¿Gasto o inversión?

Milenio Diario
5 de noviembre de 2008
Martín Bonfil Olivera
mbonfil@servidor.unam.mx

México requiere creadores, no sólo servidores”, dijo el ex rector de la UNAM José Sarukhán, en Xalapa (La Jornada, 30 de octubre).

No se refería a creadores artísticos, sino a investigadores científicos, ingenieros y expertos en humanidades. Universitarios formados en la disciplina de la academia y la investigación.

Los científicos son profesionales que, además de su alto grado de especialización, requieren una fuerte dosis de creatividad para ser eficaces. Ruy Pérez Tamayo, el famoso patólogo mexicano, define a la ciencia como una “actividad humana creativa cuyo objetivo es la comprensión de la naturaleza y cuyo producto es el conocimiento”.

Es por eso que no pueden formarse buenos científicos —ni ingenieros, ni humanistas— en escuelas que no realicen investigación. La educación vista como simple instrucción no basta para ello.

La crisis económica global amenaza con reducir, en nuestro país, el presupuesto dedicado a ciencia y tecnología.

Sobre todo, como suele suceder, el destinado a la academia y la investigación (y todavía más si se trata de investigación de la llamada “básica”).

El absurdo denunciado por Marcelino Cereijido, destacado investigador argentino-mexicano, de considerar el presupuesto destinado a ciencia y tecnología como gasto superfluo, en vez de inversión estratégica, sigue vigente.

“Ya invertiremos en ciencia cuando hayamos resuelto los problemas actuales”, pensamos, ignorando que es precisamente la investigación científica el primer paso para llegar a resolver esos problemas.

La cadena que va de la producción de conocimiento científico —labor académica— a las aplicaciones tecnológicas, una industria más sólida, y finalmente una economía más vigorosa, con la consiguiente derrama social, sigue siendo ignorada por las políticas gubernamentales.

Afortunadamente, se levantan ya voces para tratar de cambiar las cosas. Instituciones como la UNAM, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, la Academia Mexicana de Ciencias y otras han pedido evitar la disminución, e incluso aumentar la inversión en estos rubros. Se solicita un aumento del presupuesto del Conacyt para 2009, con el fin de reforzar la planta científico-técnica de nuestro país. Habrá que ver si quienes deciden la repartición del dinero público tienen bien claras sus prioridades.

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