Premia la AMC a Ana Cecilia Noguez

La Jornada en la ciencia
3 de diciembre de 2009

UNAM. Antes de que el concepto de nanómetro entrara al vocabulario científico, la doctora Ana Cecilia Noguez Garrido ya realizaba trabajos con objetos que estaban muy por debajo de la escala microscópica, “sólo que en aquellas épocas los llamábamos partículas muy, muy pequeñas”.

A dos décadas de distancia, Noguez aún continúa en esta línea de investigación, que aunque se enfoca en lo diminuto, tiene un impacto gigantesco, como demuestra el hecho que actualmente es una de las científicas mexicanas más citadas en el mundo.

Por esta razón, la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), que de cinco Premios de Investigación que concedió en 2009, dio cuatro a la UNAM, designó a la profesora como ganadora en el área de Ciencias Exactas, porque además de una trayectoria destacada, cumple con otro requisito indispensable para alzarse con este galardón, tener menos de 43 años.

Sólo quien encuentra muy temprano su vocación acumula tal cantidad de logros siendo tan joven, y la profesora Noguez es el mejor ejemplo, porque “desde niña sabía que quería ser física, o al menos científica”.

“Esto se debe a que desde pequeña era muy curiosa, algo que no he perdido. De hecho, la curiosidad es lo que me mueve a realizar mis investigaciones… sí, está el deseo de obtener resultados, pero subyacen las ganas de explicarme las cosas, la curiosidad es la que me impulsa”, comenta.

Esta inquietud, lo mismo la ha llevado a aprender guitarra (“no muy bien”), hacer diseño gráfico y dibujo (“sin saber con certeza qué es lo que hago”) y a aventurarse como estudiante de licenciatura a innovar en áreas donde pocos se habían adentrado antes (“eso sí, desde el principio; aunque lo nanométrico aún no recibía ese nombre, sabía que estaba haciendo investigación de frontera”).

“Hice mi tesis de licenciatura sobre las propiedades ópticas de los nanocompositos (materiales que a partir de dos elementos forman un compuesto con propiedades diferentes), y esta publicación rápidamente tuvo repercusiones a nivel internacional, tanto, que llegué a presentar mi trabajo en congresos fuera de México, y eso me abrió un mundo muy diferente al que usualmente vive un estudiante que se queda en su facultad”, expuso.

Conocimiento en evolución

En un principio, para estudiar estas “partículas muy pequeñas”, Noguez se valió de la teoría de la electrodinámica, “pero a través de los años aprendí técnicas basadas en la mecánica cuántica de primeros principios, que no fue sencillo. He dedicado gran parte de mi trabajo a desarrollar modelos y teorías fundamentados en la mecánica cuántica”.

La investigadora explicó que lleva varios años estudiando las propiedades de quiralidad en sistemas nanométricos y su actividad óptica. “Desarrollamos un método de primeros principios donde se pueden estudiar nanotubos y nanopartículas, único en el mundo. En ese sentido, en la UNAM estamos a la vanguardia”.

Estos desarrollos han sido aprovechados por especialistas a nivel internacional y han sido de gran ayuda en diversas investigaciones; tanto que, con frecuencia, su equipo es invitado a participar en diversos proyectos. “De hecho, tenemos pendiente una colaboración con la Universidad de Northwestern, en Evanston, Illinois, con un grupo experimental muy reconocido que hace nanotubos de carbono, de los cuales nosotros interpretamos su actividad óptica”.

Nanopartículas metálicas, diminutas y de grandes aplicaciones

Salud, medicina, terapias, marcadores biológicos, nuevos materiales e incluso electrónica molecular son sólo algunos de los campos que se abren a partir del estudio de las nanopartículas metálicas, y en esto, Noguez Garrido ha marcado la pauta desde hace más de una década.

“Estas nanopartículas tienen una propiedad muy particular: por su tamaño, las ondas electromagnéticas producen en ellas lo que se conoce como plasmones de superficie, que generan densidades de carga que dependen de la forma y tamaño de la partícula y producen campos electromagnéticos locales muy intensos que calientan y queman células, lo que serviría en ciertas terapias, aunque éstas actualmente están en etapas muy preliminares”, explicó la catedrática.

Como se ve, queda mucho por hacer en este campo, “aún es mucha su riqueza, pues todavía hay mucho por entender y estudiar”.

Un premio deseado

“Desde que entré a la Facultad de Ciencias ya sabía que existía el Premio de Investigación de la ACM y sabía que sería un honor ganármelo, especialmente porque lo habían obtenido maestros a los que admiro mucho, como el doctor Víctor Manuel Romero Rochín”, compartió Noguez Garrido.

La profesora recuerda que el día que recibió la noticia del galardón regresaba del Cinvestav, donde la habían premiado por ser una de las científicas más citadas de México en la última década. No habían pasado ni 10 minutos cuando sonó el teléfono y recibió la noticia por parte del vicepresidente de la Academia, “ahí dije, me voy a casa con mi familia, mi día fue redondo y hoy ya nada puede superar esto”.

Después de reflexionar sobre el significado de este galardón tan anhelado, afirma que para ella simboliza la conclusión de un ciclo.

“Este es un premio para investigadores jóvenes, pero con madurez, y eso me lleva a replantear mi vida académica. Ya he pasado por las promociones, las primas y el SNI, y creo que ahora puedo pensar en problemas científicos más ambiciosos, que requieren más tiempo, y dejarme de preocupar por las promociones. Éste es el momento justo para decir, ‘ya llegué aquí, y ahora puedo plantearme otras metas’”, concluyó.


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