La Crónica de Hoy
11 de junio de 2012
Isaac Torres Cruz
Nuestra investigación no sirve si la autoridad no la aplica en beneficios sociales
Academia
Experto. Roberto Leyva es experto de la UASLP en desarrollo de materiales para eliminar agentes contaminantes en el ambiente.
Loberto Leyva Ramos pertenece a una generación de académicos que abonaron el área de la ingeniería química en el país, que en la década de los años setenta tenía un nivel muy bajo, paupérrimo.
Después de estudiar ingeniería en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), realizó su maestría y doctorado en la Universidad Tecnológica de Indiana y la Universidad Estatal de Indiana, EU, respectivamente.
Su generación fue la que “volteó la tortilla en el área”, en la década de los ochenta-noventa, y regresaron a diversas instituciones del país para crear grupos de investigación, misma que prácticamente no se hacía. Él regresó a la UASLP.
La ingeniería química está involucrada en la producción de vidrio, papel, polímeros, gasolina, petróleo, entre otros. Es así, la ingeniería la que permite transformar la química en productos. Esta rama del conocimiento también interviene en la generación de medicamentos.
Pero el interés del investigador por el impacto del conocimiento en temas de impacto social, lo llevaron a desenvolverse en temas medioambientales para especializarse en la creación de materiales absorbentes para eliminar la contaminación ambiental. Así, ha dedicado parte de su trabajo a resolver uno de los problemas de contaminación hídrica más importantes de su estado y de varios más en el país, la contaminación por fluoruros.
En entrevista, el profesor-investigador señala que varios estados como SLP, Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, Durango, Jalisco, Sonora, entre otros, el agua “potable” está por arriba del nivel tóxico de fluoruro. Uno de los problemas más comunes en la población es la fluorosis dental, que mancha los dientes, que en la población infantil puede provocar problemas de por vida.
Para remover el fluoruro, el equipo del científico utiliza materiales a base de carbón de hueso. “El hueso de carne animal es desechado y muchas veces genera problemas ambientales. Nosotros molemos, quemamos y modificamos para quitar el fluoruro del agua muy eficientemente”.
Todos los huesos tienen un compuesto llamado hidroxiapatita, que queda al descubierto cuando se calcina la superficie ósea, y que fija el flúor en ella. El producto desarrollado por los científicos se vende comercialmente por una empresa de Guadalajara.
Pero el investigador, también secretario del consejo directivo de la Academia Mexicana de Ciencias, estudia además otros elementos para eliminar arsénico en el agua, otro problema de toxicidad en el líquido en ciudades mineras del país y uno de los mayores agentes contaminantes de agua en el mundo.
Por otra parte, en un proyecto desarrollado con la Comisión Nacional Forestal, desarrollan un material para limpiar aguas contaminadas con metales pesados mediante aserrín modificado.
“Este es un material interesante que, modificado mediante ingeniería química, puede remover plomo, cromo, níquel, cadmio y zinc, entre otros. El aserrín, que no tiene valor comercial, si acaso se usa en las carnicerías, se puede utilizar para descontaminar aguas residuales en procedimientos industriales como el cromado, por ejemplo”.
Pero todavía falta tiempo para obtener un producto comercial, aunque los resultados has sido alentadores y el investigador espera tratar aguas residuales con aserrín en el futuro.
Sin embargo, para Leyva Ramos toda esta investigación sirve de poco si no llega a la población, si no tiene un impacto en la sociedad. El ejemplo lo tiene en su propio estado con el tema de los fluoruros.
GOBIERNO OMISO. El problema en varios de los estados con este tema, apunta, es que se consume agua de acuíferos profundos, que están en contacto con la fluorita, un fluoruro de sodio cuya concentración aumenta conforme la extracción es mayor.
Esto ha provocado problemas de fluorosis dental en parte de la población, y que en niños puede generar un desgaste que les afectaría toda la vida. Si bien, añade, el nivel de flúor en el agua no ha llegado a niveles más altos, como para provocar fluorosis esqueletal, padecimiento similar a la osteoporosis, que debilita el sistema óseo. No obstante, enfatiza, la tendencia de que exista fluoruro en el agua es un aumento gradual en su nivel de toxicidad. Los investigadores han prevenido a las autoridades estatales pero no han atendido el problema.
“A pesar de que existen toda la información habida y por haber sobre el problema de fluoruro en agua en el estado, las autoridades no hacen nada. La universidad tiene un buen grupo de investigadores que han analizado todos los aspectos del problema: niveles de fluoruros en el agua y odontólogos que han analizado los efectos en niños. Pero también han medido la toxicología del flúor en los huesos y cerebro. Nosotros hemos analizado y desarrollado materiales para eliminar el flúor. Está cubierto todo el aspecto, en San Luis Potosí sabemos todo sobre este problema, lo malo es que la autoridad no lo resuelve”.
El científico agrega que se han reunido con legisladores y los organismos gestores del agua estatales sin muchos resultados, empero de que las investigaciones han llegado al punto de saber la calidad del agua por colonia.
“Entonces, ¿para qué sirve la investigación científica para la sociedad? Desde el punto de vista científico, el investigador pública resultados y gradúa alumnos, pero también tenemos el deber resolver problemas”.
Si bien la universidad ha realizado campañas de información con la población para que consuma agua embotellada, hay quienes no pueden comprar un garrafón de agua y no tienen otra opción más que consumir la de la llave y que los niños de esas familias enfrenten flourosis dental.
La omisión de los gobiernos es difícil de explicar, refiere, pero muchas veces el tema del agua les preocupa en cantidad y no calidad. “Tenemos el conocimiento, pero cómo aplicarlo aquí si las autoridades no hacen nada y saben del problema. Esto demuestra mucho de lo que pasa y se deja de hacer en México”.