Da Nobel opción pero no la usan

Reforma
07 de febero de 2006
Patricia López

Anhela cientí­fico que la industria aplique su catalizador que convierte nitrógeno en amoniaco

Ciudad de México.-Obtuvo el Premio Nobel de Quí­mica en 2005, pero aún considera «un sueño» la aplicación del catalizador que desarrolló para convertir nitrógeno, la sustancia más abundante del aire, en amoniaco, un elemento que podrí­a utilizarse como fuente de electricidad y combustible no contaminante.

«Es un proyecto caro que ojalá interese a la industria en el futuro», dijo el estadounidense Richard R. Schrock (Indiana, 1945) sobre su lí­nea de investigación que, desde la quí­mica inorgánica, diseñó y probó la eficiencia de un compuesto catalizador, cuya virtud es transformar una sustancia en otra sin modificarse a sí­ mismo.

Invitado por la Academia Mexicana de Ciencias para difundir su trabajo académico (ayer en la sede de ese organismo y hoy en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la UNAM), Schrock habló ante un auditorio abarrotado de estudiantes e investigadores.

El cientí­fico del Instituto Tecnológico de Massachusetts explicó que el objetivo de su diseño molecular es atrapar el nitrógeno presente en el aire y transformarlo mediante procesos quí­micos para hacerlo útil a diversos organismos vivos.

A diferencia de algunas bacterias y algas que pueden fijar y transformar el nitrógeno del aire mediante procesos bioquí­micos propios, las plantas y animales no pueden captarlo por sí­ mismos.

«Es necesaria su transformación en amoniaco para que se pueda utilizar. Pero esa transformación sólo ocurre en pequeñas cantidades a través de procesos naturales del mineral que se encuentra en la tierra», explicó.

Como método alternativo de «captura», Schrock recurrió a la modelación de nuevas estructuras no existentes en la naturaleza.

«Aún es muy caro, pero este tipo de técnicas podrí­an ser de gran utilidad, no sólo para atrapar el nitrógeno del aire, sino para crear hidrógeno, que será uno de los combustibles en el futuro, e incluso para generar energí­a eléctrica», adelantó.

En favor del ambiente

Schrock compartió el Premio Nobel de Quí­mica 2005 con Yves Chauvin, del Instituto Francés del Petróleo, y con Robert H. Grubbs, del Instituto Tecnológico de California, «por el desarrollo del método de metátesis en sí­ntesis inorgánica».

La metátesis, palabra que significa «cambio de lugar», es una reacción orgánica fundamental en las industrias quí­mica y farmacéutica que busca poner en marcha tecnologí­as «limpias» que no sean tóxicas para el ambiente.

A nivel molecular, esta reacción aprovecha átomos de carbono (presentes en las sustancias orgánicas) para formar largas cadenas y anillos, que unen a componentes como el hidrógeno y el oxí­geno a través de enlaces dobles.

Todos los ciclos de vida en el planeta se rigen por esos compuestos de carbono pero, gracias a trabajos como el de Schrock, también se producen a través de sí­ntesis orgánica en laboratorio.

En 1996, la Sociedad Americana de Quí­mica (ACS por sus siglas en inglés) otorgó a Schrock el Premio en Quí­mica Inorgánica, por el desarrollo de ví­as más limpias y eficientes para la fabricación de productos quí­micos.

El cientí­fico logró ese control con el uso de catalizadores que permiten el acercamiento y enlazamiento de moléculas que normalmente no reaccionan. Se centró en catalizadores que contienen un metal al que las moléculas se unen incrementando su reactividad.

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