Nos alcanzó el futuro

El Porvenir
26 de enero de 2012
Manuel Ávila Flores

En la línea de análisis que hemos seguido en las semanas de este incipiente año, es inevitable advertir cómo es que se engarzan los acontecimientos del nivel global y del ámbito nacional, y en ambos casos apuntan a un deterioro del sistema económico prevaleciente y, en consecuencia, de las condiciones materiales de vida de la población. Específicamente, claro está, de los trabajadores, de los desposeídos y de quienes se encuentran en la base de la pirámide económica y social. El conflicto, la contradicción, la incongruencia estriba en que, muchos -incluso entre quienes ocupan la cúspide-, se dan cuenta, lo reconocen, mas no plantean la solución en un sentido integral, sino únicamente en el aspecto funcional: que el sistema se mantenga bajo la lógica de la producción de ganancias y su acumulación en pocas manos, y no de la redistribución equilibrada del producto social para evitar el resentimiento y la división social, y prevenir el riesgo de un estallido incontrolable de violencia.

Veamos primero lo que se refiere al ámbito externo. En forma muy cercana a lo que vislumbramos la semana anterior con respecto a la necesidad de que los agentes económicos se vuelquen en el corto plazo hacia una mayor responsabilidad social, el presidente y fundador del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), Klaus Schwab, estableció claramente que: “El capitalismo, bajo la forma actual, ya no tiene lugar en el mundo que nos rodea… (Pues) Hemos fracasado en aprender las lecciones de la crisis financiera de 2009. Se necesita una transformación mundial urgente y debe iniciarse con el restablecimiento de una forma de responsabilidad social”.

Simultáneamente, el Fondo Monetario Internacional dio a conocer su cálculo de las necesidades de financiamiento global para los dos siguientes años, que ascienden, si las condiciones económicas empeoran “de manera considerable”, a un billón de dólares. Con base en dicha estimación, el organismo busca obtener recursos por 500 mil millones de dólares (entre los que se incluyen los 200 mil millones comprometidos con la situación de Europa, Grecia a punto de caer en moratoria y la mayoría de los países al borde de la recesión) para préstamos adicionales. La respuesta de EU ha sido negativa a la posibilidad de mayores aportaciones de su parte; mientras que el Reino Unido prometió “estudiar” el planteamiento del FMI, bajo la condición de que los fondos apoyen a los Estados y no se enfoquen en salvar al Euro; por lo que se especula que el organismo buscaría aumentar las contribuciones de los mercados emergentes, sobre todo Brasil, China, India y Rusia. Esto es, podrían escasear los recursos para relanzar la economía global, y la amenaza concreta de otra crisis es inminente.

Ahora vamos a ver la manifestación de estas circunstancias, más las de nuestra dinámica interna, por supuesto, en el país. Le sugerimos que, mentalmente, haga el ejercicio de recordar el silbido de la propaganda oficial mientras lee las siguientes líneas.

Durante las mesas sobre Seguridad Alimentaria del Congreso (de) Ciencia y Humanismo, organizado por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Antonio Turrent, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), subrayó que la alimentación es un derecho humano que, poco a poco, se ha dejado de garantizar ante la “grave crisis alimentaria” que se presenta en el país. A tal grado, que en México se está perdiendo la carrera entre población y alimentos, lo que, “de no corregirse a tiempo, generará inestabilidad y (destacamos aquí) hasta violencia”. Según sus razonamientos, el derecho a la alimentación es tan importante como la salud y la educación, y en México, “ya están aquí el hambre y la sequía” y la sociedad estará alerta a la manera en que el Estado y los productores manejen esta situación. Máxime porque nuestra producción alimenticia es deficitaria “y con tendencia a agravase”.

Bajo estas condiciones, a su parecer, si no se haya el remedio, esta circunstancia será la que constituya de México un verdadero “Estado fallido”, ya que estas carencias se manifestarán con violencia, dado que “habrá quienes para darle de comer a sus hijos tengan que robar o hasta matar”. En el evento se especificó el panorama de la producción alimenticia, que resulta deficitaria, pues importamos el 31% del maíz que consumimos, el 8% del frijol, 42% del trigo y 67% del arroz. En tanto que, con relación a las importaciones ganaderas, se compra al extranjero el 40% de la leche consumida, 53% de carne de aves, 68% de la carne de res y el 78% de la carne de cerdo. El huevo es el único alimento en el que México es autosuficiente en la actualidad.

Si Usted de los afortunados, en cuya mesa no se reflejan estas carencias, felicidades. Pero debe estar consciente de que en buena parte del país ya existen rasgos de desesperación. Esto se puso de manifiesto, con extrema crudeza y -precisamente- ciertos brotes de violencia, durante la estancia (animales, tractores y otros vehículos de trabajo incluidos) de la denominada “Caravana del Hambre”, que aglutinó a organizaciones sociales y campesinas, como El Barzón Nacional, la Central Campesina Cardenista (CCC), la Unión Campesina Democrática y la Confederación Nacional Agraria, en la ciudad de México. El movimiento se organizó para demandar atención y recursos orientados a atajar las consecuencias de la sequía y la hambruna que azotan a varias regiones del país (Chihuahua, Zacatecas y San Luis Potosí, entre otros estados).

De su reunión con varios subsecretarios de Economía, Agricultura, Medio Ambiente, Desarrollo Social, Gobernación y Comunicaciones y Transportes, los “indignados del campo” salieron con la promesa de poner en práctica un programa de empleo temporal, de alimentación y de salud, así como considerar la protección a consumidores, evitar la especulación sobre cinco granos básicos, promover la vigilancia civil en la entrega de recursos e impedir su uso electoral.

Mas no es la única información que complica el horizonte de la nación en el futuro inmediato. Ya que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), estableció una clasificación de cinco niveles, de acuerdo a su grado de inequidad, entre sus integrantes, donde catalogó a México (al lado de Chile, Israel, Portugal, Turquía y EU) entre las naciones con mayor desigualdad en salarios (la brecha entre el salario mayor y el menor se agranda paulatinamente) y en cuanto a distribución de la riqueza, con alta tasa de pobreza e ingresos disponibles por hogar que están “muy por debajo” de los otros países miembros.

Ante este panorama, de desperfectos sistémicos y aprietos nacionales, lo peor que puede ocurrir es que se mantenga la indiferencia de las autoridades o que esperen a responder sólo hasta que las manifestaciones y los gritos llegan a las puertas de sus oficinas. Ya lo dijeron los dirigentes de la Caravana del Hambre: “El gobierno del presidente Felipe Calderón está jugando con fuego al no querer reconocer la tragedia que vive el campo mexicano y no actuar como se debe ante una situación de desastre… (el plantón en Bucareli) es la única manera en la que nos hacen caso. Ya se murió el ganado y no vamos a dejar que se nos muera nuestra familia”. Es imperativo que se dé una solución inmediata, práctica e integral a estos problemas. Si ya nos alcanzó el futuro en materia de desigualdad y hambre, debemos evitar que nos alcance en cuanto a los pronósticos de desesperación y violencia.

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