A Ciencia cierta
28 de junio de 2005
Marco Antonio Samaniego López*
El uso de los recursos naturales es un tema que obliga a replantear preguntas acerca de las relaciones entre los diversos países. La pertenencia a un mismo ecosistema, los efectos de la contaminación y las posibilidades de solución de éstos, o el hecho de compartir cuencas de carácter internacional, hacen necesaria la revisión de los esquemas de cooperación entre las naciones que comparten una o más fronteras.
Para el historiador, el abordar escenarios poco frecuentes implica la necesidad de plantear distintos caminos en la investigación. Para el caso de México, la estrecha vinculación con Estados Unidos, más allá de la asimetría en cuanto a las economías y la carga emocional que representa el estudio de una país que ha establecido en más de una ocasión una postura altanera para con el nuestro, nos obliga a estudiar problemas comunes con la debida rigurosidad, con el fin de plantear posibles soluciones o establecer bases sobre las cuales se puedan establecer compromisos de alto nivel.
Se requiere ir mucho más allá de los discursos de quienes ocupan los cargos públicos. En muchos casos, los factores coyunturales llevan a afirmaciones que se explican por un contexto inmediato que responde más a las necesidades propias del cargo de la institución que se representa, pero que están lejos de ser una respuesta que vaya al fondo de los problemas.
Sin duda, es la investigación sistemática lo que puede ofrecer posibilidades a los diferentes problemas que existen en la relación entre los dos países. í‰sta debe cubrir los espacios que requieran las temáticas estudiadas sin considerar los límites internacionales.
La existencia de problemas comunes en determinadas áreas, como puede ser un ecosistema, una cuenca, la contaminación ambiental en las poblaciones fronterizas, o los conflictos derivados de la migración de mano de obra mexicana hacia los Estados Unidos, requieren de visiones amplias y de conjunto que permitan la comprensión de los fenómenos sociales y culturales en la dimensión más completa posible.
La investigación debe cruzar fronteras para buscar las diferentes aristas de los problemas y no quedarse en los falsos nacionalismos que generan expectativas falsas. Es fácil caer en los discursos que, con fines políticos o propagandísticos, realicen propuestas en las que sólo se ve una cara de la moneda, y que en realidad terminan por convertirse en ideas sin sentido, que pueden servir de escaparate para determinados fines, pero que no resuelven nada.
Si la investigación no ocupa un papel central en las políticas de Estado, al momento de tener que resolver los problemas que nos atañen con el vecino del norte, las propuestas vendrán de dicho país y habrá que conformarse con escuchar posibles soluciones. La única forma de plantear proyectos de intervención que permitan tomar medidas y generar iniciativas es con una visión informada y sustentada en la investigación que tome en consideración propuestas que consideren a los dos países.
Es común que investigadores estadounidenses analicen a México y hagan propuestas en diversas áreas del conocimiento.
Pero aún no se ha creado un sector de investigadores mexicanos que, además de estudiar a profundidad nuestro país, también conozcan a fondo al vecino del norte. Un vecino que siempre tendremos y al que debemos conocer en toda su dimensión.
*Investigador de la Universidad Autónoma de Baja California y ganador del Premio a la Mejor Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2004, otorgado por la Academia Mexicana de Ciencias.