Los 20 años del Verano de la Investigación Científica

Campus Milenio
19 de agosto de 2010
Fabiola Trelles

En estas dos décadas, el programa de la AMC ha ido creciendo verano a verano hasta convertirse en un joven robusto próximo a cumplir la mayoría de edad, etapa en la cual seguirá fomentando el interés por la actividad científica por medio de estancias en centros de investigación

Reportaje y ensayo

El Verano de la Investigación Científica (VIC) de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), el más importante programa que vincula a jóvenes talentos con investigadores científicos del país, cumple en 2010 veinte años de existencia, tiempo en el cual ha otorgado un total de 13 mil 161 becas a estudiantes de nivel licenciatura.

En estas dos décadas, el programa de la AMC ha ido creciendo verano a verano hasta convertirse en un joven robusto próximo a cumplir la mayoría de edad, etapa en la cual seguirá fomentando el interés por la actividad científica por medio de estancias en centros de investigación.

El VIC, por su cobertura, su convocatoria abierta a estudiantes de todas las universidades del país, la cantidad de investigadores con los que cuenta y el número de solicitudes que recibe y becas que otorga para realizar investigación en las áreas de físico-matemáticas, biológicas, biomédicas y químicas, ciencias sociales y humanidades durante el verano, lo hacen único en México.

En él se han inspirado otros proyectos como el Verano de la Investigación Científica del Pacífico Programa Delfín; el de la Región Centro; el de la Universidad de Guanajuato, y el de la Península de Yucatán Programa Jaguar, que ofrecen, de manera regional, la experiencia de realizar investigación científica.

Los inicios
El Verano de la Investigación Científica tuvo en Saúl Villa Treviño a su creador. Su experiencia en programas relacionados con la formación de investigadores en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y la Secretaría de Educación Pública (SEP) sirvieron como antecedente para diseñar un proyecto propio dentro de la entonces Academia de la Investigación Científica (hoy Academia Mexicana de Ciencias). A partir de 1991 surgió el Verano de la Investigación Científica, dirigido a todos los estudiantes universitarios del país.

“Me lancé a la tarea de conseguir el presupuesto y ampliar el directorio de investigadores. Entablé comunicación, uno por uno, con todos los rectores de las universidades del país para presentarles el programa de la Academia, que ofrecía, y ofrece, a los estudiantes una estancia de investigación los meses de julio y agosto con práctica en laboratorios para conocer la investigación científica en todas las áreas”, explicó.

Villa Treviño dijo que tras realizar un análisis del número que había de graduados como doctores y maestros en ciencias en los inicios de los años noventa, la cantidad era “paupérrima”: unos 200 al año en todas las disciplinas.

Metido de lleno en su laboratorio en el Cinvestav, donde realiza su investigación sobre “Cambios en la biología celular en la progresión del cáncer de hígado” y lidera un grupo de estudiantes en doctorado y maestría, el doctor en Bioquímica se congratula de que el Verano de la Investigación Científica se mantenga como uno de los programas más sólidos de la AMC.

A 11 años de haber dejado la coordinación del programa, en el que estuvo por nueve años, resume que lo más importante fue “haber puesto mi granito de arena con la creación de un mecanismo para inducir a los jóvenes a continuar su preparación al más alto nivel y así ayudar a salir del atraso y del marasmo en el cual está la sociedad, que sólo se logra con profesionales mejor capacitados y preparados, inquietos por la permanente superación”.

Al respecto, Francisco J. Castellón Fonseca, presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología en la Cámara de Senadores y uno de los impulsores de este proyecto desde sus inicios, comentó que el Verano de la Investigación Científica nació “con buena estrella”.

“Programas como éste son importantes en la movilización de jóvenes talentos en el área de la investigación científica y para renovar la planta docente de las universidades. Era estimulante ver a los jóvenes que querían tener una experiencia de verano y salir de sus ciudades, de su casa por primera vez, de su universidad, para conocer más, lo que les daba un crecimiento personal, académico y profesional, oxigenando en mucho su formación”, explicó.

Para el legislador, el Verano de la Investigación ha sido uno de los mejores planes, incluso uno de los de menor costo que se han hecho para el desarrollo de formación de recursos humanos en el área de ciencia e investigación desde hace 20 años.

Sin embargo, advirtió que se debe fortalecer para que lleguen muchos más estudiantes cada verano, “pues se requiere de más fuerza de trabajo preparada para ayudar al país en su desarrollo”.

Los números lo avalan
El Verano de la Investigación Científica en 20 años ha recibido 31 mil 573 solicitudes; de éstas, 13 mil 161 se han convertido en becas. Las convocatorias para los veranos de 1996 y 2010 recibieron 2 mil 111 y 2 mil 266 peticiones, respectivamente, cifras récord para el programa.

Sinaloa, con 4 mil 606, y el DF, con 3 mil 189, son las entidades con el mayor número de solicitantes de becas; le siguen entre los de mayor demanda Veracruz, con 2 mil 649, y Tabasco, con 2 mil 50.

Respecto de las áreas del conocimiento, ciencias sociales y humanidades han sido las más solicitadas por los estudiantes y la que mayor participación de becarios tiene.

Es importante subrayar que la presencia femenina en el VIC ha sido todos los años mayor que la de los hombres, en algunos veranos incluso muy significativa, tanto en el número de solicitantes como el de becarias. Ciencias sociales y humanidades concentra al grueso de mujeres, le siguen biológicas, biomédicas y químicas; en tanto su participación en físico-matemáticas e ingeniería y tecnología es mucho menor.

La conformación del directorio de investigadores anfitriones también ha ido a la alza, pues de arrancar el proyecto con unos 80, ahora se contabilizan 2 mil 615, siendo el área de biológicas, biomédicas y químicas la que cuenta con mayor número de titulares receptores.

El Verano de la Investigación Científica tomó un mayor impulso luego que en 2004 se incorporaron al programa nuevos auspiciantes para apoyar con becas a más universitarios. Los recursos son para cubrir gastos de transportación, alimentación y hospedaje. La Subsecretaría de Educación Superior de la SEP, el Conacyt y universidades emisoras de estudiantes son las que mayores recursos proveen al programa.

Al respecto, la coordinadora del programa de 1999-2002 y de 2004 a la fecha, Judith Zubieta, revela que cuando asumió la conducción del programa, pensaba que estaba muy armado y que sólo le faltaba difusión.

Hoy sigue creyendo que es así, pero no sólo promoverlo para incorporar un mayor número de estudiantes o investigadores, sino también para que la sociedad civil y las instituciones se den cuenta de la importancia y trascendencia de proyectos de este tipo.

El programa, sostuvo, se ha venido consolidando como uno de posgrado. Lo que se pretende es que los jóvenes se afiancen en su vocación profesional, que se entusiasmen con las actividades de investigación, así como de un plan posterior de posgrado.

Zubieta señala que una de las virtudes del VIC es que rescata cada año a un grupo privilegiado de jóvenes que mantienen buenos promedios, cubren sus asignaturas a tiempo y han cursando carreras en instituciones de educación superior reconocidas, y son precisamente a estos estudiantes a quienes se les da “una probadita” que les permite ver nuevos horizontes.

“El programa abre a los universitarios una perspectiva que no siempre tenían claramente contemplada y les da nuevas opciones para visualizarse con más amplias posibilidades de desarrollo personal y profesional; y no sólo eso, también ganan en autoestima, comparten con nuevas personas y ponen a prueba sus conocimientos. Esto sirve de motivación para que sigan en una actividad decisiva que beneficia a la sociedad y al país”, dijo.

Los retos del verano
No obstante, más allá de los resultados obtenidos hasta ahora, cada año, dijo Zubieta, el VIC enfrenta nuevos desafíos, unos de carácter operativo, otros de difusión, como hacer que las instituciones asuman de manera más formal el compromiso para que todos sus estudiantes estén informados sobre el programa, y que cada vez envíen a los mejores al verano.

Pero este compromiso, añadió, se pretende que lo tomen también los investigadores del país, porque aunque existe un directorio amplio de ellos, se busca que se involucren aun más con la tarea de iniciación de los jóvenes en las actividades de investigación.

Es precisamente en este rubro en el que Zubieta intenta aumentar la presencia femenina en el programa, porque en la actualidad tiene a pocas mujeres investigadoras anfitrionas “y creo que las mujeres que estamos en esto debemos vernos un poco más y verlas en el futuro haciendo ciencia”.

Otro de los retos fundamentales a los que se enfrenta el VIC es la búsqueda de mayor financiamiento para mantener e incrementar las becas, “la labor es convencer a la iniciativa privada para que invierta en ciencia, porque hasta ahora está circunscrita a hospitales y centros de investigación”.

Incluso, como lo señaló el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Arturo Menchaca, un país que no tiene ni ciencia ni tecnología o que éstas estén poco desarrolladas, está condenado a ser dependiente de lo que hagan otras naciones.

“La labor que tenemos los científicos e investigadores es trabajar mucho para sacar a México adelante”. Y aquí es donde entra la labor que el VIC ha desarrollado durante estas dos décadas.

Por ello, aseguró Menchaca, la estancia de los universitarios mexicanos en los centros de investigación del país seguirá siendo un gran impulso para iniciar una carrera en el área de la investigación, por lo que se mostró decidido a seguir apoyando al programa y a los jóvenes interesados para que la ciencia del país se desarrolle.

Las voces del solsticio científico

Algunos testimonios de becarios que han pasado por el programa en estos 20 años y que ahora son investigadores, que laboran como profesionales y siguen realizado posgrados, son muestra de que la semilla del VIC germinó, que su pasión por la investigación científica no quedó en un romance de verano:

David Fonseca
Licenciado en Economía Política con especialidad en Política Económica. Maestría en Política Monetaria. Cursa el Doctorado en Migración Internacional. Se desempeña como asesor del Seminario de Economía Internacional y labora como asesor de un grupo legislativo.

“Gracias al Verano de la Investigación tengo un doctorado, porque fue con este programa que tuve la oportunidad de trabajar con investigadores de primer nivel y sentir la necesidad de seguir progresando, pues las posibilidades y los límites del conocimientos se expanden con la investigación”.

Jorge Schandube
Biólogo. Doctor en Ecología Evolutiva por la Universidad de Arizona. Como profesor, está involucrado en dos posgrados (Ciencias Biológicas y Ciencias Biomédicas-UNAM) y una licenciatura (Ciencias Ambientales, la cual ayudó a crear y coordinó por cuatro años). Es tutor de seis estudiantes de doctorado (tres de los cuales están por graduarse).

“Fue una experiencia muy intensa y positiva para mí. Durante mis estancia cursé una asignatura de posgrado, desarrollé mi proyecto, participé en seminarios de investigación semanales del Colpo. Conocí lo que era el trabajo técnico y científico. Aprendí a tener una rutina de trabajo, escribí un reporte técnico y tuve la oportunidad de escuchar por primera vez las palabras del doctor Ruy Pérez Tamayo, que me calaron hondo. Disfruté mucho el congreso”.

Nataly Manjarrez OrduñoQuímica bióloga. Especialidad en Análisis Clínicos por la Universidad de Sonora. Maestría y doctorado en Biomedicina Molecular por el Cinvestav. Es investigadora posdoctoral en el Feinstein Institute for Medical Research, en Nueva York, donde lleva a cabo una investigación de imunogenética del lupus eritematoso. En 2005, participó en el estudio de mecanismos que conducen a la aparición de centros germinales en el Instituto de Inmunología Experimental en Suiza, dirigido por Rolf Zinkernagel (Nobel de Medicina, 1996) y Hans Hengatner.

“El VIC me dejó un cúmulo de experiencias y aprendizaje que han jugado un papel muy importante en mi vida, porque cuando se toma a gente joven, tan entusiasta, y la pones a trabajar con otra que acumula tanta experiencia, pero también con ganas de compartirla, el resultado es genial. Si alguna vez regreso a trabajar a México, me incluiría en el directorio de investigadores anfitriones, definitivamente es una deuda pendiente”.

Samuel Canizales-Quinteros
Químico farmacéutico biólogo. Maestría en Ciencias Químicas (Bioquímica). Doctor en Ciencias Biomédicas. Realiza un estudio sobre genómica de la obesidad y comorbilidades asociadas, enfocado a identificar los genes de riesgo para el desarrollo de obesidad y sus principales complicaciones. Trabajó al lado de Graeme I.Bell, cuyo grupo describió el primer gen asociado a la diabetes tipo 2.

“Mi estancia en el Verano fue muy provechosa no sólo en lo académico, sino también en lo humano, porque me permitió conocer jóvenes con intereses similares. El Verano fue mi inicio en la investigación científica y me permitió confirmar que hacer investigación es mi forma de vida; del mismo modo, me ayudó a definir el área de interés para mi formación académica. Entre mis objetivos están consolidar un grupo de investigación líder en medicina genómica de enfermedades complejas como la obesidad, y seguir formando parte del directorio de investigadores anfitriones”.

Javier Alberto Mesta Flores
Cursa la carrera de Ciencia Política y Administración Pública.
“Es la segunda vez que tomo un verano, pero desde el primero creció en mí la inquietud de ser investigador, por lo que pretendo seguir con la maestría y después con el doctorado, y continuar con mis aspiraciones de posgrado”.

Azyadeh Camacho Ordóñez
Cursa la carrera de Medicina. Realiza una investigación en infarto cerebral en Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía.

“Me gusta mucho la investigación desde hace tiempo. Venir aquí y conocer un instituto nacional se me ha hecho muy interesante, porque no había podido hacer investigación clínica. Me he dado cuenta que quiero seguir en el campo de la investigación”.


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