El Universal
7 de marzo de 2008
Ricardo Cerón
ricardo.ceron@eluniversal.com.mx
El escaso debate y el desconocimiento entre legisladores sobre el tema limita el desarrollo de prácticas terapéuticas
Mientras en gran parte de los países desarrollados el tema de la bioética comienza a reflejarse en su marco legislativo, en México no ha permeado aún y hoy hay grandes vacíos legislativos en la materia.
El escaso debate en torno a la bioética y su desconocimiento entre los legisladores ocasiona que frente a temas polémicos como el aborto o la eutanasia, se recurra más a la moral religiosa que a la sustentación científica.
Ejemplo de ese rezago es la iniciativa de ley de clonación terapéutica, que lleva varios años en el Congreso y no ha podido ser votada porque se han impuesto las visiones religiosas.
Para Marcelino Cereijido, investigador del departamento de Fisiología Biofísica y Neurociencias del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), eso es consecuencia de “un gran analfabetismo científico en quienes dirigen el Estado”.
Muestra de ello, dice, es que mientras a los científicos les restringen el uso de animales para probar vacunas o desarrollar algún tratamiento, en el país es totalmente legal las peleas de gallos o las corridas de toros.
Juliana González Valenzuela, quien ha participado en diversos comités de bioética, lamenta que esta disciplina no esté en el debate público en las diferentes esferas del gobierno y los medios de comunicación.
“El fin no justifica los medios en el campo del conocimiento”, por lo que hay que vigilar que se respete la integridad de los seres vivos, pero al mismo tiempo, no oponerse a prácticas que pueden llevar a salvar muchas vidas.
González Valenzuela no descarta que en este momento se hagan intentos de clonación con seres humanos, sobre todo, en países como China o Corea que no han respetado restricciones internacionales, pero ello no implica que se impida la clonación con fines terapéuticos.
Lo importante, dice, es ver hasta dónde termina la genética con fines terapéuticos y dónde comienzan las ideas creacionistas de nuevos seres.
Bioética: limitante necesaria
A pesar de que la bioética es en ocasiones una limitante para algunas líneas de investigación, “es preferible vivir con ese límite, lo cual no significa un autocastigo, sino más bien ser más cautos”, comenta Octavio Paredes López —ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias—, quien actualmente trabaja en la transferencia genética del amaranto al maíz.
Sin embargo, esos límites pueden en ocasiones llevar a exageraciones, como sucedió con una norma que trataba de limitar e incluso prohibir el uso de animales de experimentación en la ciudad de México hace menos de 10 años, cuenta Paredes.
Para Teresa Tusié Luna, jefa de la Unidad de Biología Molecular y Medicina Genómica en el Instituto Nacional de Nutrición, la bioética no sólo es esencial para los investigadores y la forma de hacer sus estudios, sino para la aplicación de la ciencia en la población.
En ese sentido, pone de ejemplo que con el conocimiento del mapa genómico, una persona ya está expuesta a que se conozcan algunos datos que pueden considerarse privados, como su propensión a enfermedades.
En su libro Del aborto a la clonación, Rodolfo Vázquez, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), deja en claro que uno de los grandes desafíos de la ciencia del siglo XXI, será llevar los temas de bioética a toda la población, para que a partir de ella decidir temas cruciales en la era del conocimiento.
González llama a tener cuidado también con la competencia entre científicos, para que no surjan prácticas contrarias a la bioética. Un ejemplo es lo sucedido con el sudcoreano Hwang Woo-suk, quien alteró información de sus estudios con células madre y la formación de tejidos humanos.
Tampoco hay que perder de vista proyectos como el de Lyle Armstrong, de la Universidad de Newcastle, Inglaterra, quien busca transferir el núcleo de una célula humana a un óvulo animal, para tratamientos contra el mal de Parkinson o el Alzheimer.