Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/184/19
Ciudad de México, 04 de octubre de 2019
- La ciencia es la aventura más maravillosa de la humanidad, es la única actividad humana que continuamente incrementa nuestra capacidad de predecir, afirma miembro correspondiente de la AMC.
La ciencia pura es importante porque puede ser usada en el futuro en muchas aplicaciones no soñadas por nosotros. James Clerk Maxwell no sabía las consecuencias de su trabajo, pero nuestra vida sería muy distinta sin el uso y las aplicaciones en nuestra vida cotidiana de la electricidad y el magnetismo, señaló en entrevista el investigador Luis Adolfo Orozco, adscrito al Joint Quantum Institute de la Universidad de Maryland.
De acuerdo con el científico, es mucho más fácil justificar una aplicación dirigida a resolver un problema específico, “pero para crear el futuro necesitamos una predictibilidad, capacidad científica, mucho más general solo obtenible con las investigaciones en ciencia básica. Y por eso yo le agradezco a la sociedad el haberme apoyado tantos años para hacer ciencia fundamental, esto es, sin buscar una aplicación inmediata al conocimiento”.
Orozco, quien es un científico reconocido mundialmente por sus investigaciones en electrodinámica cuántica y en espectroscopía del francio, contó en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias, institución de la que es miembro correspondiente, se acercó a la ciencia gracias a un recorrido aleatorio, “a ratos pensé en ser economista, otras veces en dedicarme a alguna de las ciencias humanas; pero en preparatoria hice la especialidad fisicomatemática y entré a ingeniería (en mecánico-eléctrico con especialidad en ingeniería industrial) y durante la carrera me fui asomando más directamente a la física. Al terminar la carrera ya no tenía duda de querer ser físico. No puedo decir cómo supe, más bien sucedió y creo tener los genes para serlo”.
El investigador ha realizado investigación en óptica cuántica. “La idea e implementación de las correlaciones intensidad-campo en óptica es un trabajo que ahora, después de 20 años, ha despertado interés entre los astrónomos para estudiar ciertas propiedades de las estrellas. Me acabo de pasar un mes en la Universidad de Sophia Antipolis con un grupo viendo cómo vamos a implementarlo y el gran potencial que tiene”.
El segundo ejemplo de su trabajo tiene que ver con mediciones precisas, el trabajo con francio, empezando por cómo hacerlo en un acelerador, luego como atraparlo con láseres, interrogarlo para conocer su estructura tanto atómica como nuclear, todo con el propósito, ya muy cercano, de estudiar la fuerza débil con ese átomo para entenderla mejor. Un buen número de grupos han seguido partes de ese recorrido y ahora es posible atrapar multitud de isótopos inestables en trampas con láseres.
El investigador Luis Adolfo Orozco admira a físicos de la primera parte del siglo XX, “a quien más admiro es a Enrico Fermi. Tuvo una combinación de intuición y formalidad extraordinaria y como dice el título de una biografía suya reciente, fue el último que supo toda la física. Tanto su trabajo teórico como su trabajo experimental irradian un gusto extraordinario por entender la naturaleza para predecirla. Si pienso cual es el pináculo de su obra, creo diría que la teoría del decaimiento beta. Su actitud humana ante la adversidad (escapo del fascismo italiano, y la muerte, tuvo un cáncer terminal a los 53 años), también me parecen admirables”.
Agregó que también admira a los físicos de la segunda parte del siglo XIX, que cada vez vuelve más a James C. Maxwell por su maravillosa síntesis de la electricidad y el magnetismo. Pero no es solo por ello, también por muchas otras contribuciones tanto teóricas como experimentales encontradas por él.
“He tenido la fortuna de estudiar y convivir con dos grandes físicos de la segunda parte del siglo XX, todavía vivos en este momento, de quienes he aprendido mucho, uno es Steven Weinberg de la Universidad de Texas en Austin, cuyos trabajos para unificar la fuerza débil con el electromagnetismo son fundacionales en el modelo estándar, y William D. Phillips de NIST y la Universidad de Maryland, quien encontró la forma de enfriar átomos a temperaturas antes inimaginables utilizando láseres. Con este último también he aprendido mucho de mediciones precisas y he ganado intuición en cómo se comporta la naturaleza cuando se le interroga adecuadamente”.
Otros dos teóricos que lo han ayudado de manera muy especial a entender mejor el lenguaje complicado de la mecánica cuántica en el laboratorio, a quienes admira y aprecia con la esperanza de continuar aprendiendo de ellos son: Peter Zoller de la Universidad de Innsbruck en Austria y Howard Carmichael de la Universidad de Auckland.
Orozco en México
El investigador mexicano mantiene comunicación con el país y ha tenido estudiantes de doctorado, uno de ellos Eduardo Gómez, quien ahora es profesor en el Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con quien lleva muchos años colaborando en el proyecto del francio.
En los veranos de entre 1996 y 2016 tuvo dos y a veces tres estudiantes de licenciatura en su laboratorio en Estados Unidos. Muchos de ellos al terminar esa experiencia comenzaron su doctorado y ahora tienen grupos experimentales importantes en México.
“Ellos son mi más importante contacto, contribuyen al desarrollo de la ciencia en México y legado. Por ejemplo, acabo de estar en la unidad del CINVESTAV en Querétaro donde Karina Jiménez y Neil Vladimir Corzo están empezando sus grupos de investigación y estamos viendo cómo colaborar. También están Gabriel Ramos y Eric Rosas en el Centro de Investigaciones en Óptica (CIO) en León, Guanajuato; Eric ahora está a cargo del Cluster de Fotónica en México. Braulio Gutiérrez del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, Montserrat Bizarro del Instituto de Investigaciones en Materiales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Pedro Quinto Su del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, entre otros. La lista continúa creciendo pues algunos no han terminado su doctorado y su postdoctorado. Con muchos de ellos continúo colaborando ya sea dando cursos en sus instituciones (en el CIO en el verano del 2017), platicas y de otras formas”.
También ha tenido visitantes por sabático de México, uno de ellos fue Pablo Barberis Blostein del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM. “Con él estuve dando un curso en la UNAM durante todo el mes de marzo sobre temas de óptica cuántica. Pablo y Eduardo son con quienes más he publicado”.
Merece especial atención su relación con el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica donde también ha participado en cursos y ha colaborado en escuelas y conferencias con los investigadores Héctor Moya Cessa y con Francisco Soto Eguibar, principalmente. Ha sido parte de sus comités de evaluación externa y ha tratado de continuar la relación lo más que puede. Además, en noviembre del 2016 el INAOE le otorgó un doctorado honoris causa.
Por último, Orozco relató que le gusta mucho estar en el laboratorio, “pero también me gusta mucho dar clases. Esas dos partes conforman un balance muy adecuado. Dar clases de lo que uno está haciendo ayuda a ver los problemas de manera diferente”.
Elizabeth Ruiz Jaimes