Investigación y Desarrollo
2 de octubre de 2009
El presupuesto para ciencia, tecnología e innovación (CTI) que se habrá de ejercer en 2010 depende totalmente de los términos en que se apruebe el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) por el Congreso de la Unión y no será sino hasta entonces cuando se puedan tener expectativas sólidas al respecto.
En derredor de tales negociaciones, para el sector científico entran en juego dos factores íntimamente ligados: el primero tiene que ver con el nivel de conciencia que los tomadores de decisión, en este caso los legisladores, tengan acerca de la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación como detonadores del crecimiento. El segundo, es la capacidad de persuasión de la comunidad científica para demostrar ante los representantes populares, el sector público y el privado, así como a la sociedad en su conjunto, el carácter irreductible que debe reconocerse a la inversión en CTI.
De 2000 a 2008, el gasto federal en ciencia y tecnología (GFCyT) se ha movido con altibajos y sólo a partir de 2006 se ha mantenido en crecimiento, aunque muy alejado del 1.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) establecido en el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (Peciti). Por ejemplo, en 2006 alcanzó 35.29 mil millones de pesos (mmdp), que representan 0.37 por ciento del PIB, mientras que en 2008 alcanzó 39.08 mmdp, cifra 12.81 por ciento superior al año anterior, cuando tuvo un porcentaje de sólo 0.33 por ciento del PIB; esta aparente baja se debe a que en septiembre de ese año, el INEGI calculó el PIB con base en la metodología utilizada en 2003. En tanto, el gasto en investigación y desarrollo experimental (GIDE) ha mantenido un crecimiento constante con relación al PIB en el periodo 2000-2008. Así, por ejemplo, en 2006 fue de 0.47 por ciento del PIB, mientras que en 2008 fue de 0.53 por ciento.
Por su parte, la propuesta de presupuesto del 2010 presentada por la Secretaría de Hacienda para el Conacyt, también conocido como ramo 38, considera un incremento de 23 millones 799 mil 895 pesos más con respecto a 2009, para alcanzar 15,475.1 millones de pesos. Sin embargo, si se considera una inflación de 3.3 por ciento anual, tal y como lo estima Hacienda, esta cifra alcanzaría un rango de 15,003.4 millones de pesos; es decir, el presupuesto para 2010 sufriría un decremento de tres por ciento con respecto a los precios del 2009.
Uno de los peligros a los que muy probable se enfrentará el presupuesto para ciencia y tecnología es que al finalizar el 2009 la inflación supere el tres por ciento previsto por Hacienda, lo que mermaría en términos reales la ya de por sí lánguida capacidad del sector. Otra variable, acaso más inquietante, es que la tasa de desempleo va en aumento, lo cual es indicativo de los bajos niveles de crecimiento que ha tenido México en los últimos años; al mes de septiembre del 2009, el número de desempleados fue de 2.87 millones de personas.
En el resumen del análisis comparativo del presupuesto 2010 para Conacyt, rubros como Becas de posgrado, Apoyo a la consolidación institucional, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y Fondos Sectoriales tendrán variaciones al alza; en tanto que Fondos Mixtos, Fondos Regionales y Gastos de Operación variarán con diversos decrementos.
Caso aparte merecen los programas de reciente creación para incentivar la innovación que aparecen bajo el rubro “Otros subsidios” y cuyo desglose es:
1.- Programa de Innovación Tecnológica para Negocios de Alto Valor Agregado o Innovapymes, que tendría un incremento de 77.6 mdp en 2010; es decir, 12.9 por ciento más que este año, al pasar de 600 a 677 millones 637 mil 948 pesos.
2.- Programa de Desarrollo e Innovación en Tecnologías Precursoras o Proinnova recibiría casi el doble de beneficio al pasar de 700 mdp en este año a 1,258.4 millones de pesos en el 2010, con un incremento porcentual de 79.8 por ciento.
3.- Programa Innovación Tecnológica para la Competitividad de las Empresas o Innovatec, que este año recibió 1 mil 200 mdp, sufrirá una notoria disminución en el 2010, con sólo 677.6 mdp, para una baja del 43.5 por ciento.
Como puede derivarse de estos reacomodos presupuestales, la intención del gobierno federal es aplicar un gasto austero en la parte administrativa del sector a nivel federal y, muy en particular, en ciertas áreas específicas como los apoyos al fortalecimiento de las capacidades estatales en ciencia, tecnología e innovación y los programas de fomento regional y de apoyo institucional. Cabe destacar que ahora habrá más recursos para programas que enfatizan la adquisición de valor agregado, como es el caso del Proinnova y de Innovapymes.
El riesgo es que, a nombre de la austeridad necesaria, se confunda a la inversión en CTI como uno de los rubros prescindibles y, a la hora de tomar las decisiones, sea ésta una de las partidas sacrificables del presupuesto federal.
En la medida en que la ciencia y la tecnología sean consideradas un gasto y no una inversión; que la educación se considere un problema y no una solución y que el conocimiento y la innovación permanezcan como algo ajeno a la vida cotidiana, nuestro país no podrá aspirar al desarrollo sostenible, a una elemental justicia social, a una mejor calidad de vida para todos ni a una mayor productividad y competitividad económicas frente al resto del mundo.
Hace ya tiempo que la comunidad científica ha logrado insertar en el discurso político nacional la idea de que una mayor inversión al desarrollo científico y tecnológico se traducirá en un mayor crecimiento económico y, por consiguiente, en más empleos y un amplio bienestar social e igualitario. En los hechos, sin embargo, el discurso no se ha transformado en la asignación de mayores recursos para el sector.
El resultado es que México no logra hacer coincidir la inversión en CTI con las dimensiones de su economía y se rezaga frente a otros países que hace apenas dos décadas tenían niveles de competitividad más bajos
Hoy, como cada año, la cuestión está en el área de los representantes de los altos intereses de la nación; los tomadores de decisiones; los legisladores. ¿Tendrán ellos altura de miras lo suficientemente institucionales y patrióticas para superar las diatribas partidistas y de grupo y poner de una buena vez la inversión en ciencia, tecnología e innovación en el camino del desarrollo, la productividad y la competitividad internacional o no?
Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
FCCyT Se esperaba mayor reducción en presupuesto de CTI
Para el doctor Juan Pedro Laclette, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT), el proyecto de presupuesto destinado a ciencia y tecnología enviado por el Ejecutivo es, a pesar de la reducción manifestada, alentador en el sentido en que se esperaba un decremento de 20 por ciento debido a la crisis financiera por la que atraviesa el país, lo que “habla de buena capacidad de gestión por parte del titular del Conacyt”.
Sin embargo, aseguró que una de las estrategias del FCCyT es realizar propuestas conjuntas con organismos involucrados en el quehacer científico y tecnológico, así como aquellos de origen patronal, con el objetivo de presentarlas al Congreso de la Unión y “compensar en el cabildeo” las pérdidas presupuestales.
“Nuestra propuesta trata de contribuir al desarrollo económico del país para el bienestar de la población, y de eso deben enterarse los legisladores. De modo que el argumento no es hablar de cantidades, sino de proyectos concretos para los que solicitamos el incremento del monto señalado en el presupuesto”, aclaró Laclette.
Asimismo, hizo referencia a que de no alcanzar los objetivos del crecimiento para el presupuesto de 2010 debido a la profunda crisis financiera del país, se debe plantear que una vez que existan las condiciones económicas favorables se restituyan las reducciones al monto destinado a ciencia y tecnología.
Al analizar las cifras previstas para los programas de que opera el Conacyt, el titular del FCCyT opinó que la reducción prevista a los llamados Fondos Mixtos es lamentable, pues ese programa permite apoyar proyectos estratégicos en los estados. En cambio, el ligero incremento de 200 millones (que corresponden a una bolsa de 2 mil 700 millones) para los programas de innovación denota el énfasis que pretende darle el gobierno a esta materia como motor de desarrollo, por lo que se espera que en algunos años se vislumbren los primeros frutos.
Hay focos rojos por todos lados: ANUIES
Las Universidades e Institutos de Educación Superior no pueden tolerar recortes a su presupuesto en este momento, se frenaría de golpe un proceso de crecimiento que inició hace cinco años para evitar que millones de jóvenes permanezcan en la calle sin estudios ni empleo.
“No podemos mandar a su casa a alumnos que ya aceptamos o a profesores que ya contratamos”, dice el doctor Rafael López Castañares, secretario general de la Asociación de Universidades e Institutos de Educación Superior (ANUIES).
Organización que agrupa a 152 universidades e institutos de todo el país, la ANUIES expresó a los presidentes del PRI, PAN y PRD su preocupación por la posibilidad de que el presupuesto de ciencia y tecnologías, así como el de educación, sufran recortes para 2010, a raíz del boquete financiero por más de 300 mil millones de pesos que la Secretaría de Hacienda reconoció en agosto pasado.
En los últimos tres años las instituciones de educación superior han crecido alrededor de 23 a 24 por ciento en cuanto a presupuesto. Pero “aún así tenemos en la calle a millones de jóvenes, tenemos problemas de infraestructura científica. Tenemos muchos problemas de capacitación y actualización de recursos humanos y cualquier recorte es realmente dramático, porque es retroceder. Hay focos rojos por todos lados”, explicó el ex rector de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Desde el punto de vista demográfico México tiene una riqueza que está desperdiciando, el llamado “bono demográfico”. Con esta expresión se denomina a la ventaja que tiene un país cuando la mayoría de su población está en edad productiva, como es el caso de nacional.
“Es una realidad que en México tenemos muchos jóvenes entre 18 y 24 años. Lo que nos cuestionamos y a todos nos duele es saber qué estamos haciendo con ellos. Si sabemos que sólo uno de cada 4 entra a la educación superior, y muy pocos de ellos continúan estudios de posgrado. La verdad es que es un problema de presupuesto, no es que la Universidad les cierre la puerta, es que dónde mete a más alumnos que puedan seguir preparándose”, sostuvo el directivo de ANUIES.
Los resultados en el IPN justifican un aumento: Villa Rivera
En cinco años, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) ha ampliado su matrícula en 25 mil estudiantes, lo que equivale al tamaño de una universidad de dimensiones medias. Además, ha triplicado el número de sus científicos miembros del Sistema Nacional de Investigadores y se ha consolidado como la principal potencia del país en formación de ingenieros.
Esos resultados justifican por qué el IPN se opone a que haya recortes a su presupuesto, indicó en entrevista Enrique Villa Rivera, director general de la casa de estudios que educa a más de 170 mil jóvenes.
A lo largo de agosto y septiembre, Villa Rivera fue uno de los 15 rectores y directores presentes en las reuniones que la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) con los dirigentes nacionales del Partido Revolucionario Institucional, Beatriz Paredes; de la Revolución Democrática, Jesús Ortega; y Acción Nacional, César Nava, para hablar del presupuesto y tratar de evitar recortes.
“Las instituciones de educación superior hemos hecho la tarea, les pedimos que nos evalúen y verán que el incremento de recursos a la educación se justifica. México ha perdido muchos recursos en gasto de operación y no en la parte fundamental, crear infraestructura. Hay que entender que invertir en infraestructura tiene que ver con gastos de educación superior también”.
El ingeniero químico y doctor en ciencias del petróleo aseguró que las universidades e institutos quieren poner en el centro del debate dos ideas: la riqueza futura de las naciones se valorará en función de la preparación de sus recursos humanos, y no se puede poner en marcha un programa serio de transformación del país para 20 o 25 años si no se coloca a la educación superior como tema prioritario que no tenga que padecer incertidumbre presupuestal.
“A lo mejor tenemos éxito en la discusión presupuestal del año 2010 y se evitan los recortes por la presión, el cabildeo de los rectores y de los directivos de educación superior, pero en el 2011 se puede repetir lo mismo. Hemos venido señalando que deberíamos tener programas multianuales de presupuesto para la educación superior. Si ya se hace en algunos casos del presupuesto federal, por qué no hacerlo en el caso de la educación superior”, subrayó Villa Rivera.
Rednacecyt: Se necesita más y mejor distribución del dinero
Ampliar el gasto en ciencia, tecnología e innovación, descentralizar la administración de los recursos e impulsar sistemas regionales de innovación son los cambios que México necesita para tener viabilidad como país, afirmó en entrevista el doctor Manuel Martínez Fernández, presidente de la Red Nacional de Consejos y Organismos Estatales de Ciencia y Tecnología A.C. (Rednacecyt).
De acuerdo con el también titular del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Morelos (CCTEM), lejos de una reducción al gasto en ciencia, tecnología e innovación debido a la crisis, debe ampliarse significativamente el presupuesto, “pues la inversión en esos rubros, junto con educación, es la única alternativa que en el corto y mediano plazo nos permitirá resolver los problemas que tiene el país en el campo o la industria”.
Entrevistado durante los trabajos de la Segunda Reunión Ordinaria de la Rednacecyt, el doctor Martínez Fernández mencionó que el Conacyt debe tener mayor presupuesto y ejercerlo mejor. Pero también deben existir apoyos adicionales a los consejos estatales, etiquetados para llevar acabo proyectos específicos en cada entidad.
También subrayó la necesidad de impulsar sistemas abiertos de innovación regional para atacar los problemas que en materia de innovación tiene cada estado de manera específica. En estos sistemas deben participar la academia, empresarios y gobierno intercambiando información entre sí para construir una base común de conocimiento que después les permita crear un nuevo desarrollo.
“En México, desafortunadamente, y hay un estudio de la OCDE que lo avala, ningún estado de la República ha alcanzado un sistema de innovación abierta. En las entidades más avanzadas tenemos clusters: hablan y cooperan empresas de la misma rama, y en muy pocos estados hay un diálogo entre los distintas sectores para ver en qué podrían colaborar”.
Por ejemplo, “los grandes avances en biotecnología, son posibles gracias a la innovación abierta, es un esquema que está funcionando en todo el mundo. Nosotros debemos ir con pasos acelerados hacia esa forma de organización. Y la única manera de hacerlo es que la ciencia, tecnología e innovación sean una prioridad en el presupuesto”, concluyó.
La AMC insiste en alcanzar la inversión planteada en la Ley
La Academia Mexicana de Ciencias (AMC), en voz de su presidenta Rosaura Ruiz Gutiérrez, considera que para alcanzar el uno por ciento del Producto Interno Bruto en CTI se requiere de un acuerdo nacional y de voluntad política, por lo que manifestó tener convicción de colaborar con el Ejecutivo y Legislativo a fin de generar propuestas y acciones viables que permitan cumplir con el mandato legal.
Ruiz Gutiérrez refirió una serie de propuestas que podría establecer el gobierno para impulsar la ciencia y tecnología nacional. En ellas destaca la solicitud de realizar una reforma fiscal, sobre todo a la Ley del Impuesto Sobre la Renta, con el objetivo de incrementar progresivamente las tasas de los estratos de mayores ingresos y destinarlos al desarrollo nacional.
La renegociación del rescate bancario es otro rubro de donde, de acuerdo con la titular de la AMC, se podría obtener recursos para destinarlos a programas de investigación y desarrollo tecnológico de alto impacto social y económico.
Asimismo, se manifestó a favor de “blindar” la política de investigación científica y desarrollo tecnológico de los cambios sexenales y, en la medida de lo posible, de los ajustes provocados por las crisis económicas.
En referencia a la propuesta de inversión en ciencia y tecnología que envió el Ejecutivo para 2010, mencionó que su monto asciende a 43 mil 516 millones de pesos, que en términos reales significa una reducción de 4.5 por ciento con respecto al presente año.
Aunque reconoció que un elemento positivo es el impulso que presenta el programa de innovación Proinnova, que establece como requisito indispensable la vinculación de empresas privadas con centros de investigación e instituciones de educación superior, al aumentar su presupuesto de 700 a mil 300 millones de pesos.
Finalmente, expuso que en el supuesto de que el Poder Legislativo aprobara la propuesta del Ejecutivo, el porcentaje del gasto federal en ciencia y tecnología en relación al producto interno bruto (PIB) se reduciría de 0.37 a 0.34 por ciento. Una situación que “la comunidad académica y científica no puede ni debe aceptar, sobre todo si se aspira al desarrollo sostenible con equidad”, concluyó.
Castellón: En tiempos de crisis es necesario impulsar la CyT
No obstante que el paquete presupuestal enviado por el Ejecutivo en lo concerniente a ciencia y tecnología permaneció relativamente igual al aprobado para el año 2009, existe una disminución real que afecta principalmente los fondos asignados en el interior del país, apuntó Francisco Javier Castellón Fonseca, presidente de la comisión del rubro en el Senado de la República.
En el contexto de la crisis financiera, indicó que si bien hay una visión de permanecer en la misma tesitura del actual ejercicio (sin crecimiento), se presentó una propuesta donde se reducen los fondos mixtos y regionales del Conacyt. “Otro retroceso es el que afecta a los proyectos de empresas que ya tenían una vinculación con universidades y centros de investigación para realizar innovación”, apuntó.
El senador calificó a la actual propuesta de poco alentadora si se consideran las estrategias para salir del shock financiero que enfrenta México. “Es una mala noticia, ya que en tiempo de crisis no se deben tocar, junto con salud y educación, estos sectores de desarrollo. Se necesita de la convicción de que la ciencia y la tecnología deben tener, por el contrario, un impulso para promover innovación que provoque un mayor dinamismo económico”, enfatizó el senador perredista por el estado de Nayarit.
Refirió que la idea de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de reducir el gasto público en todas las áreas de gobierno, incluyendo las de desarrollo científico, es equivocada y que se refleja además con la propuesta de recortes a las instituciones de educación superior, que también llevan a cabo trabajos de investigación.
“Las reducciones no son un problema de dinero o crisis, sino de falta de voluntad y conceptualización de quienes gobiernan el país. No consideran a la ciencia y la tecnología como un tema prioritario, y somos los legisladores quienes lo hemos impulsado desde hace más de tres años”, señaló.