La Jornada
8 de diciembre de 2008
Merry MacMasters
Los visitantes ya la comparan con los grandes recintos del mundo
Familias enteras llegaron ayer a la Biblioteca Vasconcelos, cuyas puertas reabrieron al público apenas hace una semana. De hecho, la afluencia de los seis días anteriores tuvo un promedio de 700 a 900 personas diarias, de acuerdo con cifras proporcionadas por voceros del recinto.
En la megabiblioteca hay algo para todos, desde la sala infantil, la estantería de libros para niños más grandes, hasta la sala multimedia, donde hay programación de cineclub (se fomenta que los jóvenes vean documentales); tiene más de lo necesario para cumplir con las tareas escolares.
También hay videos interactivos para aprender idiomas y sobre deportes; áreas de lectura de periódicos y revistas; sala de música, una de las más frecuentadas, donde se pueden escuchar discos compactos, sobre todo de música clásica, aunque también hay de Juan Gabriel y Luis Miguel. Y todo es gratuito.
Siempre faltará tiempo para explorar el despliegue de estantes en diferentes niveles.
La sala para ciegos y débiles visuales es nueva. Se prevé que en 2009 habrá escáneres que leerán libros en voz alta para los usuarios con estas condiciones.
La “ballena”, del escultor Gabriel Orozco, “nada” en la vastedad del espacio de la biblioteca. Los niños suelen confundir el esqueleto intervenido por el artista con los restos de un dinosaurio, información que se rectifica en la visita guiada.
Según el ángulo en que se ubique el visitante, la escultura adquiere diferentes dimensiones.
“Un lugar de encuentro para la familia”, describe Francisco Esquivel, coordinador de Servicios Bibliotecarios, el edificio diseñado por Alberto Kalach.
En la Vasconcelos existe “todo un proceso para conducir a los niños a la lectura; a la vez fomenta el interés por la ciencia, la tecnología y la investigación”, agrega Esquivel. Mediante la Academia Mexicana de las Ciencias “vamos a celebrar un convenio para impartir talleres de cómputo a niños de entre 7 y 11 años”.
En la actualidad se realizan encuestas a los usuarios para mejorar el servicio.
Un visitante pregunta por qué no se puede ingresar con agua para consumo propio, mientras en las grandes bibliotecas del mundo sí se permite.