La Jornada
12 de junio de 2012
Redacción
Se requiere impulsar un programa nacional, destaca Sergio Estrada Orihuela, de la AMC
Las universidades chinas pidieron el registro de 35 mil patentes; las estadunidenses, de 5 mil, y las mexicanas apenas de 70, de las cuales sólo fueron otorgadas 35, señala el especialista
Hay que transitar de la época de hecho en México a innovado en México, afirma
En México hay una sólida comunidad de científicos y amplios programas de posgrado, así como un quehacer con características propias consolidado en los pasados 50 años. Sin embargo, en el campo de investigación, desarrollo e innovación tecnológica está entre los países más atrasados del mundo, señaló Sergio Estrada Orihuela, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Resaltó que lo que caracteriza al mundo avanzado actual o “países del primer mundo, en buena medida, es el desarrollo tecnológico propio”. Por ello “llama la atención que México, con un quehacer científico vigoroso y relevante, esté a la cola de esas naciones”.
Asimismo, hay (en países avanzados) una estrecha vinculación entre la formación de jóvenes que quieren hacer ciencia y los que se van hacia la innovación tecnológica con características propias y comprometida con el país; en ese sentido, por ejemplo, hace dos años “las universidades chinas pidieron el registro de 35 mil patentes; las estadunidenses, de 5 mil, y las mexicanas apenas 70, de las cuales sólo fueron otorgadas 35”.
El doctor Estrada Orihuela añadió que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) registra 14 patentes al año en prmedio, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), ocho, y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) siete; 90 por ciento de ellas no transfieren beneficios a la sociedad. “Son muy pocas y no hay insumos, productos, servicios o desarrollos que lleguen a los mexicanos”.
Hay entonces, precisó el académico, “una discordancia paradigmática notable entre qué tan bien hemos diseñado la estrategia de desarrollo científico y qué tan mal hemos hecho la de desarrollo e innovación tecnológica para beneficio de los mexicanos”. Esa discordancia o contrasentido es otra de las razones de México importe 95 por ciento de la tecnología que utiliza en sus equipos, en su infraestructura empresarial y en el desarrollo del campo y la pesca, entre otros sectores.
El experto explicó que la economía en México está fundamentada en la exportación de productos “que no son nuestros”; es decir, en economía “somos los campeones de la maquila. Exportamos productos que nosotros no innovamos, que son para beneficio de la economía de otras culturas.
“Tenemos que transitar de la época de ‘hecho en México por mexicanos’ al tiempo actual que debe ser: innovado en México por mexicanos, y exportado y consumido en México para beneficio del mercado interno y del mercado de exportación, pero con la participación de la comunidad científica y tecnológica y empresarial mexicanas”, puntualizó.
Estos puntos forman el marco de referencia desde el cual se busca que diversas instituciones unan sus capacidades para impulsar un programa nacional de generación simultánea y paralela de innovaciones tecnológicas, patentes y secretos industriales desarrollados de forma mancomunada y sinérgicamente entre las universidades y las empresas de las 31 entidades federativas del país.
Elevar la productividad, entre las metas
Entre los objetivos de dicho programa se encuentra buscar que se eleve la productividad primaria del campo y de los cuerpos de agua del país.
La pregunta es: ¿dónde debemos innovar? Más que hacerlo donde está la competencia mundial tecnológica, vamos a hacerlo en las áreas en las que pueda elevarse la economía y el bienestar de la población de nuestro país, enfatizó.
En el campo y los cuerpos de agua, por ejemplo, se siguen utilizando tecnologías de hace 300 años, como el arado. “Los campesinos lo único que reciben del gobierno son préstamos, fertilizantes o tenencia de la tierra”, dijo.
Ante ese panorama y si se continúan utilizando técnicas ancestrales, “¿cómo queremos elevar la productividad del campo y los cuerpos de agua del país?”, preguntó Estrada.
Señaló que hay un antecedente de este programa; nació en la UNAM y se aplicó en la administración del doctor Juan Ramón de la Fuente.
Uno de sus resultados, “de entonces a la fecha, fue que 90 empresas mexicanas, en estrecha colaboración con universidades, generaron innovaciones tecnológicas de elevada relevancia pública”.
El ejercicio anterior demuestra que “si se tiene un método de trabajo entre universidades y empresas, y cada quien hace la parte que le toca en el diseño y en el desarrollo de una innovación tecnológica, el resultado serán innovaciones en beneficio de la sociedad en el país”, destacó Estrada Orihuela.