Reforma
6 de mayo de 2012
Diana Saavedra
Fue hasta pasadas las 18:00 horas cuando las nubes permitieron que los rayos solares iluminaran el Alcázar
Ciudad de México .- El atardecer fue el mejor momento para ser testigos del último tránsito de Venus a través del Sol y aunque fueron pocos los que llegaron a verlo, su emoción era evidente.
«Mamá, yo lo vi, de verdad que lo vi», gritaba emocionada una pequeña que tuvo acceso a un filtro de soldador del número 14 que era prestado por los organizadores de un avistamiento del fenómeno en el Castillo de Chapultepec.
«Yo también lo vi y ya tengo qué contarle a mis nietos», dijo uno de los jóvenes asistentes, bromeando con sus amigos pues varios fueron los que aprovecharon el fenómeno celesta para pasear y disfrutar de la tarde.
Alrededor de 400 personas entre adultos mayores, niños de diversas edades y padres con bebés en brazos acudieron a la convocatoria lanzada por la Academia Mexicana de Ciencias, el comité de Noche de las Estrellas y la Dirección de Divulgación de la Ciencia para ser testigos del último paso del astro en 105 años.
El encuentro de Venus con el Sol y la Tierra inició en punto de las 17:06 horas pero no pudo ser apreciado pues la intensa nubosidad impidió la vista, por lo que los organizadores convocaron a los asistentes al auditorio frente al Alcázar donde se transmitía en directo la visión del fenómeno que tuvieron en Torreón, Coahuila, donde no había lluvia y se apreció perfectamente.
Fue hasta pasadas las 18:00 horas cuando las nubes permitieron que los rayos solares iluminaran el Alcázar y conforme se corrió la voz de que la estrella ya era visible se formaron casi inmediatamente grandes filas de personas que esperaban observarlo a través de los seis telescopios, pese a que las nubes a cada instante ocultaban al Sol.
«Lo mejor fue el atardecer pues el Sol ya se encontraba en la línea del horizonte y las nubes dejaron de ocultarlo. Además en ese momento es más naranja y eso es mejor», añadió Alejandro Farah, especialista del Instituto de Astronomía de la UNAM y uno de los organizadores del encuentro.
Pasadas las 20:00 horas, cuando el Sol finalmente se ocultó aquellos que vieron el último tránsito de Venus del siglo narraban a los desafortunados que nunca llegaron hasta el telescopio la experiencia de ver al planeta como un lunar frente a una gran naranja.
El Alcázar fue seleccionado como sede para admirar el encuentro astronómico debido a que hacia 1879 fue sede del primer Observatorio oficial, el cual fue inaugurado por don Porfirio Díaz.
Además de la Ciudad de México con telescopios en Universum, el Planetario Luis Enrique Erro y el Museo Nacional de Antropología, en varios puntos de la República mexicana se organizaron actividades, conferencias y talleres para divulgar la ciencia astronómica.
«Este tipo de actividades se convierten en una fiesta que al final nos lleva a fomentar carreras científicas», consideró el doctor José Franco en entrevista telefónica, quien registró el fenómeno celeste desde Los Cabos.