Diez años demorará recuperación
La Hora
Quito – Lunes, Enero 17, 2005
El terremoto que asoló a 13 naciones del Océano índico el 26 de diciembre pasado, ha establecido un «nuevo patrón» en la compasión y en la seguridad internacional.
Juan Cueva, presidente nacional de la Cruz Roja Ecuatoriana, señala que se necesitarían 556 millones de dólares sólo para enfrentar las secuelas de la catástrofe. La reconstrucción costará más de 10 mil millones de dólares.
En Tailandia, Sri Lanka, Filipinas, India, Indonesia, Malasia, Singapur, donde se especula que hubo más de 200 mil muertos la ayuda atenderá a los afectados.
«Las donaciones serán empleadas para atención en salud, rescate de víctimas, prevención de epidemias, asistencia humanitaria, dotación de alimentos, agua y saneamiento», agregó Cueva.
En el Ecuador se han recaudado 15 mil dólares para atender a los supervivientes de la catástrofe.
Auxilio
Daniel Arteaga, director de Programas de la Cruz Roja, mencionó la solidaridad humana permitirá que la Media Luna y Cruz Roja brinden auxilio.
«Cuando ocurrió el Tsunami se movilizó todo un sistema de respuesta a nivel mundial», sostuvo Arteaga. Comentó que muchos de los socorristas de los países afectados trabajaron pese a que sus familiares habían fallecido.
«Ellos dieron la primera respuesta», agregó el especialista, quien confirmó que en los siguientes días se movilizaron especialistas en asistencia hospitalaria, equipos de comunicación y de evaluación de desastres.
El el área
Miguel íngel Rodríguez, es un especialista que viajó a Sri Lanka a dos días de la «gran oleada». Por vía telefónica ha comentado que esta experiencia ha cambiado su vida.
En el área conmueve la devastación y el drama que viven niños, mujeres, hombres y ancianos que luchan contra las epidemias.
«Lo único que se puede pedir es que se mantenga la colaboración humanitaria para ayudarles», agregó Rodríguez. Sostuvo que lo peor serán las secuelas psicológicas que enfrentarían los sobrevivientes.
Voces científicas
Un año y medio antes del terremoto del 26 de diciembre, ocurrió un hecho insólito. Modesto Ortiz, un científico mexicano adscrito al Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), predijo la posibilidad y el riesgo latente.
Ortiz desarrolló incluso un modelo que indicaba los sitios a donde llegaría el tsunami y publicó un artículo en el Journal of Geophysical Research de Estados Unidos, en abril de 2003. Sin embargo, nadie puso atención.
Precaución
Hugo Yépez, director del Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional (IGEPN), sostiene que siempre hay que mirar por debajo de la superficie.
«No hay que confundirse con el tsunami; éste es el efecto de otros fenómenos», dijo Yépez. Explicó que las grandes oleadas se dan por terremotos, volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e incluso explosiones de gran magnitud
Recuerda terremotos que han afectado a las costas ecuatorianas y sostiene que en Ecuador sí existe el riesgo de sismos submarinos que podrían provocar un tsunami.
Para el técnico del IGEPN, lo importante es aprender de este tipo de fenómenos y otorgar información confiable a la gente sobre qué hacer y como monitorearlo en las regiones altamente sísmicas.
Yépez propone ahondar los estudios sobre el comportamiento de animales durante terremotos.