La Jornada
JOSE GALAN
Domingo 16 de enero de 2005.- La divulgación científica no sólo debe destinarse a informar a la sociedad sobre los avances del país en la materia, sino también a quienes toman decisiones dentro del gobierno federal sobre política científica, para que se den cuenta de la importancia que el conocimiento tiene para el desarrollo de México, afirmó Ana María Sánchez Mora, quien está a cargo de la maestría en comunicación de la ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Ganadora del premio nacional de Divulgación de la Ciencia 2003 Alejandra Jaidar, que le fue entregado el pasado viernes por la noche en una ceremonia en el Museo Universum de la UNAM, Sánchez Mora, quien también recibió diploma y 40 mil pesos, agregó que los divulgadores deben ejercer la crítica «propositiva» sobre la situación de la ciencia en México en todos los foros posibles, porque, añadió, «ésta es una situación crítica que nos va a conducir al desastre científico, de desarrollo, financiero, de dependencia y, aparte, educativo, que ya lo estamos viendo por todos lados».
Sostuvo que agencias como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) deben escuchar a los divulgadores, tomarlos en cuenta. «Tiene que apoyar no sólo a la ciencia básica y aplicada, sino también a los que de alguna manera vamos empujando esa carreta en favor de las generaciones que siguen», dijo luego de recibir el premio, que le fue otorgado por la Sociedad Mexicana de la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, debido a su trayectoria.
«Observamos que en los años 80 hubo gran respaldo de divulgación a la ciencia mediante gran cantidad de revistas, simposios, actos y foros, y ahora se ha reducido muchísimo ese apoyo. Quizá lo que sucede es que estamos en los dichos del Conacyt pero no en los hechos, por lo menos no cabalmente.»
Respecto de la Academia Mexicana de Ciencias, sostuvo que últimamente ha realizado congresos, foros y simposios «muy loables», nacionales e internacionales, a los que han asistido periodistas y comunicadores de la ciencia, y que corresponden a su responsabilidad como academia científica. Sin embargo, advirtió, falta mucho por hacer para llegar a un entendimiento entre científicos y divulgadores, con el propósito de tener un proyecto común de carácter global que impulse a la ciencia en el sentido en que los divulgadores «lo vemos, no sólo como el conocimiento perfectible en una facultad o en un doctorado, sino como una manera de vivir y de pensar, no nada más de hacer».
En el caso de la UNAM, planteó problemas específicos: «da la casualidad que en esta universidad, donde nos han acogido a los divulgadores -es la única universidad donde hay una dirección general dedicada exclusivamente a la divulgación-, no se nos ha otorgado un estatus semejante al de los investigadores. Nosotros estamos catalogados como técnicos, que en términos del estatuto universitario significa que somos de una categoría menor, vamos a decirlo así. Le diría a Juan Ramón de la Fuente que nos gustaría platicar con él sobre nuestra profesión, cómo nos formamos, qué hacemos, por qué nos cuesta trabajo, a qué le tiramos y a ver si hay una manera de que ya no seamos técnicos -como ayudantes o profesionistas de segunda-, porque la ley orgánica dice que la universidad se dedica a la docencia, la investigación y la difusión de la cultura».
Agregó que, sin embargo, hay una «graduación no establecida pero sí vivida que establece un escalafón: investigador, docente, investigador. Por eso nos gustaría platicar sobre la razón de que no podamos estar en igualdad profesional».