Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/223/11
México, D.F., 11 de noviembre de 2011
- Educación para los niños, una de sus prioridades
- La Revista Ciencia de julio-septiembre de 2010 se ocupó de la Independencia y la Revolución
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Foto: Cortesía. Revista Ciencia
La hacienda de Canutillo fue el lugar donde el General Francisco Villa pasó sus últimos años. Este retiro le significó el abandono de la vida política. Sin embargo, fue el espacio donde el líder revolucionario pudo emprender un proyecto de trabajo y educación para sus hijos y para todos quienes trabajaron con él hasta su muerte.
La revista Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias en su edición julio septiembre de 2010, presentó un artículo en donde detalla algunos pasajes de la vida del general, una vez alcanzado el armisticio y dedicarse de lleno a la agricultura y a promover la educación entre los niños, esta última, una de sus prioridades.
En el texto se destaca que el 20 de julio de 1923, Francisco Villa cayó víctima de una emboscada en Parral, Chihuahua. Habían transcurrido solo tres años desde que el ingeniero Elías Torres -intermediario entre el gobierno de Adolfo de la Huerta y Villa-, había logrado concertar el armisticio con éste y obtenido para él la hacienda de Canutillo.
Da cuenta de que el general valoraba mucho la educación, por lo que solicitó al gobierno profesores normalistas y exigió que cada niño en el rancho asistiera a la escuela, siendo su mayor orgullo el plantel Felpe Ángeles.
Esta escuela fue la primera de concentración que se estableció, llamada así porque los niños que vivían en los alrededores se concentraban en la hacienda y se distribuían en la casa de los demás compañeros para vivir ahí cinco días a la semana. A todos esos niños se les proporcionaba alimento, vestido y calzado, incluidos los hijos del general.
La educación –se comenta en el artículo de Ciencia-, era gratuita y los salarios de los maestros corrían a cargo del gobierno de la República. De esta manera, el director ganaba 12 pesos diarios y los maestros recibían diez, sumas apreciables si se considera que la hacienda les proporcionaba casa habitación, comida, lavado de ropa, entre otras cosas.
En Canutillo el General Villa logró que alumnos y profesores estuvieran contentos, proporcionándoles a los primeros todo lo necesario para instruirse; y a los segundos respeto y pagos puntuales:
“Yo prefiero pagar primero a un maestro y después un general, todo se puede hacer cuando se tiene voluntad, …así cuando yo muera, estos muchachos que ahora estudian aquí, cuando sean grandes y gente ilustrada, tendrán un buen recuerdo de mí”, había dicho a un periodista.
En el artículo se comenta que había interés del público por ver de cerca la nueva vida del ex guerrillero, parecía increíble que estuviera convertido en un agricultor y que, al parecer, hubiera cambiado las armas por los instrumentos de labranza.
En esa época, diversos periodistas y cineastas visitaron al general con la esperanza de obtener entrevistas o contratos para que actuara en películas estadounidenses, se asegura.
Canutillo se convirtió en un pequeño pueblo con su propia forma de gobierno y organización; había correo, telégrafo, carpintería, zapatería, sastrería, herrería, tienda, molino, talabartería y planta de luz.
De esta manera, el hogar que Villa estaba edificando habría de disfrutarlo por escasos tres años.
Consulte el número de Ciencia julio-septiembre de 2010 en http://bit.ly/sHZpAW
La revista Ciencia puede consultada en www.revistaciencia.amc.edu.mx