El Universal
21 de mayo de 2007
Ricardo Cerón
Hoy se presenta una propuesta alterna a la iniciativa de ley sobre tecnología del PAN, pues no considera el área científica, dicen
Sin abandonar su tarea como investigadores, científicos mexicanos han emprendido un proyecto que, aunque ajeno a los laboratorios y más bien, cercano al cabildeo, se propone sacar al país de la dependencia tecnológica.
En contrapeso a una iniciativa de ley propuesta por el Partido Acción Nacional, científicos de diversas especialidades, en colaboración con algunos legisladores y empresarios, desarrollaron el primer borrador de la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, que hoy darán a conocer.
Esta contrapropuesta quiere evitar que se apruebe otra legislación que en esencia se preocupa por apoyar a las empresas, pero no por formar personas altamente capacitadas que realicen la innovación en el país a futuro.
La dependencia tecnológica de México, se calcula, asciende a más de 400 mil millones de pesos anuales; es decir, 5% del Producto Interno Bruto (PIB), y es causada, principalmente, por la falta de desarrollos de innovación.
El Congreso de la Unión estima que México pierde la mitad de las inversiones que podría recibir por la ausencia de leyes que incentiven el desarrollo e instalación de empresas con base tecnológica, es decir, industria dedicada a innovar productos.
La propuesta que hoy se presentará apuesta por un plan integral que impulse a la par la investigación científica y tecnológica de México -para ser la base de las innovaciones en el futuro-, mientras que la otra va encaminada a apoyar, a través de incentivos fiscales, a las empresas que impulsen este tipo de desarrollos.
De acuerdo con José Luis Fernández Zayas, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, la experiencia internacional ha demostrado que la innovación debe estar incluida en las leyes de ciencia y tecnología, porque será a partir de la investigación como se incrementen las innovaciones de un país.
El aprobar una ley de innovación «independiente» a la de ciencia y tecnología sería como promover que la capacidad de los mexicanos altamente calificados no sea utilizada en el futuro, porque sólo se apoyaría a la industria, pero no importaría si las innovaciones son de especialistas mexicanos o extranjeros.
Para Juan Pedro Laclette, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), desligar la innovación de la investigación científica, como pretenden algunos legisladores panistas, sería un error, porque no se impulsaría a la ciencia mexicana como motor de esa innovación.
En opinión de Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el problema de la iniciativa panista es que pretende sacar una ley de innovación que no tiene que ver con la ciencia y tecnología mexicanas.
Experiencias internacionales
Estudios han demostrado que la tecnología, lista para usarse, es de tres a cinco veces más costosa que la asimilación y adaptación de la misma tecnología por grupos locales de investigación.
Aunado a ello, las políticas a nivel internacional sugieren que la ciencia, tecnología e innovación deben estar fuertemente asociadas para lograr la construcción de una mejor economía.
Fernández Zayas dice que la actual Ley de Ciencia y Tecnología, vigente desde 2002, sólo contiene un capítulo dedicado a la innovación, en tanto, la nueva iniciativa se ha enriquecido y la considera en un apartado especial.
El especialista en ingeniería reconoce que se han extraído varios puntos de la Ley de Innovación, pero siempre ligándose con la promoción de la ciencia y tecnología mexicanas.
René Asomoza Palacio, director general del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) explicó que son alrededor de 16 asociaciones de diferentes rubros las que conforman la mesa de trabajo, las cuales analizan la iniciativa de Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, desde hace varios meses.
Juan Carlos Romero Hicks, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) declara: «Es importante evaluar los resultados de la Ley de Ciencia y Tecnología de junio de 2002, y saber cómo la podemos mejorar, porque como todo instrumento humano es perfectible».