La Verdad del Sureste
4 de febrero de 2009
José Luis Lara López
UPCh: educación sin ética ni ideología
* Las ciencias y las artes no han promovido las «luces» de la humanidad, sino que han envilecido a ésta oprimiendo más sus cadenas: J. J. Rousseau.
El sistema educativo público en México y en Tabasco está en decadencia, salvo algunas excepciones en el nivel superior. Pero en términos generales su futuro es incierto, porque hasta el momento ha sido incapaz de crear conciencias en la masa. Por lo que deducimos que los conocimientos impartidos en las aulas son subjetivos y mecánicos, sin contenido y sin orientación ideológica concreta, más que la reproducción de la cultura de la obediencia, la sumisión y del conformismo, actitudes y aptitudes que caminan de acuerdo a las exigencias de la estructura segregaria económica del país y de la estructura elitista jurídica-política del estado mexicano.
El caso de la Universidad Popular de la Chontalpa (UPCh) localizada en el municipio de Cárdenas, que se diseñó con objetivos claros y concretos tendientes a impulsar una educación objetiva, científica y con orientación ideológica fincada en respeto pleno de la humanidad y del ecosistema, es tan sólo la prueba de la decadencia de la enseñanza que hoy se imparten en México y en Tabasco, dentro de las aulas públicas.
Si nuestras universidades localizadas en el sur-sureste del nuestro país fueran óptimas y con resultados tangibles para el desarrollo de las sociedades, entonces era innecesaria la creación del Centro de Investigaciones en Energía, Agua y Cambio Climático que recientemente el gobierno del estado de Tabasco anunció, proyecto que se presume será diseñado entre la UNAM, la UJAT y la Academia Mexicana de Ciencias.
El craso error de las universidades públicas es que en esos centros educativos han prevalecido los intereses de grupos políticos, sobreponiéndose sobre los intereses de proyectos académicos, que suelen ser la parte sustancial de todo centro de educación superior, ligada por antonomasia a los procesos de investigaciones científicas y tecnológicas, pero perneadas de ética e ideología como valores objetivos y sustantivos que incidan en la transformación de la realidad humana sin alterar su entorno natural.
Desafortunadamente nuestras universidades que deben ser de carácter social, según el Artículo 3º Constitucional, ha extraviado – por menos decir- su sentido ético y su sentido ideológico. Salen a la calle profesionistas con formación antihumana y con actitud y aptitudes robotizadas; es decir sin la capacidad de entender su entorno histórico, social y natural. Y mucho menos la capacidad de discernir sobre problemas torales que afectan hoy en día a las sociedades humanas. Nuestros jóvenes siguen sin leen la menos cantidad de bibliografías en cada una las áreas del conocimiento por las cuales estudian. Habría que preguntar a los profesores de tiempo completo de nuestras universidades si los planes y programas de estudios de las carreras son obsoletos; o si por lo contrario, están fallando las técnicas de enseñanzas de los maestros.
Lo que nosotros deducimos es que los alumnos durante sus estudios universitarios no tienen relación alguna con la realidad. Amén de que el 50 por ciento de ellos están estudiando la carrera equivocada, según de desprende de una investigación hecha en el seno de la UJAT. Entonces el problema es mayúsculo; y a ello se aúna la nula interacción de los estudiantes con los problemas del medio social y natural. De tal modo que los egresados salen bajo el brazo con el título sólo para buscar trabajo, pero de ningún modo para proponer nuevas alternativas de superación personal que incida en el aspecto colectivo.
Nuestro caso se hace aún más complejo porque los antecedentes inmediatos del alumno – desde el preescolar hasta el bachillerato- , son de ineficiencia. Y las causas son múltiples que van desde profesores corruptos e ineptos que reflejan al sistema sindical, hasta las injerencias de los gobernadores y partidos políticos predominantes en los centros de educación. En algunos casos siguen siendo los priístas quienes deciden, y en otros los panistas son quienes quitan y ponen a las autoridades escolares en todas sus modalidades y tipos (que en tiempos electorales le hacen el juego corporativo, tal como le hizo Elba Esther a través del SNTE con Felipe Calderón; o con Roberto Madrazo en Tabasco cuando creo al SITET para apuntalar sus aspiraciones presidenciales).
En el caso que nos ocupa, la UPCh tiene la posibilidad de recobrar su sentido académico y de investigación científica, siempre y cuando la comunidad universitaria así lo determine. La prueba de nuestra tesis ahí está: el ex rector Arquimedes Oramas Vargas, acaba de dejar la rectoría para convertirse en precandidato del PRI a la diputación federal por el segundo distrito del estado de Tabasco.
Sin embargo la rectoría y su parte administrativa, está secuestrada por gente nombrada por el ex rector, quienes se niegan a abandonar sus cargos. Y es que los funcionarios enquistados piden sus bonos de despido (o de fatiga) para dejarle libre el terreno a Víctor Zárate Aguilera, nuevo rector nombrado por la Junta de Gobierno, simpatizante a la causa granierista.
Lejos de los dimes y diretes que dividen a la UPCh, los alfiles de Oramas sólo provocan mayor irritación a la comunidad universitaria cuyas salidas son innegables debido a sus negros antecedentes, empezando por Claudia Villarreal Ibama, secretaria Académica; Manuel Aysa Jiménez, Director Académico; Roberto Escalante López, secretario de Extensión Universitaria; Manuel García Acosta, director de Planeación; Fernando Cachón Robles, director de Control Escolar; y José Manuel Brito Peña, director de Finanzas (candidato del PRI para la alcaldía por Cárdenas).
Voces internas de la UPCh, dicen que simpatizantes de Víctor Zárate alista un pliego petitorio para exigir a la Junta de Gobierno y al Congreso del Estado de Tabasco, la inmediata auditoria a la universidad tanto en el terreno académico como en el terreno presupuestal.
Posdata: Es denigrante que por un espacio educativo para sus hijos, miles de madres de familias tengan que pasar noches enteras en las afueras de los centros escolares. Las televisoras nacionales y estatales lo difunden. Es la prueba de la decadencia y mediocridad del sistema educativo público en México y en Tabaco.