Narran cinco físicos mexicanos su encuentro con premios Nobel en Lindau; revelan a Crónica sus hobbies, proyectos y sueños

La Crónica de Hoy
15 de junio de 2012
Laura Vargas Parada en Lindau

Academia

Lo que verdaderamente da sentido a la reunión de Premios Nobel que se lleva a cabo cada año en la isla alemana de Lindau, a orillas del lago Constanza, es la interacción de cerca de 600 jóvenes investigadores procedentes de 69 países con los laureados participantes. Los muy respetados sensei de la ciencia interactúan con los estudiantes, en lo que es el corazón y alma de las reuniones de Lindau: el intercambio de ideas y experiencias. En una serie de conferencias magistrales, los laureados presentan, desde una recolección de experiencias personales, sus más recientes resultados de investigación, la revisión de los logros alcanzados en un área del conocimiento, hasta consejos sobre cómo hacer investigación científica.

Para profundizar en un tema, se organizan una serie de clases magistrales para las cuales los laureados seleccionan a unos cuántos jóvenes investigadores con el fin de que presenten sus resultados de investigación ante una audiencia más reducida, que reciban comentarios y sugerencias. Finalmente, hay una serie de eventos culturales y sociales donde hay muchas oportunidades para convivir.

Este año, la 62 Reunión estuvo dedicada a la física y los principales temas fueron la cosmología, la física cuántica, el cambio climático y la energía. Para asistir a estas reuniones, los participantes deben ser nominados y seleccionados por colegios académicos en sus propios países. Además de los alemanes, entre las delegaciones con mayor número de participantes estuvieron EUA (86), China (32), India (30) y Japón (16). Entre los hispanoparlantes participaron, entre otros, España (13), Brazil (8), Colombia (4). A diferencia del año pasado, cuando sólo hubo una participante por México que viajó gracias al apoyo del gobierno alemán, este año participaron 5 mexicanos. Cuatro apoyados por la Academia Mexicana de Ciencias y uno auspiciado por la compañía Siemens de EUA.

PROTAGONISTAS. Marcelo Lozada Hidalgo. “Tengo 26 años y estudio la maestría en física en el Instituto de Física de la UNAM. La física me encanta, hace que me levante motivado cada mañana”.

Ricardo Méndez Fragoso. “Soy doctor en Ciencias Físicas por la UNAM, 30 años. Actualmente realizo estudios de posdoctorado. Estudié física porque trata de describir a la naturaleza y sus implicaciones. Considero que lo más importante es entender y describir las conexiones que hay entre las diferentes ramas del conocimiento porque todas ellas forman parte de una mismo todo, la naturaleza”.

Ricardo Gutiérrez Jáuregui. “Tengo 24 años. Estudio la maestría en Ciencias Físicas en la UNAM. En un principio estudié física porque desde pequeño tenía facilidad para el área, aunque una vez que llegué a la Facultad me di cuenta de que la carrera no era realmente lo que yo pensaba. Esto fue para bien, porque me gustó más lo que llegué a encontrar: es la mejor manera que tengo de entender lo que nos rodea, además de que esto conlleva retos”.

Juan Pedro Ochoa Ricoux. “Tengo 32 años, soy doctor en física y actualmente tengo una posición posdoctoral en el Lawrence Berkeley National Laboratory en EU. Estudié física porque me gusta entender cómo funciona el mundo, y porque el trabajo de un físico es sumamente apasionante. Es un trabajo lento y que requiere mucha dedicación, pero conforme uno avanza en sus investigaciones y se acerca a un resultado tiene uno el mismo sentimiento que un explorador siente al ir llegando a tierra desconocida”.

—Además de la física, ¿hay tiempo para otras actividades?

Marcelo: “¡Violín! Lo toco profesionalmente”.

Ricardo M: “Atletismo y buceo.”

Ricardo G: “Fuera de la física disfruto de los deportes y videojuegos”.

Juan Pedro: “Me gusta mucho hacer deporte, como futbol o ciclismo. Creo que es importante mantener el cuerpo sano, para que la mente también funcione al máximo”.

PROYECTOS. Marcelo. “Trabajo condensados de Bose-Einstein. Imagina un panal de abejas. Cuando la temperatura baja, las abejas, que normalmente están revoloteando por el panal, se paran en el piso del panal y caminan lentamente (condensación de Bose-Einstein). Resulta que, como las abejas adoran la miel, si ponemos gotas de miel (campos magnéticos particulares) en puntos determinados del panal, las abejas empiezan a caminar en círculos alrededor de la miel, pero nunca se paran en la gota de miel. Esto genera vórtices -movimientos en espiral-, como en la bañera. Como podemos controlar los campos magnéticos, podemos controlar la formación de vórtices en el condensado de Bose-Einstein. Obtener control nos acerca un poco más a la posibilidad de utilizarlos con fines tecnológicos”.

Ricardo M. “Son varios, entre ellos mecánica cuántica”.

Ricardo G. “Tengo dos temas de investigación, uno de ellos sobre la interacción de la luz con la materia”.

Juan Pedro. “Me dedico a la física de partículas experimental. Mi especialidad son las partículas llamadas neutrinos, con unas propiedades muy extrañas. Mi proyecto actual se llama Daya Bay. Nuestro trabajo consiste en posicionar una serie de ocho detectores de 110 toneladas cada uno alrededor de una planta nuclear cerca de Hong Kong, en China. Los reactores nucleares crean una cantidad exorbitante de neutrinos, por lo que sirven como fuentes de la partícula que estamos estudiando. Al estudiar los neutrinos a diferentes distancias de los reactores no sólo podemos entender mejor lo que sucede dentro de un reactor nuclear, sino que también podemos estudiar otros fenómenos”.

—¿En dónde se ven en 10 años?

Marcelo: “En mi propia empresa de alta tecnología o como académico en alguna universidad reconocida en México”.

Ricardo M: “Dirigiendo y realizando diferentes proyectos de investigación multi e interdisciplinarios en una institución académica mexicana. Trabajando con colegas y estudiantes de diferentes áreas del conocimiento y lugares”.

Ricardo G: “Con suerte, trabajando en un instituto de física”.

Juan Pedro: “Como profesor o investigador en alguna institución de enseñanza superior”.

—¿Qué les dejó su participación en la Reunión de Lindau?

Marcelo: “Entender qué significa hacer ciencia en el mundo al más alto nivel. Los intercambios con los laureados, empresarios, directores de institutos y estudiantes”.

Ricardo M: “Fue muy motivante y me aclara el panorama de cómo hacer las cosas en el futuro para tener éxito. También los contactos con diferentes personas de mundo, ya que pueden ser mis futuros colaboradores […] y me traigo muchas ideas sobre el futuro en tecnología, ciencia básica y educación”.

Juan Pedro: “El aprendizaje que se logra al convivir con los Premios Nobel y una red de contactos con científicos de todas partes del mundo”.

—¿Hubo algún Premio Nobel que les resultara particularmente especial?

Ricardo M: “La claridad, paciencia y sencillez con la que William Phillips dio su conferencia fue excepcional. La exposición de Dan Shechtman fue muy ilustrativa, aprendí cosas nuevas, además de ser muy motivante. Harold Kroto fue muy ilustrativo y didáctico. Finalmente, las pláticas que tuve con Robert Laughlin y Mario Molina me enseñaron la importancia que tiene cuidar el planeta con un sentido humanístico que va más allá y que tiene que ver con lo que queremos dejar a las futuras generaciones”.

Juan Pedro: “Fue particularmente emocionante conocer a aquellos que tuvieron un gran impacto en mi área de investigación como Carlo Rubbia, David Gross y Martinus Veltman. Pero en realidad fue extremadamente provechoso escucharlos a todos. Incluso aquellos que debatieron y que trataron temas controversiales, nos recordaron directa o indirectamente cómo la ciencia es un campo donde todo está siempre sujeto a revisión y donde la evidencia debe de ser el primer criterio para discriminar entre varias hipótesis”.

—¿Algún momento especial durante Lindau?

Marcelo: “¡Muchísimos! Conocí mucha gente cuyas experiencias me abrieron el panaroma. Es difícil explicarlo, pero no soy el mismo que antes. Así de ese tamaño”.

Ricardo G: “Sorprendentemente muchos de los momentos más especiales fueron con los demás estudiantes”.

Juan Pedro: “La oportunidad de presentar mi investigación en la clase magistral de David Gross fue para mí un momento muy especial y que sin duda recordaré por toda mi vida”.

—En su opinión, ¿qué se necesita para ganar un Nobel?

Ricardo G: “¡Me encantaría saber! Supongo que es una mezcla de curiosidad, talento, trabajo y suerte. Debe existir algo que te incomode por suficiente tiempo, tener el valor de enfrentarlo y una profundidad que te permita analizarlo. Así cuando exista un detonador, que sería el elemento de suerte, vas a poder resolver el problema”.

Juan Pedro: “Mucho trabajo y dedicación, sin duda alguna. Pero creo que también se necesita una pizca de suerte. Mientras que algunos de los ganadores del Nobel estuvieron persiguiendo la respuesta a una cierta pregunta por décadas, otros nos compartieron cómo el resultado por el que ganaron fue algo totalmente inesperado”.

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