Campus Milenio
19 de febrero de 2009
Carlos Reyes
cra19762003@yahoo.com.mx
Hablar solamente de inversión cuando existe desconfianza y falta de coordinación entre universidades y empresas es limitar la solución al problema
Incrementar los recursos destinados a la ciencia y la tecnología no es en sí misma la mejor alternativa ni aquella que sacará del marasmo a estos sectores. La clave está en establecer mecanismos adecuados y eficientes que generen una vinculación real entre instituciones, organismos y empresas.
Juan Pedro Laclette San Román, encargado del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, así lo estima: hablar solamente de inversión no resuelve los rezagos ni dará un impulso a la ciencia en el país.
Por ello, sostiene que la parte toral es que tanto las instituciones de educación superior como el sector empresarial y las instancias encargadas de establecer las políticas públicas en la materia, se coordinen de forma eficaz.
En la actualidad, explica el ex presidente de la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC), existen muchos prejuicios y recelos entre estos actores, lo que impide que haya una verdadera coordinación en beneficio de la ciencia.
Es momento de romper con esa dinámica. Se trata, comenta, de generar una investigación que tenga mayor impacto en la sociedad. Una ciencia enfocada a la solución de los problemas más apremiantes del país.
El tema no se agota en la inyección de un gasto creciente. Si bien se requiere para estar a la par de las innovaciones en el ámbito mundial y la generación de un conocimiento más inmediato, el futuro cercano del sector científico no para ahí.
En un país donde son pocos los científicos y pocos quienes se interesan por adentrarse en ese tema, Laclette San Román enfatiza que hace falta trabajar en esta línea si se quiere que despegue y deje su etapa incipiente en la que se encuentra actualmente.
Un mayor impacto social
Para el también investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, el trabajo científico que se hace en México tiene un perfil eminentemente básico, es decir, que éste tiene una capacidad muy baja de generar impacto en la sociedad.
“Si bien es cierto que tenemos un limitado desarrollo en el trabajo científico, es en el terreno de la innovación donde tenemos la mayor deficiencia; debemos preocuparnos y ocuparnos de que ese trabajo impacte a la sociedad. Afortunadamente, en los últimos años estos programas con enfoque regional buscan convertir el conocimiento en resultados útiles, en solución de problemas”, afirma.
En entrevista, el científico comenta que las universidades, las principales generadoras de investigación en el país, no encuentran el suficiente apoyo ni la coordinación necesaria para pasar de la generación del conocimiento a la aplicación real.
“Pero también hablamos de falta de experiencia. No hemos establecido un buen sistema de vinculación entre los centros de investigación, las universidades y las empresas; el sitio donde se dan estas aplicaciones del conocimiento, en formas de productos, en forma de soluciones, se relaciona mucho con las empresas”, destaca.
“Y en México no hemos logrado que los científicos dialoguen y colaboren eficientemente con los empresarios, éste es un tema fundamental. Existe un menosprecio mutuo de los científicos a los empresarios y de éstos a los científicos, un factor clave para lograr el impacto social tiene que ver con la vinculación”, puntualiza.
Al referirse al área específica en la que desarrolla su trabajo científico, Laclette San Román explica que ahí se tiene un ejemplo, como en otros campos, de cómo el conocimiento sí tiene una utilidad palpable para los ciudadanos.
“La cisticercosis, enfermedad que yo trabajo más, es un ejemplo particularmente bueno de cómo el trabajo científico sí impacta en la sociedad. Cuando comenzamos a trabajar cisticercosis hace 25 años, la gente se moría; en la actualidad, gracias al trabajo de los científicos mexicanos, hemos prácticamente resuelto el diagnóstico de la enfermedad, el tratamiento también lo está, éste surgió de México”, detalla.
“Ya tenemos dos versiones de vacuna, queremos resolver la prevención, evitar que nuevas personas se infecten; estamos trabajando en descifrar el genoma de este parásito, así que no sólo estamos haciendo las cosas básicas, sino lo práctico también”, comenta.
Porque, insiste, no se debe olvidar que el trabajo científico lo financia la sociedad y, por ende, el científico debe hallar siempre la forma como su trabajo regrese a ésta. Y ejemplos como éste hay varios.
“Estamos viviendo una etapa maravillosa en las ciencias biológicas, ahora se habla de clonación, de terapias génicas, de ingeniería de tejidos, se puede secuenciar un genoma bacteriano en dos horas y media; la potencia de las herramientas científicas es realmente impresionante”, comenta.
La falta de coordinación
Sin embargo, a decir del investigador, esa velocidad con la que se mueve la ciencia no ha sido bien retribuida en el terreno de la inversión y la implementación de políticas adecuadas para encaminar al país a la sociedad del conocimiento.
“En México, aunque el discurso de los políticos, de quienes toman las decisiones, es cada vez más favorable, en el momento de tomar esas decisiones en presupuestos, en apoyos, no se manifiesta tan claro; hemos cambiado el discurso, hemos logrado que la ciencia se convierta en parte importante de éste, pero no hemos logrado dar el siguiente paso: que este país se la juegue con el conocimiento”, considera.
Por ello, Laclette San Román sostiene que se requiere una mayor coordinación de todos los actores que participan en la cadena investigación-desarrollo científico-innovación. Y aquí entran desde el gobierno, las instituciones que hacen investigación, hasta las universidades, los centros públicos de investigación y las empresas.
“Se requiere mejorar la gobernanza del sistema científico mexicano, y ésta tiene que ver con identificar objetivos en cada uno de los sectores; no podemos ser todólogos, tenemos que elegir a qué objetivos vamos a enfocar nuestros esfuerzos y éstos se tienen que identificar en el sector de la agricultura, de la biotecnología, de los nanomateriales, de la salud y definir cómo van a funcionar estos consorcios que se avoquen a atacar estos objetivos”, explica.
Y en ese tenor, se deben definir las prioridades en cada una de las regiones, por lo que los estados deben delimitarlas con claridad. Hace falta mucho trabajo en esta área. Ahí es donde debe ponerse mayor atención, puntualiza el científico. Bienvenidos los recursos, pero la coordinación no puede quedarse a un lado.
“Lo que le puede dar a México un desarrollo sostenido y sostenible, es precisamente la inversión en ciencia, investigación, desarrollo e innovación”, apunta.