenas”.

El programa y taller de la AMC trabaja con otros más de la institución, como el de La ciencia en tu escuela, apunta Enrique Ruiz-Velasco, con el objetivo de apoyar a profesores para que lleven este tipo de actividades y conocimientos a sus estudiantes. También exploran la manera de formar a otros formadores con talleres a distancia para llegar cada vez a más niños.

DE GUINNESS. A finales de los años ochenta, cuando Ruiz-Velasco Sánchez se especializó en su área, había muy poco desarrollo en robótica educativa y más en la pedagogía de ésta. El experto buscaba acelerar el aprendizaje de este tipo de conocimiento, que fuera más rápido y directo a como él lo tuvo.

Fue así como se involucró en el desarrollo de proyectos didácticos en el sector desde la psicopedagogía, la teoría constructivista, construccionista y ahora la conectvista que posibilita internet.

Estas han sido reunidas en el taller de Computación de la AMC, adelantada a su tiempo, de acuerdo con el investigador. “Porque en el mundo no hay programa que trabaje con robots pedagógicos de manera móvil. En la UNAM y la AMC estamos innovando en esta área”.

A lo largo de los últimos años ha habido eventos como torneos de robótica, o más recientemente el Robocup que se realizó en la capital, que han abonado el campo para que niños y estudiantes conozcan y se acerquen cada vez más a la robótica y todo el desarrollo de conocimiento que implica.

Para dar un mensaje a la sociedad, el investigador y la AMC buscarán romper un récord Guinness. En un acto de divulgación, esperan reunir el próximo año a numerosos participantes en el centro de la ciudad para construir 30 mil robots simultáneamente. Quieren demostrar lo interesante que puede resultar la robótica pedagógica móvil como vehículo para involucrar a la gente en este conocimiento.

“Los niños y jóvenes son muy inteligentes, su capacidad de imaginación los llevará a donde ellos quieran. Lo que tenemos que hacer es motivarlos y crearles un espacio rico de aprendizaje”, dice el tecnólogo, quien no esconde su emoción por imaginar que con ello el país conseguiría nuevos adeptos para estudiar ciencias e ingenierías.

http://bit.ly/TgPX3s


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